Capítulo 13
Desde la subasta, Travis no me había dejado en paz.
Flores, regalos, llamadas incesantes… No podía escapar de él. Todos los días llegaba algo nuevo a la finca: rosas con notas pidiendo una segunda oportunidad, joyas caras que no quería y llamadas, incluso después de que
cambiamos nuestros números varias veces.
Al principio, intenté ignorarlo, pero rápidamente se volvió asfixiante.
Preston no dudó. Contrató guardaespaldas y se negó a dejarme ir sola a ninguna parte. Incluso presentó una orden de restricción contra Travis.
“Déjame manejar esto“, dijo una noche, rozando mi mano con la suya mientras estábamos sentados en el estudio. “No deberías tener que lidiar con él más“.
Durante semanas, Travis se quedó en silencio. Los regalos se detuvieron, las llamadas cesaron y, por primera vez en lo que parecía una eternidad, pude respirar.
Pero sabía que no había terminado.
A pesar de la paz temporal, no dejé de investigar el caso de mi madre. Con la ayuda de Preston, seguimos profundizando en lo que sucedió el día de su
muerte.
Una tarde, Preston entró en la habitación con una carpeta en la mano.
“Tengo una pista“, dijo, sentándose a mi lado.
-¿Quién?-pregunté inclinándome hacia delante.
-Una enfermera -respondió. Estaba en el quirófano el día de la operación de tu madre. Ha estado escondiéndose, viviendo en los suburbios bajo un nombre diferente.
Mi corazón se aceleró. Esto podría ser. Un testigo.
-Voy contigo -dije inmediatamente.
Preston negó con la cabeza. -No. Tienes que quedarte aquí. No es seguro, especialmente con Travis todavía ahi suelto. Y con el bebé…
-Estoy bien -dije rápidamente.
Pero Preston no se movió. Puso una mano sobre mi estómago y su mirada se suavizó. -Por favor, Zoe. Déjame manejar esto.
Dudé un momento y luego asenti. -Está bien. Solo… ten cuidado.
L
15:11 Sat, 15 Mar
-Lo haré–dijo, besándome la frente antes de irse.
Con Preston fuera, me mantuve ocupada organizando la habitación del bebé. Las paredes estaban pintadas de un suave amarillo, y los muebles eran sencillos pero elegantes. Cada detalle fue elegido con cuidado y, mientras iba moviendo las cosas, no pude evitar sonreír.
Aunque el bebé no era de Preston, él lo trataba como si fuera suyo. La forma en que hablaba de ser padre me provocaba un dolor en el pecho que no esperaba.
Por primera vez, me permití imaginar un futuro en el que pudiera darle a Preston un hijo propio.
Debo haberme quedado dormida mientras arreglaba las cosas, porque cuando desperté, sentí una extraña presión en mi estómago.
No era exactamente dolor, pero era lo suficiente como para hacerme
preocupar.
Cuando Preston se fue, llamé a uno de los guardaespaldas.
“Creo que necesito ir al hospital“, dije.
“Te llevaremos“, me aseguró.
El viaje en coche fue tenso, aunque al principio no podía explicar por qué. Entonces uno de los guardaespaldas habló: “Nos están siguiendo“.
Me puse rígido. “¿Quién es?”
El conductor me miró por el retrovisor. “Es él. Es Travis“.
Se me revolvió el estómago. “¿Estás seguro?”
-Sí, señora dijo con gravedad-. Nos ha estado siguiendo desde que salimos de la finca.
Apreté los puños y respiré entrecortadamente.
El conductor presionó más el acelerador, tratando de quitárselo de encima, pero Travis era implacable, moviéndose entre el tráfico mantenerse detrás de
nosotros.
Mi teléfono vibró y dudé antes de responder.
-Zoe la voz de Travis sonó, frenética y desesperada-. Escúchame. Solo quiero hablar.
-No -dije bruscamente-. Déjame en paz.
-¡Zoe, por favor! -gritó-. Necesito verte. Te explicaré todo…
2/3 17,4%
-No -dije bruscamente-. Dejame en paz.
-¡Zoe, por favor! -gritó-. Necesito verte. Te explicaré todo…
Colgué, con el corazón palpitando con fuerza.
El coche aceleró, tratando de perderlo, pero Travis no estaba dispuesto a rendirse. Estaba demasiado decidido.
-Señora, mantenga la calma -dijo el guardaespaldas.
Pero la calma era lo último que sentía.
No vi lo que pasó después.
El coche dio un brusco giro y se oyó un repugnante crujido de metal all colisionar con algo.
Todo se volvió borroso: el sonido del cristal rompiéndose, la sacudida del impacto, el eco lejano de las voces.
Luego, oscuridad.
Cuando abrí los ojos, lo primero que vi fue a Preston.
-Zoe -dijo en voz baja, rozando mi mejilla con su mano-. Está bien. Estás a salvo.
Sentía la garganta seca y me dolía la cabeza. “¿Qué… qué pasó?”
-Tuviste un accidente -dijo con voz cautelosa.
Intenté sentarme, pero un dolor agudo en el estómago me lo impidió.
Mi estómago.
El bebé.
Me quedé helada, con los ojos muy abiertos cuando me encontré con la mirada de Preston. La respuesta ya estaba alli, escrita en la forma en que dudaba, en la forma en que sus labios se presionaban juntos.
-No -susurré, sacudiendo la cabeza.
“Zoe…”
-No -dije más fuerte, con lágrimas corriendo por mi rostro.
Preston se inclinó más cerca y sus manos estabilizándome mientras me desmoronaba.
-Lo siento mucho -dijo con la voz quebrada.
El peso de sus palabras me aplastó.
El bebé se había ido.
15:11 Sat 15 Mar
Capítulo 14
Lloré.