Capítulo 21
En la sala de conferencias del Grupo Leyva, el silencio era absoluto.
Todos los líderes de alto rango miraban fijamente a Emilio, que estaba en la cabecera
revisando una propuesta. Nadie se atrevía a respirar fuerte, temiendo ser el primero en recibir críticas. Parecía que querían esconderse debajo de la mesa.
Cada reunión era una verdadera tortura para ellos.
Después de un largo rato, el hombre en la cabecera finalmente habló:
-Está bien.
Las palabras hicieron que los líderes comenzaran a sudar frío.
Comenzó un murmullo entre ellos.
-¿Escuché mal? ¿El Sr. Emilio bebió anoche?
-¿El Sr. Emilio dijo que está bien?
Un líder cercano se secó el sudor, sintiéndose cada vez más inquieto:
-¿Qué sabes tú? Más vale que nos mantengamos tranquilos. ¿No has oído eso de “dar esperanzas antes de criticar“? Prepárate, esta vez nuestra propuesta será destrozada.
Emilio no se había dado cuenta de que los corazones de los altos mandos todavía estaban en vilo. Miró a todos y bajó la voz:
-¿No se van a mover?
-Todas las propuestas están aprobadas, la reunión ha terminado.
Dicho esto, guardó su computadora y salió primero de la sala, dejando a un grupo de líderes sin saber qué hacer, mirándose perplejos.
-Por Dios, ¿estoy soñando?
-¿Ese era el Sr. Emilio? ¿No escuché mal?
-¡Todas nuestras propuestas fueron aprobadas! Julio, pellízcame, creo que estoy soñando.
-¿El Sr. Emilio cambió de personalidad o fue poseído por alguien?
Cuando Emilio regresó a la oficina, Vanessa estaba usando audífonos y jugando un videojuego. Era la primera vez que veía a Vanessa con una expresión tan animada en su rostro, así que no pudo evitar mirarla un poco más, pero no la interrumpió.
Al poco tiempo, Emilio se dirigió a la sala de reuniones. Minutos después de que se fue, la puerta de la oficina se abrió.
1/3
00:22
Capitulo 21
El sonido de tacones se escuchaba cada vez más cerca.
Vanessa, con los audífonos puestos, no se dio cuenta de que alguien había llegado, hasta que la persona desconectó su energía. Vanessa se quitó los audífonos y miró a la mujer frente a
ella.
La mujer tenía rasgos delicados, llevaba un vestido blanco como la nieve, y su cabello negro caía sobre sus hombros, como un personaje sacado de una película romántica.
-¿Qué estás haciendo? -La buena disposición de Vanessa se desvaneció al ser interrumpida, y su expresión se volvió más distante.
Podía sentir claramente la hostilidad de la otra persona, así que no estaba de humor para ser amable.
Rosa no respondió, sino que examinó a la chica de arriba abajo, sin encontrar ningún defecto en ella. Desde la cabeza hasta los pies, su belleza la dejaba sin aliento, lo que le provocaba odio y celos.
-¿Qué relación tienes con el Sr. Emilio? -preguntó Rosa con cautela después de un momento.
Así que no era una niña inocente, sino una mujer despreciable.
-No es asunto tuyo -respondió Vanessa, levantando ligeramente una ceja, con una burla evidente en sus ojos.
Si quería saber, no pensaba decírselo.
Rosa se quedó sin palabras ante la respuesta.
Mirando a Vanessa que parecía tan joven, Rosa ya había sacado sus propias conclusiones, aunque no lo mostraba en su rostro.
Tan joven y ya estaba aquí, seguramente era una de esas chicas mantenidas por el Sr. Emilio.
Una chica tan joven y ya sabía cómo seducir a los hombres, qué descarada.
-Jugar aquí puede molestar al Sr. Emilio en su trabajo -dijo Rosa, cambiando su tono a uno aparentemente amable.
Pensó un momento y, como si se sintiera un poco incómoda, añadió:
-Déjame llamar a alguien para que te ayude a mover tu mesa, al Sr. Emilio no le gusta que lo molesten.
Era ridículo, esas tácticas no eran suficientes para impresionarla.
Vanessa no le prestó atención y, en cambio, le preguntó:
-¿Y tú quién eres?
Rosa cruzó los brazos, con una expresión de orgullo en su rostro:
-Me llamo Rosa, soy una pasante que el Sr. Emilio contrató personalmente.
2/3
00:22
Capitulo 21
Vanessa asintió con indiferencia, como si estuviera decepcionada:
-Ah, solo una pasante.
Luego agregó:
-Una pasante, ¿qué derecho tiene para decirme qué hacer?
00-22