Capítulo 1155
Capítulo 1155
Rosana, al escuchar esa pregunta, supo enseguida que aquel tipo no venía precisamente en son de paz.
No era para menos; cualquier hombre que llegara del brazo de Keira seguramente estaba de su lado.
Tras esa pregunta, el ambiente se volvió tenso. El silencio se apoderó del lugar y todos prestaron atención.
Aunque la mayoría ya conocía el chisme y tenía sus propias sospechas, nadie se había atrevido a preguntar algo así de frente.
Al fin y al cabo, Dionisio seguía al lado de Rosana. Una pregunta tan directa era una falta de respeto total para la familia Jurado.
Pero ahora que Keira apareció, la gente no pudo evitar mirar con esa chispa de morbo, como si esperaran ver un espectáculo.
Y es que la familia Montes ya estaba en bancarrota y Miranda seguía presa.
La bronca entre Keira y Rosana era de esas profundas, de las que solo pueden terminar con una victoria o una derrota absoluta.
Rosana miró con calma al hombre que había hablado:
-¿Y tú quién eres?
Keira soltó una sonrisa y le presentó:
-Él es el hijo de Gaspar, de Tecnología Pionera.
Rosana giró la cabeza hacia Dionisio y preguntó con un dejo de ironía:
-¿Tú has oído hablar de esa empresa? ¿A qué se dedican?
La cara del hombre se puso tensa de inmediato, como si le hubieran dado una bofetada. Era obvio que sentía que se estaban burlando de su empresa por ser pequeña y poco conocida.
Dionisio entendió el mensaje de Rosana y le siguió el juego:
-La verdad, tampoco me suena. Seguramente es una de esas empresas chiquitas que nadie pela.
Keira se apresuró a aclarar:
-Tecnología Pionera lanzó un jueguito hace poco, seguro lo han escuchado o hasta lo jugaron.
Rosana fingió pensar un segundo y luego chasqueó los dedos como si por fin cayera en cuenta:
-¡Ah, ya sé cuál dices! El juego ese.
El tipo recuperó el ánimo y, con aire triunfal, soltó:
-Pues el ingeniero principal de nuestro juego tiene muchísima experiencia y edad. Solo alguien así puede ocupar ese puesto. Mujeres como tú, que solo escalan por acostarse con los jefes, ni deberían opinar.
El tono arrogante del hombre hizo que Dionisio frunciera el ceño.
Rosana, sin perder la sonrisa, le apretó suavemente la mano a Dionisio y miró al hombre con una expresión que mezclaba burla y paciencia:
-Qué curioso, pero yo tengo entendido que el código fuente de ese jueguito lo compraron en el mercado negro, ¿o me equivoco?
Apenas terminó la frase, el hombre palideció de inmediato.
Rosana continuó, implacable:
-¿Te preguntas cómo lo sé? No me veas así. No fue Dionisio quien me lo contó, él ni tiempo tiene para fijarse en asuntos tan insignificantes.
El hombre trató de defenderse, pero su voz temblaba:
-¿De qué hablas? Nuestro juego es completamente original, lo desarrollamos nosotros, no lo compramos en ningún lado.
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Keira intervino, fulminando a Rosana con la mirada:
-Señorita Lines, tenga cuidado con lo que dice, porque podría tener problemas legales.
-Eso, Rosana, ¿cómo te atreves a inventar cosas sobre nuestra empresa? Te advierto que te puedo demandar.
Rosana soltó una carcajada cargada de desprecio:
-No es difamación si digo la verdad. Además, el periodo de confidencialidad ya terminó, así que puedo decir lo que quiera sin problema.
Keira se tensó y preguntó con voz temblorosa:
-¿Qué quieres decir con eso?
La inquietud se notaba en su cara.
Rosana no dudó en soltar la bomba:
-Es muy sencillo. Ese código lo escribí yo. Se parece mucho al juego que desarrollé en la Empresa del Arce, aunque tiene algunos cambios.
Keira quedó petrificada, como si le hubieran dado un balde de agua helada:
-Eso no puede ser cierto. ¿Cómo vas a ser tú la autora?
El hombre se partía de la risa, sin ocultar el sarcasmo:
-Oye, niña, deja de inventar. A tu edad, ¿cómo vas a saber programar algo así? Eres buena para las mentiras, ¿eh?
Keira también se sumó, mirando a Rosana con esa expresión de superioridad:
-Señorita Lines, sé que en internet hay muchos que dudan de ti y de si eres la verdadera ingeniera. Entiendo que quieras llamar la atención, pero mentir no te va a ayudar en nada.
La burla en los ojos de Keira era evidente. Para ella, Rosana solo estaba en ese lugar gracias a Dionisio y nada más.
-Si claro, ahor
resulta que vendiste el código en el mercado negro. O sea, ¿me estás diciendo que desde la prepa ya podías escribir cosas tan complicadas? Por favor, ni te esfuerzas para hacer que tu mentira suene creíble.
El hombre la miró
O como si estuviera viendo a una niña contando cuentos.
Alrededor, la gente empezó a murmurar, intercambiando miradas y comentarios por lo bajo. La mayoría mantenía su escepticismo, esperando ver hasta dónde llegaría la discusión y si Rosana lograría demostrar lo que afirmaba.
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