Capítulo 1126
Rosana vio cómo Benito tomó la urna con las cenizas. Echándole una mirada de arriba abajo, comprobó que la furía en su cara era justo como ella se la había imaginado.
Después de todo, ningún hombre podría aguantar una humillación así, mucho menos cuando Benito se había convertido en la burla de toda la red.
Al notar que Benito sostenía la urna, el abogado no pudo ocultar su preocupación y habló de inmediato:
-No pueden hacer esto.
Benito lo miró desde arriba, con una mezcla de desprecio y superioridad:
-Pues ya lo hice, ¿y qué vas a hacer al respecto?
Sin perder tiempo, Benito estampó la urna contra el suelo. Las cenizas se esparcieron por todo el piso, levantando una nube de polvo.
El abogado, fuera de sí, levantó la voz:
-¡Esto que están haciendo es ilegal!
Gerardo lo miró con frialdad:
-Ya te lo hemos repetido varias veces, sabemos que es ilegal.
Rosana soltó una risa cortante:
-¿Y acaso ustedes no han hecho cosas ilegales? No vengas a hacerte el inocente.
Entonces, Rosana puso el pie sobre las cenizas:
-Bien podrían haberse llevado las cenizas discretamente y enterrarlas en algún lugar donde yo nunca supiera, pero eligieron regresar justo aquí. ¿No será que estaban esperando que reaccionáramos así?
¿Cómo iba a permitir que la hija de su peor enemiga fuera enterrada en ese sitio?
Rosana fijó la mirada en el abogado:
-¿Te enoja? Pues dile a la persona que tienes detrás que venga a hablar de frente. ¿O qué? ¿Mandar a un perro a ladrar es todo lo que pueden hacer?
-Ella va a hacerles pagar. Ustedes fueron quienes mataron a su hija, y se los va a cobrar con creces.
Antes de que el abogado pudiera seguir, Gerardo le dio una bofetada:
-Oye, ¿cómo te atreves a hablarle así a mi hermana? Si hay alguien que debería decir esas palabras, somos nosotros, no tú. Rosana continuó sin inmutarse:
-Exacto, también le vamos a cobrar cada una de sus cuentas pendientes. Ella estuvo involucrada en lo que pasó hace años, por eso no da la cara y se esconde.
-No le da miedo enfrentarlos. Lo que pasó aquel día no tiene nada que ver con ella. Ella también es una víctima, la golpearon muchísimas veces.
De pronto, Rosana fijó la mirada en el abogado:
-¿Así que antes ya le ayudaste con sus problemas de violencia? ¿Eso quieres decir?
El abogado se quedó mudo, sin atreverse a decir una palabra más.
Gerardo miró a Rosana, buscando su opinión:
-¿Y ahora qué quieres hacer, hermanita?
-Si este tipo se atreve a venir aquí a hacerse el valiente, hay que darle una lección para que su jefa vea cómo le va a ir.
Gerardo asintió:
-Bien, llévense a este abogado.
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Capítulo 1126
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Mientras lo sacaban, el abogado no pudo evitar mirar a Rosana con rabia:
-Ella va a venir. No les va a salir bien esto.
Rosana hizo una mueca desdeñosa:
-Aquí la voy a estar esperando. Pero antes, tú vas a pagar por ella. Lo mismo tu familia y tus amigos.
Por fin, el abogado perdió la compostura:
-¡Ellos no tienen nada que ver con esto!
Rosana le respondió con una sonrisa torcida:
-Eso no me importa. Si yo no estoy en paz, tú tampoco lo estarás.
Justo cuando el abogado empezó a insultar a Rosana, Dionisio le dio un puñetazo que lo dejó tambaleando.
Dionisio lo miró con ojos de hielo:
-Si no cuentas lo que sabes, te juro que tú y todos los que te rodean van a vivir un infierno, Sabes que tengo cómo haceño El abogado, que conocía de sobra a Dionisio y la reputación de la familia Jurado, se puso aún más pálido, la preocupación pintada claramente en su cara.
Cuando se llevaron al abogado, la sala quedó en un silencio pesado.
Julio, todavía sorprendido, se volvió hacia Rosana:
-Rosana, ¿en serio hablaste en serio con todo eso que dijiste?
-¿Acaso me ves con ganas de bromear? Si ella se atrevió a hacerme esto, yo también la voy a hacer sentir asco. Si no da la cara, es porque algo la detiene.
Rosana le dio una patada a las cenizas:
-No vaya a ser que esa persona esté viendo todo esto desde las sombras.
Alzando la mirada, Rosana se fijó en las cámaras del salón, y una sombra de amenaza cruzó su cara.
Román se acercó, se agachó para limpiar las cenizas del zapato de Rosana y luego las tomó entre los dedos, analizándolas. Levantó una ceja con intriga:
-Estas cenizas no son humanas.
Capitulo 12/
Capítulo 1127

