Capítulo 226
Camilo sacó su teléfono, activó la cámara y enfocó hacia Ofelia y Dora, capturando el momento con una fotografía. Ofelia, con su dulzura innata, lucía serena y radiante en la foto. Dora, en cambio, rebosaba ternura. Fascinado, Camilo contempló la foto durante un buen rato, decidiendo finalmente establecerla como fondo de pantalla de su teléfono.
“¿Quieres tomarle una foto a Dora?” Noté su intención de fotografiar a la niña y me hice a un lado para darle espacio. “Adelante, toma la foto.” Camilo, intentando ocultar su verdadero interés, volvió a enfocar a Dora y tomó varias fotos más.
El conductor regresó.
Benjamín se subió al coche y se marchó, dejando solo a Ricardo en la oscura carretera. Al mirar hacia la casa iluminada, Ricardo se sintió abrumado por sus emociones contradictorias. Todos decían que no amaba a Ofelia, pero estar cerca de ella le brindaba una sensación de paz inexplicable. ¿Qué era lo que realmente sentía?
Desde el auto, Benjamín observaba a través del retrovisor cómo la figura de Ricardo se hacía cada vez más pequeña. Sacó su tableta y le envió un mensaje a Amparo: “Papá está merodeando cerca de donde vive mamá ahora. ¿No piensas hacer algo para que vuelva?” Amparo contempló su teléfono por un buen rato, llena de dudas. Aunque estaba segura de que Ofelia ya no quería a Ricardo, algo en su interior le decía que…
Si dejaba que este hombre se quedara merodeando por allí, tarde o temprano se daría cuenta de que amaba a Ofelia. Eso significaría la pérdida de cualquier futuro apoyo financiero. Con un suspiro, ella tomó la iniciativa y llamó a Ricardo: “¿Dónde estás?” Ante la pregunta evasiva de la mujer, Ricardo no respondió de inmediato. “¿Pasa algo?“, Amparo respondió con una voz suave y delicada: “Estoy sola en casa y tengo miedo, ¿puedes venir?” “Está bien,” accedió él.
“Mamá,” Dora, perdiendo el interés en la televisión, apagó el aparato con el control remoto. “Mañana voy a salir con Natalia, ¿qué me pongo?”
Al darme cuenta de la ansiedad de la niña, le sugerí con una sonrisa: “No estoy segura, ¿por qué no subimos a elegir algo?”
Dora, emocionada, me tomó de la mano y corrimos hacia su armario, repleto de diferentes prendas. Se probó un vestido de princesa, preguntándome por mi opinión. “Aunque te ves preciosa con él…” comencé, insinuando que para un día de juegos, tal vez no fuera la mejor opción. Tras reflexionar, Dora optó por un conjunto de ropa deportiva de color rosa. Luego, eligió cuidadosamente sus zapatos y un par de accesorios. Luego bajó las escaleras, compartiendo su felicidad con sus muñecos.
Era reconfortante ver su progreso. Justo ayer, le daba pena hablar con sus muñecos frente a
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nosotros. Hoy, no solo había bajado con ellas, sino que también se comunicaba abiertamente
con estas en nuestra presencia. ¿Cuál sería el siguiente paso?
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