Capítulo 24
En cuestión de segundos, el salón se sumió en un silencio absoluto cuando el profesor encargado de la supervisión del examen entró al aula.
Vanessa, con los recuerdos de su vida pasada aún frescos, experimentó un despertar instantáneo de su memoria en cuanto tuvo la hoja del examen en sus manos.
Durante su tiempo en el extranjero, ya había estudiado a fondo el programa de la preparatoria, y con solo un vistazo a las preguntas del examen, podía resolverlas sin siquiera usar papel de borrador.
En su vida anterior, cada vez que destacaba, Isabella y Celeste, madre e hija, encontraban la manera de causarle problemas. Incluso cuando no hacía nada malo, terminaba siendo el blanco de las críticas y burlas de todos.
Eso la llevó a interpretar el papel de una hija inútil dentro de la familia Sánchez.
Pero ahora, Vanessa no estaba dispuesta a seguir siendo vista como una “inútil“.
¿Podría Celeste seguir tranquila después de esto?
Vanessa estaba ansiosa por ver la expresión de Celeste después de los exámenes mensuales.
La mañana siguiente, con todos los exámenes concluidos, los estudiantes regresaron a sus aulas.
Ximena, visiblemente emocionada, abrazó a Vanessa con entusiasmo:
-¡Vane, te adoro! Creo que esta vez no tendré que dejar la escuela.
Para Ximena, los exámenes siempre habían sido una tortura, pero esta vez se sintió más ligera
que nunca.
-Ya hablé mucho de mí, ¿y tú? ¿Cómo te fue en los exámenes?
Después de la emoción inicial, no se olvidó de preguntar por su amiga.,
-Bastante bien -dijo Vanessa con una sonrisa confiada, con la certeza reflejada en sus ojos.
-¡Qué maravilla! Seguiremos siendo compañeras -respondió Ximena, genuinamente feliz.
En ese momento, ambas no notaron que una mirada poco amigable las observaba desde lejos.
Por la tarde, al salir de la escuela, Vanessa vio un elegante auto negro esperándola. Era Emilio quien la iría a buscar hoy.
Vanessa abrió la puerta del auto con naturalidad y se acomodó en el asiento.
-¿Qué haces aquí?
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-¿Qué pasa? ¿No te gusta que venga por ti?
Esta vez, Emilio no buscó excusas como solía hacer.
-No es eso–contestó Vanessa con calma.
Pero la ligera curva de sus labios delataba su buen humor.
Emilio, fingiendo indiferencia, le lanzó una mirada a Vanessa y sonrió.
-Hmpf, qué chiquilla orgullosa -pensó Emilio.
-Por tu cara, parece que te fue bien en el examen -dijo Emilio, pero al instante se arrepintió.
De repente recordó la información que Sergio había investigado: durante los últimos seis meses, Vanessa siempre había estado en los últimos lugares de la clase. Sus calificaciones no eran precisamente buenas.
Temía que su pregunta la hiciera llorar, ya que sabía que ella no soportaba perder.
Justo cuando Emilio estaba a punto de ofrecerle palabras de consuelo, Vanessa lo interrumpió: -El primer lugar del grado es mío -dijo, levantando la barbilla, con una mirada llena de orgullo.
-Eh… bueno, eso está bien.
Emilio se quedó atónito, pero decidió no contradecirla.
Pensó que, aunque sus calificaciones no fueran las mejores, no importaba. Tenía los recursos suficientes para contratarle un tutor particular si quería estudiar en la universidad, o incluso enviarla al extranjero si lo prefería.
Después de la cena…
Vanessa estaba por subir las escaleras cuando recibió una llamada de Ximena.
Hablaban a menudo, pero al ver la llamada, Vanessa sintió un mal presentimiento y rápidamente contestó.
La voz familiar se escuchó al otro lado:
-Vanessa, tu querida amiga está con nosotros. ¿Vienes?
Era la voz de Jimena.
Vanessa, con frialdad, respondió:
-Deja de hablar tanto, ¿dónde están?
-En la tienda de tu amiga. Te enviaré la dirección.
Con la información que necesitaba, Vanessa colgó de inmediato.
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Media hora después, llegó al lugar.
Una multitud se había congregado en la entrada, y Vanessa se abrió paso a empujones para
entrar.
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