Capítulo 1102
Rosana observaba desde un costado cómo los reporteros se plantaban frente a los hermanos de la familia Lines, con sus cámaras y grabadoras listas para capturar cualquier reacción.
Dionisio se acercó a ella y dijo en voz baja:
-Ya deja de perder el tiempo viendo cómo fingen. Mejor vámonos.
Rosana apartó la mirada y asintió:
-Está bien.
Todo había terminado. Pero, aun así, ella no tenía la menor intención de reconciliarse con los hermanos Lines. Lo que quería era cortar cualquier lazo que quedara entre ellos, y así, cada quien seguiría su propio camino, empezando una vida nueva.
Al alejarse Rosana, un carro estacionado a un lado de la calle permanecía con las luces apagadas, observando cada movimiento de la escena.
Dentro del carro, una mujer preguntó con voz distante:
-¿Ya está todo listo?
-Sí, todo está arreglado. Nadie va a descubrir nada.
La mujer entrecerró los ojos y se le dibujó una sonrisa torcida en los labios:
-Qué bola de ingenuos, ¿de verdad creen que podrán encontrarme? Si quieren jugar, pues vamos a ver quién ríe al final.
Rosana subió al carro para marcharse, y Flora se acomodó a su lado, con un aire de alivio mezclado con preocupación.
Flora la miró de reojo y comentó:
-Rosana, ahora que terminó el juicio, seguro la escuela no va a estar tranquila un buen rato. Con los medios más o menos ya resolvimos, pero fijo seguirán llegando reporteros a buscarte. Rosana le devolvió la mirada, serena:
-Sí, lo sé. Esta noche prefiero irme a mi departamento. No se preocupe por mí, de verdad.
Flora le dio un par de palmadas cariñosas en la muñeca:
-Eso está bien.
-Flora, usted solo concéntrese en recuperarse.
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Capítulo 1102
El carro se detuvo frente al hospital. Flora bajó primero, y antes de entrar, le dijo a Rosana con voz cálida:
-Ahora sí puedo estar tranquila y dedicarme a sanar. Si llegas a tener algún problema, no dudes en buscar a Dionisio. Nosotros te fallamos hace años, así que no te limites, pide lo que necesites.
Rosana asintió con una media sonrisa:
-No se preocupe, no voy a ser tímida para eso.
-Perfecto, me regreso al hospital. Dionisio, encárgate de llevar a la señorita Lines a su casa, ¿sí?
Flora le guiñó un ojo a Dionisio y se volvió hacia el hospital, caminando despacio.
Rosana se quedó parada unos segundos, mirando cómo Flora se perdía entre las puertas del hospital, y luego levantó la mirada hacia Dionisio.
Dionisio bajó la vista para encontrarse con sus ojos:
-Voy a llevarte a tu departamento. En estos días, deberías buscar algún sitio para relajarte y despejarte.
Rosana levantó la mirada, pensativa:
-En realidad, sí tengo un lugar en mente. Necesito ir.
Lo miró directo a los ojos y preguntó:
-¿Tienes tiempo? ¿Me acompañas?
Dionisio ladeó la cabeza, adivinando:
-¿Quieres ir a ver a tus papás?
-Sí–contestó con una sonrisa tierna-. Sabía que lo ibas a adivinar.
Dionisio revisó la hora en su celular y propuso:
-¿Por qué no vamos hoy? Si te quedas aquí, seguro los medios no te van a dejar en paz. Incluso cuando veníamos, había reporteros siguiéndonos.
Rosana asintió:
-Está bien. Solo que no sé si a esta hora haya vuelos.
-Puedo conseguir un helicóptero, así nos vamos sin necesidad de boletos ni nada.
-Perfecto. Primero quiero pasar al departamento, mis amigas siguen ahí esperándome.
Sabía que todas estaban pendientes de su situación y no quería dejarlas colgadas, menos ahora después de todo lo que habían pasado juntas durante el juicio.
Dionisio sonrió:
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Capítulo 1102
-¿Te prepararon una fiesta para celebrar, verdad?
-Algo así. No me han soltado ni un momento en este tiempo.
Ambos se quedaron parados junto a la banqueta. Dionisio volvió a sonreír y le dijo:
-Anda, ellas te están esperando.
Dionisio ya se había dado cuenta de que, a unos metros, Javier estaba estacionado en el carro y Sara Chavira ocupaba el asiento de copiloto.
Rosana echó un vistazo por encima del hombro, después lo miró y dijo:
-Entonces, me voy.
-Si, yo paso por ti más tarde.
-Perfecto.
Rosana se dio la vuelta y caminó hacia el carro de sus amigas.
Dionisio se quedó mirando su silueta mientras se alejaba. Por primera vez en mucho tiempo,
su expresión se relajó, como si se hubiera quitado un gran peso de encima.
Óscar apareció a su lado y le soltó:
-¿Qué onda, ya te llevas mejor con Rosita o qué?
Dionisio sacó un cigarro y, sin prenderlo aún, le contestó seco:
-Deja de decir cosas de más.
-Ándale, no te hagas. Se te nota en la cara, estás feliz. Ya no finjas.
Óscar le dio un codazo en el hombro, bromeando:
-Ya que terminó el juicio, tu mayor obstáculo con Rosita se fue. No tardes en reconquistarla, que yo ya estoy listo para la fiesta de su boda.
Dionisio sostenía el cigarro entre los dedos, pero no llegó a llevárselo a la boca. Aun así, la sonrisa se le escapó y no podía ocultarla.
Miró de lado a Óscar y preguntó:
-¿Supiste algo de lo que te pedí sobre Román? ¿Ya hay novedades?
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