Rosana escuchó las palabras imponentes de Dionisio y no pudo evitar reírse.
Observando a Keira desde arriba, con una actitud de total superioridad, soltó:
-¿Lo oiste bien? Antes no me gustaba llamar la atención, pero no porque no pudiera, sino porque no me interesaba. Pero sí ciertas personas insisten en buscarme pleito, tampoco voy a quedarme callada.
El rostro de Keira enrojeció de puro coraje; los ojos se le llenaron de lágrimas por la rabia. Jamás se había sentido tan humillada delante de tanta gente.
En ese momento, el gerente general de la empresa PZ se acercó y, tratando de mantener la compostura, intervino:
-Señorita Lines, por favor, suéltela. Si sigue agrediendo físicamente a alguien, tendrá que enfrentar consecuencias legales.
Rosana la soltó de inmediato y, mirando al gerente con un aire cortante, replicó:
-¿Y tú crees que eso me asusta? ¿De verdad no sabes que la mamá de Keira mató a mis padres? ¿Todavía esperas que me reconcilie con ella? Olvídalo, eso jamás va a pasar.
El gerente de PZ intentó mediar:
-Eso fue algo que hizo su mamá, ella no tiene nada que ver.
Rosana lo miró con desdén y le contestó:
-¿De verdad? ¿Ya investigaste cómo fue que Keira pasó de ser la número uno de la sociedad a convertirse en la burla de todos? Para ayudar a su madre a librarse de la cárcel, Keira hizo cosas que no se te ocurren ní en tus peores pesadillas. Lo recuerdo con claridad.
-Pero ella solo quería salvar a su madre. Es algo que cualquiera haría por su familia.
Rosana soltó una risa burlona, incapaz de disimular su desprecio ante semejante argumento. Ese discurso venía cargado de chantaje moral.
-¿Ah, sí? ¿Salvar a una asesina es algo normal? Entonces, por lo que veo, en su empresa están muy a favor de proteger criminales. La verdad, me hace pensar que sus proyectos también deben estar llenos de trampas y engaños, ¿no?
Las palabras de Rosana cayeron como un balde de agua fría. El gerente de PZ se puso tenso, la mirada se le volvió más dura y empezó a elegir sus palabras con más cuidado.
-Señorita Lines, no diga cosas así. Yo solo quería servir de intermediario para que resolvieran sus diferencias. Al final, en los proyectos internacionales podríamos terminar colaborando. Si todo termina mal entre ustedes, nos perjudica a todos.
Rosana lo cortó en seco:
-¿Quién dijo que tenemos que trabajar juntos en el extranjero? ¿Acaso no podemos hacerlo solos?
El gerente de PZ, algo fastidiado, miró a Dionisio en busca de apoyo:
-Señor Jurado, hace un momento me dijo otra cosa.
Dionisio se acercó y tomó la mano de Rosana con decisión:
-Mi novia es la ingeniera jefe. Si ella no quiere, yo tampoco puedo hacer nada.
El gerente insistió, con voz forzada:
-Señor Jurado, si nos ven como enemigos allá afuera, tampoco les conviene. Podríamos crecer juntos, ganar todos…
Dionisio lo miró de forma impasible y sentenció:
-Eso pensé en un inicio, pero con el tipo de empleados que tienen, la verdad ya no veo razón para seguir platicando de negocios. Vámonos.
Rosana asintió, y antes de marcharse, se giró para mirar a todos los presentes y anunciar en voz alta:
-Si a alguien le interesa invertir en proyectos internacionales, puede venir a hablar con nosotros. La idea es que todos
ganemos.
Esta declaración despertó el interés de varios invitados. Al fin y al cabo, el mercado internacional era como una gran rebanada de pastel, y con los productos clave de la Empresa del Arce en juego, era una inversión segura.
20:28
Capítulo 1161
Keira, mientras se acomodaba el cabello y trataba de recuperar la compostura, lanzó una amenaza:
-Rosana, quédate tranquila, porque voy a llamar a la policía.
Rosana arqueó una ceja, con una sonrisa entre desafiante y burlona:
-Haz lo que quieras, pero, señorita Montes, ¿de verdad crees que no tengo pruebas de todas las cosas ilegales que hiciste? Que antes no haya hecho nada, no significa que no tenga los documentos guardados.
Mantuvo la mirada fija en Keira, una sonrisa enigmática dibujada en los labios:
-Si quieres llamar a la policía, adelante. Ya veremos quién termina peor parada.
Keira apretó los dientes hasta casi romperlos. Esa mujer le había arrebatado todo, ¡y todavía se atrevía a amenazarla!
Después de que Rosana y Dionisio se marcharon, el ambiente en la fiesta se volvió tenso y denso, como si todos respiraran con dificultad.
El gerente de la empresa PZ, intentando volver a la normalidad, sonrió y dijo:
-Bueno, sigamos hablando de negocios. Gaspar, Juan, ¿ya pensaron lo que les propuse hace rato?