Capítulo 164
Verónica, con los ojos enrojecidos por la consternación de la escena ante ella, emitió un desgarrador grito de desesperación desde lo más profundo de su garganta.
“Pilar…“, murmuraba, perdiendo el control de sus emociones. Se volteó torpemente para bajarse de la cama y corrió a la ventana lo más rápido posible. Instintivamente extendió la mano para agarrar algo, sin darse cuenta de que la mitad de su cuerpo ya estaba asomado por la ventana. No le importaba si era peligroso o no, solo quería proteger a su Pilar con todas sus fuerzas, pero ya era demasiado tarde. Dio un paso atrás y solo pudo mirar cómo el collar trazaba un arco en el cielo nocturno, cayendo al agua brillante y desapareciendo.
“Verónica, jesto es un quinto piso, estás loca!” Adolfo se alarmó, y en ese instante su corazón se paralizó. No esperaba que Verónica actuara tan imprudentemente.
Afortunadamente, reaccionó a tiempo, y antes de que ella cayera, la atrapó por la cintura y la arrastró hacia atrás, evitando que se precipitara al vacío.
Sujetando con fuerza la cintura de Verónica, la miró con ojos llenos de ira. ¡No podía creer que por un maldito collar estuviera dispuesta a arriesgar su vida!
¿Quién le había dado ese collar? ¿Por qué era tan importante para ella? Justo cuando Adolfo estaba a punto de interrogarla, Verónica, con los ojos rojos de furia, lo empujó con todas sus
fuerzas.
Ese empujón, cargado de un odio profundo, hizo que Adolfo chocara contra el alféizar de la ventana. Preocupada por Pilar, Verónica ni siquiera le dirigió una mirada a Adolfo antes de
salir corriendo.
“¡Verónica!” Adolfo se recuperó y la siguió de inmediato. Pero solo unos segundos fueron suficientes para que las puertas del ascensor se cerraran frente a él. Con el rostro tenso, y viendo cómo el ascensor descendía, se dirigió al otro que aún no había llegado.
Preocupado por el estado emocional de Verónica, decidió no esperar al ascensor y corrió hacia la escalera de emergencia. Abrió la puerta y bajó a toda velocidad. Aunque se movía rápido, no podía competir con la velocidad del ascensor y cuando llegó al primer piso, Verónica ya había salido por la puerta trasera, dirigiéndose hacia el lago.
Verónica había perdido la razón. No podía pensar con claridad, solo sabía que Pilar había caído al agua y tenía que rescatarla. Verónica corrió hacia el borde del agua y sin dudarlo, intentó
saltar la barandilla.
“¡Verónica!” Adolfo, con los ojos desorbitados, se apresuró a alcanzarla, y justo antes de que saltara, agarró su muñeca y la atrajo hacia el sosteniéndola por la espalda.
La abrazó fuertemente y através de la delgada tela del uniforme hospitalario, pudo sentir los huesos sobresalientes de su espalda y frunció el ceño.
Capitulo 164
Se estaba poniendo más delgada. Adolfo sintió cómo el cuerpo de Verónica temblaba en sus brazos, y sus labios morados por el frío rozaban los suyos. Rápidamente se quitó su abrigo y, sin importar la resistencia de Verónica, la envolvió en él para calentarla. Con el rostro sombrío, Adolfo la regañó fuertemente.
“¿Estás completamente loca? ¿Sabes lo que estás haciendo? ¿Con este clima te vas a lanzar al agua? ¿Acaso tu salud te importa tan poco?” Sus últimas palabras estaban llenas de sarcasmo. No entendía que había estado haciendo durante este tiempo. ¿Cómo había terminado en este estado tan lamentable? “Adolfo, lo que me suceda no es asunto tuyo, ¡sueltame!” Verónica no quería escucharlo, su mente solo estaba enfocada en recuperar a su Pilar. El calor que una vez codició, ahora no significaba nada para ella y luchaba aún más
ferozmente.
“¡Adolfo, te digo que me sueltes, me oyes!”
La furia de Adolfo creció y con su mano, apretó fuertemente la muñeca de Verónica y la arrastró hacia la habitación del hospital, “Vuelve a la habitación, deja de enloquecerte“.
Verónica se resistía, mordiendo y pateando como loca.
El departamento de hospitalización estaba tranquilo por la noche, sus voces atrajeron a algunos pacientes insomnes y a los miembros de la familia que los acompañaban a asomarse para ver qué sucedía.
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