Capítulo 176
Pero Adolfo ya conocía sus trucos, y mientras descendía para besarla, su mano se volvió más firme.
Verónica, usando toda su fuerza, no pudo moverse y se veía obligada a recibir el beso que
Adolfo le daba.
Sin embargo, Verónica se resistía por completo.
Mantenía sus labios cerrados, sin permitir que Adolfo lograra su objetivo.
Su resistencia solo aumentaba la ira de Adolfo.
Parecía querer demostrar que Verónica solo estaba actuando con dureza, que su enfado se debía a sus celos por su decisión de casarse con Zulma.
Que no era verdad que se arrepentía y que ya no lo amaba.
Sin importarle la resistencia de Verónica, Adolfo de manera dominante mordió sus labios.
Esta era la primera vez que Adolfo se mostraba tan agresivo en este asunto.
La mordió tan fuerte que le rompió el labio inferior a Verónica.
Verónica sintió dolor e incapaz de soportarlo, gritó de dolor.
Adolfo aprovechó para profundizar su ataque.
“¡Mm!”
Verónica miraba a Adolfo con ojos llenos de odio, resistiéndose aún con más fuerza.
Luchaba desesperadamente contra los avances incontrolables de Adolfo y entre sus labios, los sonidos que escapaban no eran de pasión, sino de resistencia: “¡Adolfo, alejate, no me toques, me das asco!”
Realmente se sentía asqueada.
El pensar que iba a casarse con Zulma, la asesina de Pilar, le revolvía el estómago.
“¿Asco? ¡Ja!”
Adolfo respondió con una risa de ira, sin creer que ella realmente pudiera sentir asco por él.
Por más que ella insistiera su cuerpo siempre había sido más honesto que sus palabras.
Anteriormente, ella decía que quería terminar con él, pero su cuerpo demostraba lo contrario,
Sin embargo, esta vez.
Adolfo claramente sintió que incluso el cuerpo de Verónica lo rechazaba, lo repudiaba.
En la luz tenue, una sombra de pánico pasó por los ojos de Adolfo.
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Capítulo 176
Él mismo no sabía por qué se sentía así.
Conforme crecía esa emoción desconocida en su interior, Adolfo presionaba aún más a Verónica.
Adolfo se consideraba que conocía a Verónica y estaba confiado en que podría hacerla caer bajo sus encantos fácilmente.
Según él, ella no podía quedarse indiferente hacia él.
Verónica tenía los ojos rojos de furia.
Pero era incapaz de liberarse de la prisión que Adolfo había creado.
Él estaba decidido.
Incluso si ella no reaccionaba, él seguía forzándola.
¡Estaba intentando violarla!
“¡Adolfo, te odio!”
Verónica, con los ojos llenos de rencor, mordió ferozmente el hombro de Adolfo.
Con tanta fuerza que quería arrancarle la carne.
El dolor se extendió desde su hombro, pero Adolfo continuó sin importarle.
“¡No!”
Cuando Adolfo comenzó a desgarrar la ropa de Verónica.
Ella gritó desesperadamente.
Justo en ese momento, un fuerte golpe en la ventana resonó.
“¡Adolfo, suelta a Vero!”
El aislamiento acústico del auto era excelente, pero la voz desde fuera llegó clara a los oídos de
ambos.
En los ojos marchitos de Verónica brilló un rayo de esperanza.
Era Benito.
No supo por qué, pero justo cuando más necesitaba ayuda, él apareció.
En ese momento, Benito era como un ángel para ella.
Adolfo también lo escuchó.
Y vio el cambio en los ojos de Verónica al llegar Benito.
Ese brillo lo irritó aún más.
No soltó a Verónica, sino que se volvió aún más violento.
Capitulo 176
La resistencia de Verónica se intensificó, mientras ella pedía ayuda desesperadamente a Benito desde el interior del auto.
“¡Benito, sálvame!”
Aunque sabía que el aislamiento del auto era muy bueno y que Benito probablemente no podía oírla desde fuera, en ese momento Verónica intuitivamente vio a Benito como su salvador.
Esta acción enfureció aún más a Adolfo.
La llegada de Benito no afectó a Adolfo, sino que provocó que se volviera más despiadado, llevando las cosas aún más lejos.