Capítulo 29
-Ja. -Leonardo soltó una risa fría-. En su momento tomaste mi dinero y me prometiste que te alejarías de Daniel. ¿Y ahora vuelves para decirme que me extrañaste?
Viviana sintió un vuelco en el corazón. Se mordió los labios con impotencia y con los ojos llenos de lágrimas, giró la cabeza para mirar profundamente a Daniel, antes de responder con voz temblorosa:
-Abuelo, ya hablé con Daniel sobre eso. No gasté ni un centavo de aquel dinero. Sé que usted nunca me quiso y eso me dolió, pero acepté su dinero solo para darle tranquilidad. Era joven e inmadura en aquel entonces, sin embargo, todos estos años en el extranjero… nunca dejé de amar a Daniel y no pude evitar regresar a Aguamar para buscarlo. Afortunadamente, en el corazón de Daniel todavia hay un lugar pa
para mi.
-¿Terminaste? -Leonardo agitó la mano con impaciencia y replicó con desdén-. Guárdate ese discurso para engañar a los verdaderos tontos. ¿Desde cuándo una mujer con educación y valores se mete en un matrimonio ajeno sabiendo que el hombre ya tiene esposa?
Viviana sintió que la sangre le hervía y estuvo a punto de escupir fuego.
Carlota, en cambio, casi quiso aplaudirle. No por nada el Sr. Leonardo había llegado tan lejos en el mundo empresarial, tenía una mirada más aguda que nadie y era un verdadero maestro en detectar mujeres interesadas como Viviana.
Luego miró de reojo a Daniel, suspiró y negó con la cabeza. Vaya, ese hombre era un completo ciego.
Viviana se sintió aún más sofocada.
-Abuelo… si, fue un error, pero es que amo demasiado a Daniel. Yo tampoco queria que pasara esto, pero… estoy esperando un hijo suyo…
Mientras hablaba, dos lágrimas perfectamente calculadas rodaron por su rostro.
Carlota observó la escena y suspiró para sus adentros. Claro, ¿qué hombre podría resistirse a una actuación tan convincente?
-Abuelo, Viviana no está bien de salud. ¿Por qué no le habla con más calma? Si algo le pasa en este momento, ¿no nos haría responsables a nosotros? -dijo Carlota, balanceando el brazo de Leonardo con coquetería.
Leonardo captó el mensaje de inmediato.
-Tienes razón, tienes razón. Si le pasa algo, luego nos echarán la culpa. Bah, ya no hablemos. más de esto. Entra de una vez, deja de quedarte ahí parada en la puerta.
Viviana miró a Carlota con rabia, mientras ayudaba a Leonardo a entrar.
¡Era desesperante!
Incluso Daniel sintió que la situación se le iba de las manos.
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Copulo 29
-Viviana, entra primero.
Le hizo un gesto para que se acomodara en la sala, mientras él se adelantaba a tomar a Leonardo del brazo con el ceño fruncido.
-Abuelo, ¿puede tratar a Viviana con un poco más de respeto? A fin de cuentas, el bebé espera es su bisnieto. ¿De verdad estaría feliz si algo le pasara?
Leonardo apretó los labios, fingiendo indiferencia.
-Si no nace, es porque no tenía que ser.
-¡Abuelo!
-Abuelo, Daniel tiene razón. El bebé no tiene la culpa. Déjelo pasar, ¿si?
Leonardo miró a Carlota, quien le sonreía con dulzura, finalmente suspiró resignado.
-Ni siquiera es tuyo… Bah, está bien, está bien. No diré nada más.
que
-Así me gusta. Ese es el abuelo sensato y considerado que conozco, luego le prepararé algo
rico.
Carlota le sonrió con picardía.
Daniel, en cambio, sintió que su paciencia se agotaba. Él había estado insistiendo tanto, pero con una sola palabra de Carlota, su abuelo cedió sin más. Respiró hondo para calmarse y salió de la sala con el rostro somb
Viviana apretó los puños con fuerza, tratando de contener su frustración; nada había salido como lo había planeado, no esperaba que Leonardo tuviera una opinión tan negativa de ella, pero no importaba, todavía podía arreglarlo.
Cuando vio que Leonardo y Carlota volvían a la sala, se apresuró a ponerse de pie y con voz suave, dijo:
-Abuelo, de verdad quiero demostrarle mi respeto y cariño. Sé que le encantan las albóndigas de carne y arroz, así que aprendi a prepararlas especialmente para usted. ¿Le gustaría probarlas?