Capitulo 45
“¿Enterrafla? ¿Verónica, no puedes dejar de maldecir a to je u sole die**
Adolfo tenia el rostro tan frio como el hielo y su voz a vente directamente del infierno.
Verónica temblaba y sus ojos rojos estaban is a forografa de su hija en la mesita de noche
La mirada de su hija estaba dingide precisamente à Adbits
Desde que Pilar nació, no le importo cuanto Adolfo despreciara, en su corazón, siempre amo profundamente a su padre
En ese momento, al ver la mirada de su hija
Verónica sintió como si pudiera ver la esperanza en los dios de Pilar
Elle deseaba que su padre la acompañara en su timo adiós para poder reencamarse sin deseos pendientes
Verónica levanto le mano y tomó el brazo de Adolfo, girando str cabeza hacia él
“Adolfo, lo que digo es verdad, Pilar realmente..”
Adolfo bajo la mirada hacia los ojos de Veronica, ampapados en lágrimas. El dolor en sus ojos era tan real que le recordó al día de la entrega de premios del concurso de diseño
Habia sido engañado por esos mismos ojos
Adolfo soltó a Veronica con un movimiento brusco, y el jade que siempre llevaba consigo fue lanzado, golpeando el rostro de Veronica
Elle instintivamente giró su cabeza para esquiario, pero aun así fue golpeada en el rabillo del
El dolor la hizo quejarse
El jade Gayo sobre la cama Veronica muró el jade, audida por un momento y algo cruzó por su
menle
Instintivamente este in mano para tomario, quecendo le claraments.
Pero apenas to toco Adatto lo abalo lapidamente
“No ip toques”
Cuidadosamente lo volvida colocas mostrando cuanto lo valoraba.
Luego, le lanzó una mirada fria a Xeronica, se dio la xupta y se fue un mirar atrás.
Capitulo 45
Al escuchar el sonido de la puerta cerrándose, Verónica se desplomó sobre la cama de Pilar mirando la fotografía de Pilar en la mesita de noche, sus ojos se enrojecieron aún más.
Las lágrimas brotaron de sus ojos, llorando en silencio.
Le acababa de bajar la fiebre y no pasó mucho tiempo antes de que se quedara dormida, agotada.
Tuvo un sueño donde veía de nuevo el jade que había caído de Adolfo.
Pero el jade no estaba en Adolfo, sino en una niña de unos cinco o seis años.
Ella estaba llorando silenciosamente, con lágrimas cayendo sin cesar y frente a ella había un niño de unos diez años.
El niño se quitó un jade del cuello, buscándolo y colocándolo en la palma de la niña, “Zuly, espérame“.
y
Zuly, la niña, hizo lo mismo que el niño, quitándose el jade que llevaba al cuello y pidiéndole al niño que se agachara.
El niño se agachó, revelando el rostro de la niña.
Verónica de repente abrió los ojos.
Se sentía incómoda, había sudado tanto que su pijama estaba completamente mojado. Se levantó de la cama, se cambió a un pijama limpio y volvió a acostarse.
La imagen de la niña en el sueño volvió a su mente.
Esa cara, se parecía mucho a ella cuando era niña.
Pero no tenía ese momento en su memoria.
Verónica estaba exhausta y no pensó más en ello. Buscando dormir bien, tomó una pastilla de melatonina de la mesita de noche, y poco después, se sumió en un profundo sueño.
En el hospital.
Zulma estaba terminando los trámites de alta, esperando a que Adolfo viniera a buscarla.
El clima estaba agradable, y disfrutaba del cálido sol en el jardín del hospital.
‘Srta. Zulma“,
De repente, una voz repugnante llegó desde detrás de ella haciéndola estremecerse
violentamente.