Capítulo 2
No pudo soportarlo más. Soltó el teléfono y se inclino a un lado, vomitando violentamente, por lo que la llamada se cortó de
repente.
Daniel miró el teléfono sin moverse.
¿Por qué aceptó el divorcio de repente? Además, estaba seguro de haber escuchado un ruido extraño justo antes de que se cortara la llamada.
-¿Daniel?
La voz de Viviana sono a su lado, molesta.
-¿Qué te pasa? Ni siquiera estás prestando atención.
Daniel volvió en si
-Voy a buscar unos documentos, aceptó el divorcio.
Viviana se lleno de alegría, pero al ver la expresión impasible en el rostro de Daniel, no pudo evitar preguntarse por qué no parecía tan contento como debería.
La casa número 39 en la Avenida del Sol, era una villa de tres pisos que había sido su hogar matrimonial durante los últimos
tres años.
Daniel regresó al lugar en el que no había puesto un pie en un mes. Antes, al llegar a casa cada día, siempre había una silueta delicada en la cocina, preparando con esmero, los alimentos para él, ya que sufría de una grave enfermedad estomacal y solia vomitar después de comer, pero desde que Carlota se casó con él, lo había cuidado con dedicación y, para su sorpresa, su estómago había mejorado notablemente.
No obstante, la casa estaba oscura y vacía en ese instante.
Se dirigió a la habitación donde tantas veces había estado con ella. La cama ya no tenía su pijama doblado como siempre, ni el aroma del incienso que solía impregnar el ambiente y al que ya se había acostumbrado. Apenas había pasado un mes, sin embargo, aquella habitación le resultaba extrañamente ajena. De repente, la puerta a su espalda se abrió con un leve
chirrido.
Carlota se quedó mirando al hombre alto que tenía enfrente, Daniel vestía su habitual atuendo negro, esa camisa era de la marca que ella solía elegir para él con esmero, y el broche de diamantes en su pecho fue el regalo que le había dado por su cumpleaños.
Ya estaba con Viviana, ¿y aún llevaba esas cosas?
Pensar en él usando la ropa que ella le compró, mientras se revolcaba con Viviana le revolvió el estómago.
-¿Qué haces aquí?
Preguntó con una mirada afilada.
Carlota había adelgazado mucho, no sabía si era solo su imaginación, pero incluso su rostro parecía más pálido. ¿Estaba así de mal porque él le pidió el divorcio?
Su corazón, que había estado algo inquieto, de pronto se sintió inexplicablemente calmado.
-Tienes muy mala cara – Dijo él.
Carlota soltó una risa fría.
-¿Y qué? ¿Ahora te preocupas por mí?
-Espero que no mueras antes del divorcio, no quiero quedar como viudo. No sería un buen antecedente para mí.
Sus palabras frías, como dagas de hielo, se clavaron en su pecho.
Claro, ese era el verdadero Daniel; si un día él llegase a mostrar preocupación por ella, entonces sí que pensaría que lo habían cambiado por otro. Después de casarse, los únicos momentos íntimos que compartieron fueron en la cama. Al menos, estaba claro que su cuerpo le complacía, pero después del placer, él volvía a ignorarla con la misma frialdad de siempre.
Antes, ella solía pensar que, si aún la deseaba, tal vez le tenía un poco de cariño en el fondo. Hasta que vio los ojos de
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Capitulo 2
Viviana, tan parecidos a los suyos, finalmente entendió por qué él había accedido a casarse de repente, con una mujer que no tenía ni el estatus ni la posición para estar a su lado, también supo por qué, a pesar de todos esos años de matrimonio, nadie más tenía idea de su relación.
Así que estaba bien separarse, al menos asi pondria fin a ese matrimonio vacío de amor, y al día siguiente, cuando terminara de limpiar los restos que quedaban en su vientre, también se desharía del último rastro de su matrimonio. Así, nunca más tendrían que verse.
Capítulo 3