Сарцию 107
Capítulo 1167
Muy pronto, el carro que la familia Jurado había enviado llegó al lugar.
) Rosana subió junto a Dionisio. Mientras el vehículo avanzaba, ella lo mifó de reojo y preguntó:
-Cuando te lanzaste a salvar a esa persona, ¿no sentiste miedo?
El giró la cabeza apenas, como dudando si responder. Al final, soltó con voz baja:
-Decir que no senti nada sería mentir. Pero, ¿sabes? Todo fue tan parecido a lo que pasó hace años… No pude darme la vuelta y largarme. Aquella vez no logré salvar a tus papás, pero hoy… por lo menos quería intentar sacar a quien estuviera ahí atrapado.
Eso era lo que Dionisio tenía en la cabeza en aquel momento, no podía hacer otra cosa.
Los ojos de Rosana se llenaron de lágrimas, un rojo intenso nublando su mirada.
-Jamás imaginé que la persona atrapada sería Estefanía, mi madrastra.
-Eso también me sorprendió -admitió Dionisio, bajando la mirada.
Rosana respiró hondo y le dijo:
-Mejor avisales que hoy ya no podremos llegar. Lo dejamos para otro día, ¿te parece?
-Haz la llamada tú, yo tengo las manos ocupadas -contestó él, mostrando las vendas improvisadas.
Rosana sacó el celular y marcó el número de Óscar Guzmán. No habían pasado ni dos timbres cuando contestó:
[¿Por dónde van?]
-No vamos a poder llegar. Hubo un choque múltiple en el puente.
La voz de Óscar cambió de inmediato, notoriamente ansioso:
[¿Cómo? ¿Están bien? ¿A alguno le pasó algo?]
-Estamos bien, sólo que Dionisio se lastimó un poco. Lo vamos a llevar al hospital para que lo revisen.
[Está bien, váyanse tranquilos.]
Rosana colgó, sintiendo el peso de la preocupación de Óscar. Decidió que lo de Estefanía lo hablaría con Sara más tarde; no había prisa.
Al llegar al hospital, Dionisio fue directo al área de curaciones para que le limpiaran las heridas.
Rosana se quedó afuera, observando a través del cristal mientras el personal médico atendía a Dionisio. Ni siquiera la ropa gruesa había logrado protegerlo del todo. Sintió una punzada de culpa y ternura al mismo tiempo.
Cuando Dionisio salió, ya con las manos vendadas, Rosana lo recibió con los brazos cruzados.
-¿Cómo terminaste herido si tenías la chaqueta encima? -le preguntó, con una mezcla de preocupación y regaño.
-No puse suficiente cuidado contestó Dionisio, encogiéndose de hombros.
-La otra vez, cuando me salvaste, también rompiste el vidrio con las manos, ¿te lastimaste entonces también?
La mirada de Rosana estaba cargada de angustia.
Dionisio estuvo a punto de decir que no fue nada, pero en vez de eso, extendió la otra mano y la abrió frente a ella.
Rosana vio la cicatriz que cruzaba la palma, una línea pálida que apenas se notaba.
-¿Te quedó eso de aquella vez?
-Sí–admitió Dionisio, sin tratar de ocultarlo.
Rosana bajó la cabeza y sopló sobre la herida, como si pudiera aliviar el dolor del pasado con un simple gesto.
-¿Te dolió mucho?
La garganta de Dionisio se movió ligeramente. Le costaba hablar.
1.10
21:20
Capítulo 1167
-En ese momento, la que más sufrió fuiste tú -susurró.
Porque esa vez, ella había perdido a sus padres.
Rosana alzó la mirada, agradecida.
-Por lo menos tú saliste bien librado.
Dionisio, tan conmovido por la sinceridad de Rosana, la abrazó sin pensarlo. Por un instante, las palabras se le atoraron en
la boca.
-Rosana…
En ese momento, se abrieron las puertas del elevador y apareció Sara. Los vio abrazados y se quedó congelada.
Rosana, sonrojada, se separó de Dionisio y saludó rápido.
-¿Qué hacen aquí? ¿Cómo supieron que estábamos en el hospital?
-Nos avisaron del accidente. Teníamos que venir a ver cómo estaban -explicó Sara, aliviada al ver que Rosana estaba bien. Óscar también llegó al grupo y, viendo a Dionisio vendado, preguntó:
-¿Sólo tú saliste herido?
Dionisio alzó la mirada y contestó, con tono seco:
-¿Qué esperabas?
Sara intervino enseguida:
-Escuché que ustedes salvaron a la señora Iglesias y a mi hermano, ¿cierto?
-¿Ya te enteraste? -replicó Rosana, adivinando que Estefanía y el muchacho debían estar ya en el hospital y que, siendo Sara la única familiar directa, la habrían contactado.
Sara asintió:
Me llamaron en cuanto llegaron. Fui a verlos hace un rato. Sólo tienen algunas heridas superficiales, aunque la señora Iglesias quedó un poco más lastimada. Mi hermano está bien, pero se llevó un susto tremendo.
Javier, que había estado callado, soltó una carcajada sarcástica:
-Ya está grande y sigue asustándose como niño chiquito.
Sara puso los ojos en blanco.
-Siempre ha sido enfermizo, por eso nunca ha tenido el carácter más fuerte.
Rosana recordó al joven que había visto apenas: un muchacho a medio crecer, con aire tímido. -Quizá sea nervioso, pero se le nota la inteligencia. En el momento justo, supo usar el extintor. Eso, sin duda, había sido lo más acertado que pudo hacer.