Capítulo 31 

Daniel aún estaba al lado observando. Leonardo soltó un bufido y con las manos a la espalda, se levantó. 

Viviana miró el tablero de juego. No era más que una partida de ajedrez, y ella también sabía jugar. 

-Abuelo, en realidad yo también sé jugar. ¿Por qué no jugamos una partida? 

Leonardo alzó una ceja de inmediato. 

-¿Tú? 

Su tono despectivo hizo que Viviana se sintiera incómoda. 

-Abuelo, yo he jugado bastante con otras personas. Cuando estaba en el extranjero, a menudo recibía elogios por mis habilidades. 

Si bien nunca había tomado clases formales, solía ganar cuando jugaba. Los señores con los que jugaba siempre la alababan por su intuición e inteligencia. Además, viendo que Leonardo ni siquiera podía vencer a Carlota, pensó que seguramente no era tan bueno jugando. 

Sin embargo, esta vez, fue Daniel quien intervino. 

-Déjalo, Viviana. Ya viste que el abuelo es un desastre en el juego. 

Viviana no captó la ironía en sus palabras. 

-¿Cómo dices eso? Yo creo que, aunque haga trampa, es lo normal. Después de todo, es nuestro abuelo, y como nietos, ceder un poco también es una muestra de respeto. Además, ¿qué importancia tiene ganar o perder cuando jugamos en familia? 

Viviana respondió con total despreocupación, pero el semblante de Leonardo se oscureció de 

inmediato. 

-Eh… Ahora que lo dices, realmente me dan ganas de intentarlo. 

Daniel se apresuró a jalar a Viviana del brazo. 

-Ya está bien, la comida está lista. Mejor vayamos a cenar, siempre habrá tiempo para jugar después. 

-Yo no tengo hambre todavía. Si Viviana tiene tantas ganas de jugar, ¿cómo podría un viejo como yo no acompañarla? ¿O es que quieres impedirlo Daniel? 

Con voz profunda, miró a Daniel fijamente, pero este aún no había respondido cuando Viviana 

la se había adelantado. 

-¡Por supuesto que no! Con mucho gusto jugaré con usted. 

Leonardo se dirigió de inmediato hacia el tablero. 

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Capitulo 31 

Al ver la expresión de preocupación de Daniel, Carlota no pudo evitar reír internamente. Ese era un claro ejemplo de “quien busca problemas, los encuentra“. 

Cuando levantó la vista, se encontró con la mirada de Daniel, esos ojos profundos destilaban un deje de frialdad. Parecía que se había dado cuenta de la sonrisa que había cruzado fugazmente su rostro, tal vez había sido demasiado obvia disfrutando del espectáculo. 

-Carlota, pareces estar divirtiéndote mucho. 

-Para nada. -Al escuchar el tono contenido de Daniel, Carlota se apresuró a aclarar su garganta y responder con seriedad-. Pero, ¿por qué pareces tan preocupado? Yo veo que Viviana tiene mucha confianza. ¿Acaso temes que no juegue bien? 

Hasta hace poco, Daniel no tenía idea de qué tan buena era Carlota en ese juego. Sin embargo, al ver el tablero un momento atrás, se había llevado una gran sorpresa. Y por alguna razón, tenía la sensación de que Viviana no era tan hábil como decía. Algo dentro de él le decía que no debía dejarla jugar, pero ella parecía empeñada en intentarlo. 

Al notar que Carlota observaba la situación con diversión evidente, Daniel se sintió aún más incómodo. Bufó con molestia, prefiriendo no discutir con ella, y pasó de largo ante su sonrisa enigmática. No obstante, tan pronto como se acercó a Viviana, supo que algo andaba mal. 

El rostro de Viviana era sombrío y al mirar el tablero, incluso alguien que no entendiera el juego podría notar que estaba perdiendo de manera aplastante. Con solo una mirada, quedó claro que sus fichas negras estaban a punto de desaparecer, el tablero estaba dominado por las blancas de Leonardo. 

Viviana tenía el ceño fruncido y su respiración se había vuelto irregular, pero Leonardo ni siquiera le estaba dando un respiro; con rostro serio y una actitud altiva, dominaba la partida con mano firme, completamente distinto al anciano que antes, jugando con Carlota, no había dudado en hacer berrinches y trampas.