Esther ya estaba al borde del colapso.
-Mamá, ¿ya viste cómo se comporta mi primo? Se siente el rey del mundo, ¿de qué sirve presentarle pretendientas? Lo único que quiere es trepar socialmente, sueña con casarse con una chava rica, pero ellas ni lo pelan.
-Esther, ¿qué estás diciendo? ¿En qué soy menos? Yo también tengo buen nivel, ¿eh? -replicó el primo, ofendido.
Esther se sentía como una presa rodeada por buitres. Todos la atacaban al mismo tiempo, y no había forma de escaparse.
En ese momento, Rosana apareció en la puerta; al ver la escena, ya no pudo contenerse. Caminó derecho hacia Esther y, tomándola de la mano, le susurró:
-Vamos afuera a tomar un poco de aire.
Nada más ver a Rosana, Esther ya no pudo aguantar más y las lágrimas comenzaron a correrle por las mejillas.
Pero apenas iban saliendo con Rosana, el primo molesto las siguió, insistente:
-Señorita Lines, hace rato me pasé, perdón. No lo tome a mal, ¿sí? Mire, ¿qué le parece si la invito a cenar un día de estos? Así puedo disculparme como se debe.
El tipo se sentía tan seguro de sí mismo, convencido de que con solo esforzarse un poco podría quitarle la novia a cualquiera.
La mamá del primo también se acercó, con una sonrisa forzada:
-Sí, mi hijo hasta reservó un restaurante de lujo para pedirte disculpas. No nos dejes en vergüenza, anda.
Rosana los miró de arriba abajo, seria:
-¿Y por qué tendría que hacerles ese favor?
Su comentario cayó como balde de agua fría. No tenía ni pizca de intención de ser amable.
La mujer se sintió incómoda y trató de disimular el golpe:
-Señorita Lines, nuestra familia tampoco anda mal. Antes hasta hicimos negocios con ustedes, con el Grupo Lines.
-¿Negocios de qué tipo? -preguntó Rosana, cruzada de brazos.
-Pues… le surtimos materiales y esas cosas…
La mirada de Rosana se volvió aún más cortante, con un dejo de burla:
-Ah, los de la fábrica. Vaya, vaya.
La señora se quedó callada, mordiéndose los labios, avergonzada. Por mucho que quisiera ocultarlo, era claro que la familia Lines estaba en otra liga.
Sin más, Rosana se llevó a Esther fuera de la sala privada.
Ya afuera, le pasó un pañuelo:
-¿Esto fue por mi culpa?
-No tiene nada que ver contigo -negó Esther, limpiándose la cara-. Mi familia siempre ha sido así. Ya no soporto más a mi primo, me tiene harta.
Había un cansancio profundo en su voz, una mezcla de enojo y tristeza:
-Crecí en una familia donde siempre le dan preferencia a los hombres. Tú seguro también lo viviste, ¿no? El hijo favorito siempre se siente con todo el derecho. Mi tía abrió una fábrica, les va bien, y mi primo cree que buscar pareja es como escoger entre reinas de belleza.
-Te entiendo -respondió Rosana, seria-. ¿No quieres que les demos una lección?
-No vale la pena -negó Esther-. Mejor me alejo de ellos y ya. Total, no tienen nada que ver con nosotros.
Rosana soltó una pequeña sonrisa. No insistió más; a veces, solo hacía falta una advertencia para que entendi. Esther la miró con gratitud:
Capitulo 18
-No te preocupes por mí, de verdad. Solo que hoy fue demasiado y me rebasó.
Después de platicar un rato, Dionisio apareció buscándolas.
Al verlo, Esther se puso un poco nerviosa. Hasta ese momento se enteró de que el viejo doctor del colegio era el mismísimo señor Jurado.
Pensó que Dionisio solo había llegado a esa escuela por Rosana. Después de todo, la muerte de los padres de Rosana también involucró a la familia Jurado.
Pero al ver la buena relación entre Rosana y Dionisio, se tranquilizó. Al menos, ya no tenía de qué preocuparse.
Esther les sonrió:
-Ya va siendo tarde, mejor váyanse. Hablamos luego.
Rosana asintió y se marchó del restaurante junto a Dionisio.
En ese momento, el primo salió tras Esther, aún con el tono sarcástico de siempre:
-Si logras que yo y la señorita Lines quedemos juntos, te lo voy a agradecer. No me voy a olvidar de ti cuando esté arriba, ¿eh?
Esther lo miró directo:
-¿Sabes quién es su novio?
-¿Y? ¿Qué? Seguro es otro niño rico, nomás porque nació en cuna de oro. Si nos ponemos a comparar talento, igual y hasta le doy la vuelta -presumió el primo, sin noción.
Esther soltó una risa burlona:
-Su novio es el señor Jurado.
El primo se quedó pasmado, sin saber qué decir: -¿¿¿???–

