Capítulo 285
¿Cómo era posible que una madre pudiera abandonar a su hijo de forma tan cruel?
Y Benjamín…
¿También pensaba que era justificable que su madre ya no se preocupara por él?
El conductor y el tutor intercambiaron miradas con cierta curiosidad.
Al ver a Benjamín tan triste, al final decidieron no seguir preguntando.
Después de todo, él era solo un niño.
Su capacidad para soportar era limitada.
¿Qué harían si por sus preguntas Benjamín se desesperaba?
Al llegar cerca de la mansión de Camilo, Benjamín descubrió sorprendido que el auto de Ricardo estaba estacionado no muy lejos.
No se acercó inmediatamente a saludar a Ricardo.
En cambio, se quedó sentado en el auto, observando fijamente a su madre mientras corría.
Ellas seguían la misma rutina todos los días.
Pero Benjamín parecía nunca cansarse de verla.
No quería ni parpadear.
Solo después de que terminaron de entrenar y entraron a la mansión, Benjamín, con renuencia, apartó su mirada. Abrió la puerta del coche y se acercó a Ricardo preguntando: “¿Cómo es que tú también estás aquí?”
La voz de Ricardo sonaba temblorosa: “Durante estos días me di cuenta de que la persona que realmente me gusta es tu madre.”
Benjamín no se sorprendió. Aunque su padre era algo lento en asuntos del corazón, tenía suficiente cerebro como para reconocer sus verdaderos sentimientos, simplemente era cuestión de tiempo que lo hiciera.
Nunca pensó que podría engañar a su padre para siempre: “Te diste cuenta demasiado tarde.”
La voz de Benjamín era fría: “Mamá ya se ha integrado perfectamente en la familia de Dora.”
Ahora tenía familiares que la querían con todo su corazón.
Definitivamente no querría volver con un hombre infiel y un hijo que ayudó a la amante de su padre a lastimarla.
Esas pocas palabras de Benjamín fueron como un puñal clavado en el corazón de Ricardo.
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Capitulo 285
Ricardo, dolorido hasta casi no poder respirar, tardó varios minutos en calmarse.
Se obligó a no pensar en lo que su hijo había dicho: “Si tú las observas todos los días, entonces debes saber cómo va su relación.”
“Lo sé muy bien.” La voz infantil de Benjamín sonaba un poco fría: “Pero, ¿por qué te lo tendría que decir, papá?”
“Si no hubieras estado tú, llevándome a ver a Amparo a escondidas, y hablándome mal de mamá todo el tiempo…”
“No habría llegado a odiarla.”
“¡Ni habría ayudado a Amparo a molestarla!”
Al decirlo, la voz de Benjamín se volvió seca: “Si no hubiera hecho esas cosas, mamá, incluso queriendo divorciarse de ti, habría luchado por mi custodia.”
“Entonces, podría haber vivido con ella, para que me amara y me cuidara.”
Benjamín miró fijamente a Ricardo: “¡Todo es por tu culpa!”
“¡Por tu culpa perdí a mi madre a los cinco años!”
Realmente odiaba a Ricardo.
“Pero si estás dispuesto a decirme lo que sabes…” Ricardo aún tenía esperanzas: “Si logro que tu madre vuelva con nosotros, entonces los tres podríamos vivir felices juntos de nuevo.”
Benjamín negó con la cabeza: “Eso es imposible.”
“¡Mamá nunca nos perdonará en esta vida!”
…
Valentina decidió que visitaría a Amparo cada cierto tiempo, y estaba decidida a cumplirlo.
Aprovechando que Benjamín aún no había regresado a casa, tomó la iniciativa de ir hasta la casa de Amparo y presionó el timbre.
“Ding dong ding dong.”
Amparo vivía en una mansión. Al escuchar el timbre, salió del salón, caminó lentamente hacia la puerta principal y al ver a Valentina parada ahí, preguntó sorprendida: “¿Cómo es que viniste hasta aquí?”
“Hace unos días vine para recordarte que no molestaras a Benjamín…” dijo Valentina con una sonrisa forzada: “Y apenas me fui, llamaste a Ricardo para quejarte.”
“Claramente no te tomaste en serio mis palabras.”
“Ya que es así, entonces vine para seguir hablando contigo.”
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