Capítulo 25
El cristal de la puerta estaba hecho añicos por todo el suelo, y el interior del local era un desastre total; ollas, sartenes y utensilios de cocina por todos lados, mientras que las mesas y sillas yacían tiradas en el suelo de forma caótica.
Vanessa echó un vistazo rápido a todo el desorden y estaba a punto de llamar para preguntar dónde estaba la gente, cuando de repente escuchó un llanto agudo proveniente del cuarto
trasero.
Se dio la vuelta y empujó la puerta, y efectivamente, vio a Jimena sentada descuidadamente sobre la mesa del comedor, rodeada por varios hombres corpulentos vestidos de negro.
Ximena estaba acurrucada sola en una esquina, mientras que su papá y mamá lloraban protegiendo a un pequeño niño en sus brazos. Ambos miraban a Ximena con una mirada tan Illena de resentimiento, que parecían ver a una enemiga en lugar de a su hija.
Vanessa no se detuvo mucho en ellos y pronto apartó la mirada de la familia, acercándose a Ximena para ayudarla a levantarse.
-Chinita, ¿estás bien? -le preguntó Vanessa mientras inspeccionaba a Ximena de arriba a abajo para asegurarse de que no estaba herida.
-Vane, no te preocupes, estoy bien -Ximena respondió, sorbiendo su nariz mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. Ella había pensado que Vanessa no vendría, pero ahí estaba, a pesar del peligro.
Una vez que Vanessa se aseguró de que Ximena estaba bien, se volvió hacia Jimena.
-¿Qué es lo que quieres? -preguntó Vanessa.
Jimena sonrió.
-Vanessa, ¿sabes por qué rompí el negocio de la familia de Ximena? -dijo, disfrutando del pensamiento de ver a Vanessa rendirse ante ella.
Vanessa entrecerró sus ojos, que brillaban con astucia, y de repente sonrió.
-Por mí, ¿verdad? -respondió con seguridad.
Jimena se sorprendió, sin esperar que Vanessa adivinara tan rápido.
-Vaya, tienes conciencia de ti misma -respondió Jimena, intentando culpar a Vanessa de todo-. Si no fuera por ti, no me habría metido con la familia Pérez. Ximena está pagando las consecuencias de tenerte como amiga, ¿no te sientes culpable?
La expresión de Vanessa permanecía tranquila mientras contestaba sin titubear.
-¿Por qué debería sentirme culpable? -respondió-. Yo no he hecho nada malo.
Jimena se quedó sin palabras por un momento, frustrada, y gritó con ira.
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Captulo 25
-Si no fuera por ti, ¿cómo se vería Ximena envuelta en esto?
-La que busca problemas con Ximena eres tú, la que destruyó su negocio también eres tú. ¿Qué tengo que ver yo con esto? ¿Acaso te lo pedí? -Vanessa replicó, desconcertada ante la lógica de Jimena.
Jimena, sin argumentos, miró furiosa hacia Ximena.
-Ximena, ¿esa es la amiga que dices que tienes? Parece que no le importas tanto como tú a ella.
Ximena apretó los labios, permaneciendo en silencio.
Al ver que sus palabras hacían efecto, Jimena continuó.
-Si no fuera por ella, ¿crees que estarías viviendo esto ahora mismo?
El silencio en el cuarto era abrumador hasta que el agudo tono de voz de Ismael Pérez, el padre de Ximena, rompió la tensión.
-Ximena, mira con quién te juntas en la escuela, por su culpa estamos así. ¿Vas a seguir sin disculparte con esta señorita? -dijo Ismael, mirando a Jimena con una expresión servil, como un perro callejero suplicando por comida.
En ese instante, la dignidad ya no importaba.
-Cállate–dijo Ximena, avergonzada de su padre. ¿Por qué soy hija de alguien así?
Ismael, sintiéndose humillado por su hija, quiso decir algo, pero al ver que Jimena no hablaba,
se contuvo.
Justo en ese momento, el sonido de una sirena de policía se escuchó en la entrada.
El rostro de Jimena cambió de inmediato.
-¿Quién demonios llamó a la policía? -exclamó furiosa.
La familia Castillo tenía una gran influencia en Nueva Alameda, y pocas personas se atrevían a meterse con ellos. Jimena, confiada en el poder de su familia, había hecho esto antes sin repercusiones, pero ahora las cosas parecían tomar otro rumbo.
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