Capítulo 153
Isabel no tenía la menor idea de lo venenosa que eran sus palabras: “Así no tendrías que cuidarla, y quizás ya habrías encontrado una novia y te habrías casado…”
“¡Y yo podría tener un nieto en mis brazos mucho antes!”
“Ja.” Camilo soltó una risa fría, y la decepción en sus ojos se desvaneció poco a poco.
Lo que la reemplazó fue un frío glacial, como el de la nieve invernal.
Él dijo, palabra por palabra: “Ya que hasta ahora, no has reconocido tus errores.”
“Entonces…”
“Mejor no vuelvas a mi casa, ni me busques en ninguna ocasión.”
Isabel preguntó incrédula: “¿Qué quieres decir?”
Camilo dijo con calma: “Para mí, Dora es como mi propia hija.”
“El hecho de que hayas apuntado todos los dedos hacia ella sin distinción, culpándola…”
“Es como si pensaras que el error lo cometí yo, que me estás culpando a mí.”
“Desear su muerte es como desear la mía.”
Camilo, sin expresión alguna en su rostro, habló con gravedad: “Si me tratas con tanta
maldad…”
“Naturalmente, tengo que contraatacar.”
“De lo contrario, si se corre la voz, todos pensarán que soy fácil de intimidar.”
“¿Y luego qué? ¿Todos querrán pisotearme?”
Isabel miró a Camilo, incrédula: “Tú…”
Camilo se dio la vuelta, dándole la espalda a Isabel: “Vete, ya no quiero verte.”
Isabel no había imaginado que su hijo llegaría a este extremo por una niña.
Ella no estaba dispuesta a consentir a Camilo: “Esto es lo que tú has elegido.”
“¡Está bien, me voy!”
“¡Y no te arrepientas!”
Con esas palabras severas, Isabel se marchó furiosa..
Camilo se quedó solo en la sala de estar, iluminada y brillante. Su alta figura, bajo la luz, parecía especialmente solitaria.
14-19
Capítulo 153
Después de acunar a Dora hasta que se durmió, salí del dormitorio y me sorprendió no ver a Camilo. En estos días, casi habíamos desarrollado una especie de entendimiento tácito.
Normalmente, a esta hora, encontraríamos algún lugar para charlar un rato.
¿Qué estaba pasando hoy?
¿Estaba muy ocupado con el trabajo?
Mientras me preguntaba, vi a Camilo en la sala de estar.
Bajé las escaleras hacia él, notando su semblante sombrío, le pregunté suavemente: “¿Qué pasó?”
“Ofelia.” Camilo no me respondió, parecía especialmente agotado: “¿Puedes abrazarme?”
Su estado de ánimo era muy bajo.
Y no quería decirme por qué.
No sabía cómo consolarlo, así que simplemente me acerqué y lo abracé, dándole palmaditas en la espalda: “Todo estará bien.”
Camilo enterró su rostro en mi hombro, sin decir una palabra.
No sé cuánto tiempo pasó antes de que finalmente me abrazara de vuelta.
Con mucha fuerza.
Como si quisiera fusionarme con su cuerpo.
Me sorprendió un poco.
Parecía que realmente había sido gravemente afectado.
Levanté la mano y le acaricié suavemente el cabello: “Está bien, Camilo, estoy aquí.”
“Está bien.”
No sé cuánto tiempo pasó antes de que Camilo finalmente me soltara, con cierta disculpa: “Lo
siento si te asusté.”
“No te preocupes.” No me importó: “En el proceso de crecer, siempre nos encontraremos con algunas cosas malas.”
“Pero, todo pasará.”
Camilo me miró: “Lo recordaré.”
“Ya es tarde.” Todavía tenía que terminar algunos bocetos de mi cómic, así que empecé a subir las escaleras: “Voy a descansar.”
La expresión de Camilo se suavizó, mirándome con ternura: “Adelante.”
Capítulo 153
Camilo observó cómo Ofelia subía las escaleras hacia su habitación, moviéndose suavemente para cerrar la puerta detrás de ella.
Solo entonces retiró su mirada.
Al principio, cuando conocí a Ofelia, fue en el hospital, justo después de su aborto espontáneo, pálida, irradiando una aura de desolación.
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