Capítulo 11
Dentro del restaurante “El Tesoro“.
-¡Sr. Emilio! ¿Usted por aquí?
El Sr. Manolo se apresuró a acercarse, mostrando una actitud extremadamente respetuosa.
En cuanto vio a la persona detrás de Emilio, su atención se desvió de inmediato. La chica era tan hermosa que el Sr. Manolo no pudo evitar mirarla un poco más de lo que debía. Al darse cuenta de su comportamiento, rápidamente bajó la cabeza, fingiendo no haber visto nada.
Emilio nunca había traído a una chica a este lugar, así que el Sr. Manolo pensó que la relación entre ellos debía ser cercana.
Emilio, al notar que el Sr. Manolo había malinterpretado la situación, lo miró con indiferencia y explicó de repente:
-Es mi hija.
El Sr. Manolo se dio cuenta de su error y se puso nervioso al instante, buscando cómo
excusarse.
-¡Ah, claro! Su hija se parece mucho a usted.
Al pensar en cómo había malinterpretado la relación entre los dos, el Sr. Manolo se puso más nervioso, sin darse cuenta de que el sudor comenzaba a cubrirle la frente.
Por suerte, Emilio no parecía molesto.
Vanessa miró sorprendida a Emilio, no esperaba que él la reconociera como su hija frente a los
demás.
El Sr. Manolo se disculpó de inmediato:
-Señorita Leyva, disculpe, fui muy descortés.
-No hay problema -respondió Vanessa con una leve inclinación de cabeza.
Ella sabía que el Sr. Manolo no lo había hecho intencionalmente.
El Sr. Manolo los condujo al mejor lugar del restaurante y luego se retiró.
Sentados allí, al levantar la vista, se podía ver el cielo estrellado, era un espectáculo impresionante, digno del restaurante número uno de Nueva Alameda.
En ese momento, padre e hija se miraban en silencio.
Nadie hubiera imaginado que los dos, quienes se habían enfrentado en su primer encuentro,
ahora estarían sentados tan tranquilamente en un restaurante.
-Pide lo que quieras -dijo Emilio, deslizando el menú hacia Vanessa con naturalidad.
Vanessa tomó el menú y escogió algunos platos al azar.
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-Ya terminé de pedir -dijo mientras devolvía el menú.
Emilio dio un vistazo rápido al menú y levantó la mirada hacia ella.
-¿Solo esto?
-Si–respondió Vanessa, asintiendo un poco aturdida.
Todo eran platos vegetarianos, no era de extrañar que estuviera tan delgada.
Emilio, al ver esto, añadió algunos platos con carne antes de devolver el menú al camarero.
-¿Por qué no comes carne? -preguntó Emilio al ver que Vanessa solo comía los platos vegetarianos y no tocaba los que tenían carne, frunciendo ligeramente el ceño.
-Prueba su especialidad, carne agridulce -dijo Emilio, colocando un trozo en el plato de Vanessa antes de que ella pudiera responder.
Vanessa miró la carne en su plato y sintió una náusea en el estómago. Abrió la boca, pero con esfuerzo comenzó a comerla en pequeños bocados.
La familia Leyva tenía muchas reglas, Emilio estaba acostumbrado a no hablar durante la comida, mientras que Vanessa estaba acostumbrada a comer sola.
La comida transcurría en silencio, con una elegancia que recordaba a la nobleza de antaño, lo que resultaba agradable a la vista. Además, la belleza de ambos llamaba la atención de varios clientes en el restaurante.
Sin embargo, esta tranquilidad se interrumpió rápidamente.
-¿Qué haces aquí? -preguntó Alejandro mientras se acercaba con Diego. Desde lejos, había reconocido a Vanessa y, al acercarse, confirmó que era ella.
Vanessa apenas había probado bocado, pero al ver quiénes eran, su apetito desapareció.
Esos dos realmente le quitaban el hambre.
Con una mirada de fastidio, Vanessa contestó fríamente:
-Si el Sr. Alejandro puede estar aquí, ¿por qué yo no?
-¿Sr. Alejandro? -Alejandro soltó una risa sarcástica.
-Vanessa, no le hagas berrinches a papá –dijo Diego con seriedad, intentando reprenderla.
En su interior, pensaba que su hermana se estaba volviendo cada vez más caprichosa.
Alejandro estaba a punto de decir algo cuando notó una mirada peligrosa a su lado.
-¿Sr. Emilio? -dijo, sorprendido.
La familia Leyva y la familia Sánchez eran personajes reconocidos en Nueva Alameda, y aunque no se frecuentaban, ambos habían aparecido en la prensa financiera varias veces.
La familia Leyva era la más rica de Nueva Alameda, y Emilio era conocido por sus tácticas
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Capitulo
implacables, habiendo transformado el Grupo Leyva en el número uno de la ciudad en solo unos años.
Incluso Alejandro evitaba enfrentarse al Grupo Leyva si podía evitarlo.
Emilio observaba a Alejandro con una sonrisa que no llegaba a sus ojos.
-El hijo mayor del Sr. Alejandro tiene mucha actitud. Aún no toma el control del Grupo Sánchez
y ya está regañando a los míos.
-¿Y tú quién te crees? -dijo Emilio, dirigiendo una mirada severa a Diego.
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