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Capítulo 75
Pero él no apartó la mano de Zulma. Estaba esperando una explicación. La comisura de los labios de Verónica se curvó en un arco de burla. ¿Acaso esa era la diferencia entre amar y no amar? Zulma acababa de admitir que había usado los métodos deshonestos que más despreciaba Adolfo, pero él todavía estaba dispuesto a darle la oportunidad de explicarse. ¿Y ella? Con esas acusaciones infundadas, solo por una palabra de Zulma, Adolfo podía condenarla directamente. Los recuerdos pasaban por la mente de Verónica como diapositivas. Si no se explicaba, era como admitir su culpa y si se explicaba, era como tratar de justificarse. Si perdía el control, era como volverse loca. La punta de la nariz de Verónica se sentía ácida, y un sinfín de agravios y dolor brotaban en su corazón.
Pero al final, todo se transformó en una risa fría. “Ja“.
Adolfo la escuchó, levantó la mirada hacia ella, sus párpados se entrecerraron ligeramente y sus ojos oscuros se agitaron con un toque de peligro como advirtiendola.
El ángulo de los labios de Verónica se volvió aún más frío.
La respuesta ya era muy clara. Había perdido.
Sin demorarse más, se dio la vuelta para irse. Aunque no esperaba que este incidente hiciera que Adolfo viera a Zulma con claridad y se decepcionara de ella, pensaba que podría haber un ligero cambio. Pero nunca imaginó que…
En un abrir y cerrar de ojos, ya estaba en la puerta del salón privado. Verónica abrió la puerta, entró con su expresión habitual y se sentó en su lugar. Tomó el vino tinto que ya estaba servido en la mesa, bebió uno tras otro, varios tragos antes de poder suprimir la amargura en su garganta.
“Verónica, Zulma también fue al baño hace un momento, ¿no se encontraron?” Noelia, sentada a su lado, preguntó.
“No“. Verónica sonrió y respondió. Tomó los cubiertos y bajó la cabeza para comer, sin mostrar sus emociones frente a sus compañeros.
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“Tanto tiempo y Zulma aún no ha regresado, ¿ le habrá pasado algo?” Noelia expresó su preocupación.
“¿Qué dices? Este es el lugar del Sr. Adolfo, Zulma es su futura esposa, ¿cómo podría pasarle algo?” Mientras hablaban, la puerta del salón se abrió nuevamente y Verónica, junto con todos los demás, levantaron la vista.
En la puerta, no solo estaba Zulma, sino también Adolfo.
Zulma estaba colgada del brazo de Adolfo y su intimidad mostraba que no había surgido ningún resentimiento entre ellos. Que Adolfo quisiera venir, de hecho, ya demostraba su actitud. Zulma, con una sonrisa en sus labios, le lanzó una mirada significativa a Verónica, con una pizca de triunfo en sus ojos. Levantando ligeramente su mandíbula, como diciendo, “Verónica, intentas tenderme una trampa, hacer que Adolfo conozca la verdad, ¿y qué? ¿Crees
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Capitulo 75
que Adolfo se enojará conmigo? Los principios, frente al verdadero amor, no valen nada“.
“Sr. Adolfo“. La gente en el salón, al ver a Adolfo, un hombre distinguido, inmediatamente se pusieron de pie mirándolo con nerviosismo y respeto mientras lo saludaban. Solo Verónica, no
se movió de su silla.
Bajó la mirada, ocultando el frío y la burla en sus ojos y siguió comiendo tranquilamente.
“Hola“. Adolfo respondió con indiferencia, su mirada pasó inadvertida por la gente, finalmente. deteniéndose en Verónica. Su mirada era muy prominente y Verónica podía sentirlo, pero no le prestó atención, continuó con lo suyo.
Zulma, íntimamente entrelazada en el brazo de Adolfo, sonrió dulcemente a todos y dijo: “Lo siento, Adolfo ha venido a buscarme para irnos temprano. Continúen, Adolfo ya ha dado instrucciones, pidan lo que quieran comer o beber, todo se anotará en su cuenta, no sean tímidos“. Adolfo no dijo nada lo que fue como una aprobación silenciosa de lo que decía Zulma. La mirada de la gente hacia Zulma se volvía aún más envidiosa.
“Gracias, Sr. Adolfo“.
Adolfo asintió de nuevo, sin decir mucho más.
Zulma miró a Verónica, sabía de su capacidad para beber.
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