Capítulo 32 

-Y–Yo perdí. -Viviana no tardó en quedarse sin opciones. Aun así, intentó salvar su orgullo y, con una sonrisa halagadora, miró a Leonardo-. Abuelo, es increíble. 

Leonardo solo resopló con desdén antes de hablar con tono burlón: 

-Son ustedes, los jóvenes, quienes insisten en dejarse ganar por este viejo. Seguro que 

perdiste a propósito, ¿verdad? No hace falta que lo hagas la próxima vez, fue demasiado evidente, así no tiene gracia. 

¿Qué podía decir Viviana? 

-Está bien–intervino Daniel, e incapaz de seguir viendo la escena, tomó a Viviana de la mano para sacarla de allí. 

-Daniel. -Ya en el exterior, Viviana lo miró con los ojos llenos de lágrimas-. ¿Acaso soy inferior a Carlota en todo? 

Daniel suspiró profundamente. 

-¿Por qué quieres compararte con ella? Ya basta, no vuelvas a hacer eso. Hoy has estado demasiado competitiva, pero nada de esto tiene sentido. 

Viviana bajó la cabeza. 

-No sé qué me pasa… Solo quiero que el abuelo me quiera. Lo siento, Daniel, ¿te causé problemas? 

-No–respondió él, intentando consolarla mientras le daba unas palmaditas en la espalda-. No te pongas así, no es bueno para el bebé. 

Viviana se apresuró a secarse las lágrimas. 

-Sí, tienes razón. 

Aprovechando un momento de distracción, se arrojó a los brazos de Daniel y comenzó a sollozar, temblando. Pero en su interior, la ira ardía como un fuego incontrolable. 

¿Cómo fue posible? 

Carlota debió haber hecho algo para ganarse la simpatía del anciano, o tal vez había practicado sin descanso para impresionarlo. De otra manera, no podía explicarse cómo jugaba tan bien al ajedrez. 

Mientras tanto, Carlota estaba a punto de salir cuando los vio abrazados. 

-Carlota, en serio, no estoy de acuerdo con su divorcio. Esa Viviana no es buena persona. Si Daniel se queda con ella, tarde o temprano lo lamentará. 

Leonardo apareció detrás de ella sin que lo notara. 

Carlota sonrió con amargura antes de girarse hacia él. 

-Abuelo, sé que me quiere y que le duele verme partir, pero no se preocupe, incluso si nos divorciamos, siempre será mi abuelo. Perdí a mi padre hace poco y usted es de los pocos familiares que me quedan, así que vendré a visitarlo con frecuencia. 

-¿De verdad has tomado la decisión? Lo sé, Daniel te falló al tener un hijo con otra, pero ¿no podrías darle otra oportunidad? 

-Abuelo, no se puede despertar a quien finge estar dormido, ni recuperar el amor de quien ya no lo siente. No es solo por el bebé, él ama a Viviana y antes fingía no darme cuenta, pero ya me rendí. 

Leonardo no tuvo más remedio que soltar una larga retahíla de insultos contra el ciego de Daniel. 

Más tarde, cuando Daniel se preparaba para marcharse, fue a despedirse de Leonardo. Sin embargo, el anciano se le adelantó. 

-Así que realmente terminaste con Carlota. Algún día te arrepentirás. No tengo más que decir. 

-Abuelo. -Daniel suspiró—. Sé que Carlota ha estado con usted todos estos años y que la aprecia. Pero Viviana vendrá a verlo con frecuencia. 

-Por favor, ahórratelo. No soy como tú, no estoy ciego. ¿Cómo puedes comparar a esa mujer con Carlota? Carlota es inteligente y perspicaz, mientras que esa otra es pura afectación, me irrita solo con verla. No te llamé para convencerte, sino para advertirte algo: incluso si Carlota se divorcia de ti, es tu responsabilidad asegurarte de que esté bien.