Capítulo 1131
Rosana estaba sentada en la cama, sumida en sus pensamientos, tratando de descifrar qué era lo que la otra parte planeaba hacer.
Dionisio se le acercó y se sentó a su lado.
-Por ahora, no te llenes la cabeza con demasiadas preocupaciones.
-¿Cómo quieres que no piense en nada? Ya empezaron a moverse. Si no hacemos nada, ¿acaso vamos a dejar que nos arrollen sin más?
Rosana no pudo ocultar su frustración.
-Yo sospecho que la mamá de Leonor también anda tras este proyecto. Capaz que hasta tiene que ver con la empresa PZ.
-Justo eso estaba pensando -respondió Dionisio, con el ceño fruncido-. Pero por ahora no tenemos muchas pistas. Bien podrían estar tratando de despistarnos.
Dionisio le tomó la mano a Rosana con suavidad, transmitiéndole calma.
-Vamos a desayunar primero, paso a paso. Si ya no pudieron aguantarse y decidieron atacar, seguro van a dejar alguna huella, a menos que piense desaparecer del mapa para siempre.
-Exacto, ¿ves? Ya empezaron a mostrar sus cartas.
Rosana terminó por darle la razón. Mientras la mamá de Leonor intentara hacer algo, tarde o temprano podrían descubrir quién era realmente. Si la otra parte permanecía en silencio, como lo había hecho antes, entonces sí que estarían de brazos atados, sin poder hacer nada. Pero ahora, la situación era diferente.
Con eso en mente, Rosana logró tranquilizarse.
Después de levantarse, Rosana y Dionisio se dirigieron directamente a la empresa.
El problema del exceso de radiación había causado una crisis enorme, y pronto los medios comenzaron a lanzar acusaciones contra la Empresa del Arce, asegurando que sus productos eran peligrosos, incluso los llamaban “prótesis tóxicas“,
La tormenta mediática crecía con cada minuto, llenando las redes de noticias negativas.
Apenas el carro llegó al edificio de la empresa, una multitud de reporteros los rodeó en cuanto bajaron.
-Señorita Lines, como ingeniera principal de inteligencia artificial, ¿acaso no sabía nada sobre el uso de materiales tóxicos en sus productos? -le soltó uno de los periodistas, acercándole el micrófono al rostro.
-Señorita Lines, ¿es cierto que su empresa usó estos materiales dañinos solo para
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adelantarse y tomar el mercado antes que otros? -interrogó otro, sin darle tregua.
-Señorita Lines, en internet la gente cuestiona cómo es posible que alguien tan joven sea la ingeniera principal. ¿Tiene algo que decir al respecto?
Las preguntas iban directo a Rosana, como una lluvia de dardos, todas llenas de acusaciones y desconfianza..
Ella ya se lo esperaba; esto era una jugada preparada desde el principio, diseñada para
hundirla.
En ese momento, Dionisio la abrazó y, mirándolos a todos con firmeza, les contestó:
-Ya enviamos a un equipo especializado a investigar cualquier posible problema con los materiales. Pronto daremos una respuesta clara. Pero a quienes anden esparciendo rumores y calumnias, no duden que tomaremos acciones legales.
Dicho esto, Dionisio la condujo de inmediato hacia la entrada de la empresa.
Los guardias de seguridad bloquearon el paso a los reporteros, impidiéndoles seguirlos.
Una vez dentro del ascensor, Rosana todavía sentía el corazón acelerado, la tensión colgando
como una sombra.
Miró a Dionisio de reojo.
-Esto va directo contra mí -susurró, apretando los labios.
-No solo es contra ti–le respondió él, con la voz endurecida-. Así es la competencia en los negocios, Rosana. Sin escrúpulos. También es contra mí. Hay quienes no soportan vernos crecer y quieren arrebatarnos lo que tenemos.
Rosana asintió, sintiendo cómo la rabia y la impotencia se mezclaban en su pecho.
-Tengo la impresión de que esto no se va a resolver tan fácil -murmuró.
-Esto no es nada, Rosana. Prepárate, porque de ahora en adelante te vas a topar con muchas
cosas así.
Las palabras de Dionisio, tan directas, la ayudaron a calmarse. Lo que hace un momento la tenía al borde del colapso, ahora era solo otro obstáculo por superar.
Cuando las puertas del ascensor se abrieron, Rosana se detuvo.
–Tú vete a la oficina. Yo voy a revisar el área técnica, quiero asegurarme de que el problema no sea solo con los materiales.
Dionisio la miró con seriedad.
-Está bien. Si surge algo, me avisas enseguida.
Rosana asintió y se dirigió al departamento técnico.
Hoy, con el escándalo alcanzando tales proporciones, todos los empleados habían regresado
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de su descanso para unirse al equipo.
Cuando Rosana entró, el jefe de área estaba reuniendo al personal para una junta urgente. Sin dudarlo, se incorporó al grupo y juntos se dirigieron a la pequeña sala de reuniones.
Al tomar la palabra, Rosana fue directa:
-Lo que tenemos claro hasta ahora es que hubo un problema con los materiales durante la compra. Ahora necesitamos asegurar que el software y los programas funcionen correctamente, y que no haya más fallas ocultas.
El ambiente se llenó de tensión, al tiempo que todos se preparaban para enfrentar el desafío que se avecinaba.
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