Capítulo 1110
Julio sabía mejor que nadie cuánto deseaba Rosana empezar una nueva vida.
Después de escuchar lo que le dijeron, Rosana guardó silencio unos segundos antes de decir:
-No tienen que preocuparse por mis asuntos, yo sabré cómo resolverlos.
Apenas terminó de hablar, colgó la llamada.
Mirando a Dionisio que tenía enfrente, pregunto:
-Tú también escuchaste lo que dijeron, ¿qué piensas?
Rosana nunca había pensado en ocultarle nada a Dionisio sobre este tipo de cosas.
Dionisio, tranquilo como siempre, le sirvió un vaso de leche. Ella, enfrascada en la conversación, ni siquiera había probado el vaso que tenía enfrente.
Contestó con calma:
-Que se hayan llevado el cuerpo parece más por miedo a que ustedes lo usen para chantajearlos o sacarles algo. -Pero, Leonor no la estaba pasando muy bien últimamente, y tampoco vi que su madre hiciera algo por ella. Ahora que Leonor está muerta, aparece de la nada y todavía teme que usen el cuerpo para amenazarla. No tiene ningún sentido. Rosana también sospechaba de la madre de Leonor.
No quería volver a dejar que el asesino se le escapara. Si de verdad no tenía nada que ocultar, ¿por qué no daba la cara? En definitiva, todo este asunto era demasiado extraño.
Dionisio asintió:
-Tu análisis tiene lógica. Claramente esa mujer esconde algo, por eso ni se atreve a aparecer. Seguro que lo que siente por Leonor, si es que le tiene cariño de madre, no es mucho. Si no, ¿por qué esperar hasta que su hija está muerta para salir a la luz?
-Exacto. Pero si se llevó el cuerpo tan de repente, tarde o temprano vamos a encontrar pistas.
Dionisio miró a Rosana y le aseguró:
-Voy a mandar a alguien a investigar. Pronto tendremos noticias. Por tu parte, şi notas algo fuera de lo común, mantente alerta.
-No creo que esa persona se atreva a hacer nada. Después de esconderse tantos años, seguro teme que descubran quién es. Pero si llegara a intentar algo, sería justo la oportunidad para atraparla.
Después de todo lo que vivió con la familia Montes, Rosana se había vuelto mucho más tranquila y reservada.
Sabía que no podía apresurarse. Cuanto más se dejara llevar por la desesperación, más fácil sería caer en una trampa. Además, ahora que Miranda ya estaba arrestada y que todos los culpables de aquel entonces habían sido capturados, si todavía quedaba alguien suelto, solo era cuestión de tiempo para encontrarlo.
Dionisio sonrió, con cierta calidez en la mirada:
-Has madurado mucho.
-Con todo lo que me ha pasado, si no hubiera cambiado, ya estaría muerta.
Era como si hablara de su vida pasada.
Rosana miró a Dionisio y le dijo:
-Vámonos, regresemos ya.
Dionisio asintió. Aunque de vez en cuando ella soltaba comentarios pesimistas, el solo hecho de que hubiera logrado salir adelante después de lo de la familia Lines era muestra de su valentía.
Capítulo 1110
Al pisar de nuevo esas tierras, una oleada de recuerdos la golpeó. Pensó en todo lo que había sufrido en su vida anterior, pero esta vez, sentía que por fin había cambiado su destino.
Juntos, fueron a comprar flores frescas para visitar la tumba de sus padres. Después, subieron al carro y se dirigieron al
cementerio.
El ambiente del cementerio le revolvía los sentimientos. Era como si todos los dolores del pasado volvieran a pesarle en el corazón.
En su vida pasada, Rosana jamás supo la verdad sobre la muerte de sus padres. Incluso cayó en las trampas de la hija del asesino, sin tener la menor idea.
Durante el trayecto, Rosana se mantuvo muy callada, sumida en sus pensamientos.
Dionisio notó su silencio, pero en vez de interrumpirla, decidió acompañarla en silencio, respetando su espacio.
Al llegar frente a la tumba de sus padres, Rosana dejó las flores con manos temblorosas.
-Papá, mamá, por fin descubrí la verdad de lo que pasó aquel año. Seguro que lo han visto desde donde están. Los culpables ya pagaron por lo que hicieron.
Los ojos se le llenaron de lágrimas y, en lo más profundo de su corazón, les pidió perdón: Perdón por no haber sabido nada, por no haber podido hacer nada en aquella vida.
Dionisio, con ternura, le limpió las lágrimas.
-Tus papás estarían muy orgullosos de ti.
Se giró hacia las fotos en blanco y negro del nicho y murmuró:
-Siento mucho lo que pasó aquel entonces.
En su interior, Dionisio prometió: De ahora en adelante, yo me encargaré de cuidar a Rosana. Les pido que confíen en mí.
Él mismo la había rescatado aquel día del carro destrozado, y estaba decidido a protegerla toda la vida.
A lo lejos, Román observaba la escena en silencio.

