Capítulo 39
En medio de su grito, Verónica no dudó en tirar con fuerza.
“¡Grash!”
Los postres, las bebidas y los licores en la mesa se derramaron al instante, cayendo todos al suelo. Fue un desastre total.
“¡Verónica, detente!” Adolfo le gritó con firmeza.
Verónica soltó una risa fría. Hoy había venido aquí precisamente para arruinar la ostentación de Zulma y Yesenia.
Bajo los furiosos gritos de Adolfo, Verónica volvió a actuar, volcando los regalos puestos sobre la mesa.
Los regalos cayeron todos en medio del caos, convirtiéndose en basura.
Yesenia lloraba aún más fuerte, viendo cómo Verónica destruía poco a poco la fiesta de celebración que sus padres habían organizado con tanto esmero para ella.
Era su momento de presumir ante sus amigos pero ahora todo estaba arruinado.
“¡Verónica, esto es demasiado!” Zulma, con los ojos rojos de ira, se levantó rápidamente y corrió hacia Verónica.
Cuando Verónica llegó al lado de la torre de champán, Zulma directamente agarró su mano, intentando empujarla contra la torre para hacerla caer.
Pero…
Verónica reaccionó rápidamentey en el momento en que Zulma la agarró, ella tiró de vuelta y Zulma perdió el equilibrio.
“¡Ah!” Ella misma se cayó.
“¡Crash!” La torre de champán se derrumbó, cayendo en pedazos por el suelo.
Zulma cayó sobre los fragmentos, los pedazos perforaron su piel y emitió un grito agónico, “¡Ah!”
Ese grito hizo que Adolfo, quien estaba tratando de calmar a Yesenia, levantara la cabeza y viera a Zulma caída entre los fragmentos. “Zulma“.
“¡Mamá!” Yesenia gritó llorando y corrió hacia allá pero fue detenida por Adolfo, “Yessie, espera“.
Él llevó a la niña a un lado, se acercó él mismo y levantó a Zulma de entre los fragmentos.
Verónica parecía no escuchar el caos detrás de ella. Solo quería destruir todo lo que tenía delante y poco a poco, dejó la sala de banquetes en ruinas.
Una vez terminado, Verónica se quedó parada en su lugar, respirando con dificultad. De repente, detrás de ella se escuchó la voz de la policía, “¿Quién llamó a la policía?”
Al escuchar esto, Verónica se giró bruscamente. Vio a dos policías en uniforme entrar rápidamente, mientras Adolfo, con Zulma en brazos, sostenía un teléfono en la otra mano. Era evidente que había sido él quien llamó a la policía.
“Oficial, ella ha estado provocando problemas y lesionando intencionalmente a otros,” Zulma, al ver a los policías, inmediatamente los acusó llorando. Estaba cubierta de sangre, lo que la hacía ver bastante aterradora.
Los policías miraron la escena y a Zulma herida e inmediatamente se acercaron a Verónica y la esposaron.
Adolfo levantó la vista, mirándola con una mirada profunda.
Verónica le devolvió la mirada fríamente. Sabía que él esperaba que ella le suplicara, pero la última persona a la que le suplicaría sería a él.
“Adolfo, me duele mucho” Zulma se recostó en los brazos de Adolfo, quejándose del dolor. La mirada de Adolfo se desvió inmediatamente de Verónica y volvió a Zulma.
“Te llevaré al hospital“. Dijo y la levantó en sus brazos.
En la puerta del hotel, había dos autos parqueados, un auto de policía y un Rolls–Royce Ghost. En el momento en que Adolfo llevaba a Zulma al auto y la colocaba cuidadosamente en el asiento del copiloto, Verónica fue empujada dentro del auto de policía. Los dos autos se alejaron en direcciones opuestas.
18:20
Capítulo 39
Veronica fue llevada a la celda de detención; esta no era la primera vez que entraba a una comisaría, pero sí la primera vez que éra llevada esposada. Después de llevarla allí, el policía se fue.
