Capítulo 1174
Capítulo 1174
Dionisio se acercó y la abrazó con fuerza.
-Pensaba llevarte de regreso y había apartado una hora para eso. Ahora, tenemos tiempo de sobra.
Su voz sonaba ronca, con una insinuación tan clara que hasta el aire parecía vibrar.
Rosana apartó su cara evitando sus labios.
-No se puede.
-¿Ni media hora?
Rosana no respondió.
-¿Diez minutos, entonces?
Ella intentó apartar sus manos, pero él la sujetaba tan fuerte como si fuera de piedra, imposible de sacudir.
Dionisio enterró la cabeza en su cuello, su aliento cálido cosquilleando su piel.
-¿Y un minuto? ¿Me dejas recargar pilas un ratito?
Su tono arrastraba un dejo de cansancio.
-He estado tan agotado en el trabajo…
Rosana pensó en lo duro que había estado trabajando últimamente y su corazón se ablandó, la resistencia le tembló en los labios.
Asintió con las mejillas encendidas.
-Bueno, pero solo un minuto.
Apenas terminó de decirlo, Dionisio se lanzó hacia ella y la besó con pasión, apoderándose de sus labios como si el mundo fuera a acabarse.
Rosana, vencida por la ternura, se dejó envolver en sus brazos. Cuando Dionisio por fin se apartó, ella estaba tan débil que solo pudo dejarse llevar.
La cama individual de pronto se volvió demasiado pequeña para los dos.
De repente, Dionisio dejó de moverse, apoyó la cabeza sobre su pecho y su respiración cálida, pesada, le rozó la piel, arrancándole escalofríos.
El ritmo de su respiración se volvió errático, la boca entreabierta, buscando aire con desesperación.
Con esfuerzo, Rosana lo empujó, apretando los dientes.
-¿No que solo un minuto? ¡Eres un tramposo!
Dionisio alzó el cuerpo, mirándola desde arriba con una sonrisa que no ocultaba su deseo.
-No hay manera, en estas cosas me sobreestimé. Cuando te veo así, no puedo evitar querer devorarte entera.
Rosana le lanzó una mirada, pero su enojo era más tierno que otra cosa.
Dionisio, a regañadientes, le dio un último beso antes de incorporarse y arreglarse la ropa.
Ella notó que su camisa había quedado hecha un desastre después del forcejeo. Sin perder tiempo, él se la quitó y fue al clóset por otra limpia.
Rosana, viendo la escena, no pudo evitar preguntar:
-Y cuando no estás aquí, ¿quién te recoge y lava la ropa?
Dionisio, ya con la camisa puesta, la miró.
-Mi asistente personal.
Rosana apretó los labios.
-¿Hombre o mujer?
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Capítulo 1174
-Adivina.
El corazón de Rosana se encogió. En la mayoría de los casos, seguro era una mujer.
Dionisio se acercó, le dio un golpecito en la frente.
-Hombre.
-¿No me estás mintiendo?
-¿Para qué te mentiría?
-¿Por qué no contrataste a una asistente mujer?
Dionisio lo pensó un momento.
-Mucha complicación.
Se fue de la sala de descanso. Pero Rosana, al escuchar esa respuesta, entendió que había algo más detrás. Claro, con su posición, si hubiera contratado a una asistente joven, vete a saber qué chismes hubieran surgido.
Rosana se quedó sola en la cama, el cuarto impregnado del aroma de Dionisio.
Acomodó su suéter, que había quedado subido hasta el cuello, y se tocó los labios, todavía algo hinchados por el beso. La cara le ardía. Aunque le daba algo de pena, disfrutaba estar tan cerca de él. Cuando hay amor, uno no se resiste a compartir ese tipo de momentos.
Para tranquilizarse, Rosana revisó cada rincón de la sala de descanso. No encontró nada raro, así que pudo respirar tranquila.
Sin embargo, lo del accidente de carro seguía dándole vueltas en la cabeza. Todavía sentía un escalofrío recorriéndole la espalda.
En ese momento, su celular vibró. Era una llamada de Julio Lines.
Vio la pantalla y no contestó, pero enseguida Julio colgó y le mandó un mensaje:
[Rosana, me dijeron que tuviste un accidente de carro. ¿Estás bien?]
[¿En qué hospital estás? Voy para allá.]
Rosana leyó el mensaje, sacó el celular y respondió:
[Estoy bien.]
Pero la imagen de Estefanía levantando al niño dentro del carro le vino de nuevo a la mente, dejándola inquieta, con una sensación difícil de sacudir.
Capítulo 1175