Capítulo 1106
En ese momento, el cuerpo de Dionisio se quedó rígido, con la mano aferrada al sofá.
Seguía sin moverse, mirando cómo ella, con una torpeza casi dolorosa, le daba un beso. Por dentro sentía una incomodidad difícil de describir. No le hacía gracia enterarse de que había alguien más en el pasado de Rosana, y mucho menos saber que ella, a pesar de eso, se negaba a contarle quién era ese hombre al que alguna vez había querido.
Pero para su sorpresa, no solo no se lo confesó, sino que además se atrevió a besarlo justo después.
¿A qué jugaba? ¿Eso era todo lo que tenía para decir? ¿Por qué tanto misterio? ¿Qué podría ser tan difícil de contar?
Dionisio nunca pensó que, incluso estando tan cerca, Rosana aún guardara secretos frente a él. Apretando los dientes, Dionisio giró la cabeza y la miró de frente.
-Todavía no me has contestado lo que te pregunté.
Que no creyera que con un beso podía distraerlo. Esas trampas no funcionaban con él.
Rosana lo miró con los ojos grandes, llenos de una tristeza callada.
Durante unos segundos se quedaron viéndose el uno al otro, como si midieran fuerzas en silencio. Al final, Dionisio fue el primero en ceder. Se esforzó por suavizar la voz:
-Anda, dime quién es.
Rosana volvió a negar con la cabeza, esta vez girándose con la intención de escapar.
Dionisio la atrapó rápido y la aferró contra su pecho.
-¿A dónde crees que vas?
-Suéltame–balbuceó ella, forcejeando.
-No te suelto hasta que me digas.
Él no la dejaba ir. Pero Rosana se revolvía con fuerza, hasta que de repente se llevó la mano a la boca, sintiendo arcadas,
Dionisio se alarmó y, sin pensarlo, la cargó hasta el baño.
Aun así, Rosana terminó vomitándose encima, y luego se dejó caer en el suelo, sin fuerzas para
moverse.
Dionisio soltó un suspiro.
-¿Puedes levantarte?
Rosana alzó la mirada, los ojos brillando con lágrimas, y estiró los brazos como una niña.
-Cárgame.
Viendo lo vulnerable que estaba, Dionisio no pudo evitar acercarse y levantarla en brazos.
-Vamos, hay que bañarse.
-¿Me ayudas tú?
Al oír eso, Dionisio tragó saliva.
-¿Estás consciente de lo que estás diciendo?
Sin dejar de mirarla, la llevó al cuarto principal y ajustó el agua de la tina.
Después, posando la mirada seria sobre ella, preguntó:
-¿Puedes sola?
Rosana negó de nuevo y lo abrazó, murmurando:
-Ahora tu ropa también ya se manchó.
Dionisio vio la expresión triunfante en su cara y apoyó la frente contra la de ella, medio divertido, medio resignado.
-¿Nos bañamos juntos?
-Sí.
Rosana lo besó de nuevo, esta vez sin soltarlo ni un segundo.
Dionisio, que hasta hacía poco estaba molesto por ese amor imposible en el pasado de Rosana, ahora ya no sentía la necesidad de seguir interrogándola. Al final, para él solo importaba que, en ese momento, ella solo tuviera ojos para él.
En cuanto al resto, estaba seguro de poder ganarle a cualquiera.
Rodeándola por
la cintura, se sentó al borde de la tina y le quitó la ropa con delicadeza.
Rosana, al sentir el cambio de temperatura, se encogió un poco.
Dionisio la metió al agua con cuidado.
-¿Ahora sí sientes frío?
Rosana se sumergió en el agua, tan adormilada que apenas podía sostenerse.
Dionisio, preocupado de que ella pudiera resbalarse o tragar agua, se metió también para bañarla.
Al poco rato, Rosana se quedó dormida mientras la bañaba, la cabeza lecaía y no podía mantener los ojos abiertos.
Dionisio la sacó en brazos, la secó con cuidado y la llevó a la cama.
Le tocó la frente para asegurarse de que no tuviera fiebre y, al notar que la temperatura era
213
normal, por fin se tranquilizó.
Luego se puso el pijama y regresó a acostarse junto a Rosana.
Observando el rostro dormido de la chica, le pellizcó la mejilla.
-A ver, ¿quién es ese que tanto te gustaba antes?
¿Cómo era posible que nunca le hubiera contado algo así?
¿Desde cuándo tenía secretos tan grandes guardados?
Al final, Dionisio solo pudo cubrirla con la cobija, lleno de ternura.
Esa noche, Rosana durmió profundamente, sin sobresaltos.
Soñó que salía de paseo con sus papás, que no había ningún accidente y que el paisaje afuera era hermoso.
Cuando despertó, todavía recordaba ese sueño.
Se sentía feliz, como si de verdad hubiera estado con ellos.
¿Será que sus papás habían ido a verla en sueños?
Al girar la cabeza, vio a un hombre acostado a su lado. Al reconocer que era Dionisio, se quedó petrificada.
¿Cómo que él estaba durmiendo con ella?
16861

