Capítulo 16
Frente a Ainhoa, sentado con el vientre abultado, estaba un hombre de más de cuarenta años, quien masticaba con deleite, con la boca brillante de grasa, mientras seguía metiéndose trozos de carne en la boca sin pausa.
Esa imagen grasienta hizo que Carlota sintiera una punzada de náuseas con solo echarle un vistazo.
-Eh, Carlota, viniste.
La voz de Ainhoa hizo que todas las miradas en la mesa se volvieran hacia ella.
Esas miradas escrutadoras la recorrieron de pies a cabeza sin disimulo, haciéndola sentir aún más incómoda.
¿Así que Ainhoa ya daba por hecho que Daniel la iba a abandonar y ahora pretendía casarla con ese tal Sr. Julio, para que fuese su segunda esposa?
Carlota apenas le dedicó una mirada al hombre y sin decir nada, dio media vuelta para irse.
-Carlota!
Furiosa, Ainhoa la siguió rápidamente y la sujetó con fuerza por el brazo, deteniendo su gélido cuerpo.
-¿Qué te pasa? ¡El Sr. Julio sigue ahi adentro y te atreves a hacerle este desplante! ¡Ellos acaban de prometer darnos treinta mil dólares! Si aceptas casarte con él, el dinero y los beneficios serán aún mayores.
Carlota soltó una risa fría.
-¿Así que quieres venderme?
-¿Cómo puedes decirme eso? -Ainhoa hizo un puchero y se secó unas lágrimas fingidas-. Si Daniel y tú estuvieran bien, yo no te estaria diciendo nada de esto, pero si ni siquiera pudiste retenerlo, ¿qué vamos a hacer nosotras dos si no consigues otro marido?
-¿Y acaso no soy capaz de mantenernos a las dos? -replicó Carlota.
-¿¿Tú? —Ainhoa la miró con incredulidad-. Llevas años viviendo una vida de lujo sin haber trabajado un solo día, ¿cómo piensas mantenernos?
Carlota suspiró, para sus propios padres, ella siempre había sido una inútil. No era de extrañar que Daniel y su familia la hubieran despreciado también. No obstante, sabía que discutir más con su madre no tenía sentido.
-Será mejor que se te quite esa idea de la cabeza.
Carlota no le dio oportunidad de responder y salió de inmediato. Justo en ese momento, su teléfono sonó; era su mejor
amiga.
-¡Carlota! ¿Cómo es posible que me haya ido al extranjero solo por un tiempo y me entero de que te has divorciado?
El grito de Rebeca Quiroga resonó en el auricular, haciendo que Carlota tuviera que alejar el teléfono de su oído.
-¿Te lo dijo Gerardo?
-¡Sí! ¡Y tú, desgraciada, ni siquiera me avisaste cuando te casaste!
Carlota dejó escapar un suspiro. Cuando se casó con Daniel, él le había pedido que no hiciera pública su relación y en aquel entonces, ella estaba completamente cegada por el amor, por lo que sin pensarlo demasiado, accedió y no se lo dijo a nadie.
Si no hubiera sido porque no pudo ocultárselo por más tiempo a su familia, ni siquiera ellos se habrían enterado.
-No quería preocuparte mientras estabas fuera -dijo en un tono tranquilizador-. Pero ya ves, ahora estoy bien.
-¡Espérate! ¡Voy a ir a buscarte y te voy a matar en persona!
-¿Qué? ¿Acaso volviste al país?
Carlota soltó un grito de sorpresa y sin darse cuenta, dio un pequeño salto.
Una hora después, Carlota y Rebeca finalmente se encontraron. Se abrazaron con fuerza, sin poder contener la emoción.
-¡Te extrañé tanto! Pero dime, ¿dónde está ese malnacido de tu exmarido? Quiero ver con mis propios ojos si de verdad es tan espectacular como para que tú te hayas casado a escondidas y sin avisarle a nadie.
1/2
21:28
Capítulo 16
Rebeca la conocía demasiado bien y lo cierto fue que, cuando Daniel apareció en su vida, Carlota quedó completamente deslumbrada por su atractivo, nunca había visto a un hombre tan guapo. El resultado fue evidente: se dejó llevar por su encanto y terminó cayendo en la trampa de la familia Zelaya.
Ca