Capítulo 1093
Rosana escuchó las palabras de Keira sin venir a cuento y, la verdad, le pareció hasta gracioso.
Ni siquiera se dignó a responderle, simplemente tomó a Flora del brazo y siguió caminando hacia adelante. Flora, por su parte, también había notado la presencia de Keira, pero actuó como si no la hubiera visto en absoluto.
Keira quedó completamente ignorada, algo que la llenó de impotencia y rabia.
Por supuesto, ella también había visto las noticias de los últimos días, donde los medios reportaban que Rosana, Flora y Dionisio habían ido juntos a comer, causando revuelo en las
redes.
Según los titulares, parecía que Rosana y Dionisio ya estaban en plan de conocer a la familia, como si su relación fuera en serio.
Durante todo ese tiempo, en internet no dejaban de burlarse de Keira, la que alguna vez fue la “primera dama de la alta sociedad” de la capital. Ahora todos decían que ni siquiera podía competir con una chica de provincia como Rosana.
Keira, al ver esos reportajes, se llenaba de coraje. Tanto, que hasta la comida se le atoraba y a veces ni hambre tenía.
Sentía que todo lo que alguna vez fue suyo, Rosana se lo había quitado.
Sin poder aguantarse, Keira se acercó a Flora, la miró con desprecio y soltó:
-No vayas a creer que Rosana es mejor que yo. La diferencia entre ella y la familia Jurado es abismal. Desde el principio, ella se acercó a Dionisio con un propósito.
Flora estaba sentada en la silla, levantó la vista y, con absoluta tranquilidad, contestó:
-Eso no es asunto tuyo. Además, a mí Rosana me cae muy bien. Si ella quisiera ser mi nuera, sería tan feliz que hasta en mis sueños me pondría a reír.
Rosana escuchó lo que dijo Flora y bajó la mirada al suelo, sin animarse a decir nada.
Desde aquella vez que la fotografiaron comiendo con Flora y Dionisio, los rumores en internet sobre su supuesta relación no habían parado. Muchos decían que la boda era inminente.
Pero Rosana, ocupada como estaba con el juicio, nunca salió a aclarar nada. No quería que la gente empezara a husmear más de la cuenta y a relacionar los chismes con el caso judicial.
Sabía bien que con el tiempo, cualquier escándalo se olvida y los rumores se desvanecen
solos.
Keira, al oír cómo Flora defendía a Rosana, sintió que algo dentro de ella explotaba. ¡No podía creer que la señora Jurado la prefiriera a ella!
Keira giró para mirar a Rosana, y le espetó con sarcasmo:
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Capítulo 1093
-No te creas la gran cosa. Esas palabras también me las dijo a mí alguna vez.
La expresión de Flora cambió de inmediato. Era cierto, antes había dicho cosas similares, pero én ese entonces no conocía la verdadera cara de la familia Montes.
Flora miró a Rosana de reojo, con temor de que la muchacha malinterpretara sus palabras.
Al ver lo cuidadosa que era Flora con Rosana, Keira se llenó de rabia. ¿Por qué ella nunca había recibido ese trato especial?
En ese momento, Dionisio se adelantó y miró a Keira con severidad:
-Este es el área destinada para la parte acusadora. Por favor, ve a sentarte allá.
Keira levantó la cabeza, indignada:
-¿Ahora resulta que me estás echando?
Hilario Jurado, visiblemente molesto, empujó a Keira y soltó:
-¿Y qué esperabas? ¿Que todavía te invitáramos a cenar después de todo lo que le hiciste a mi mamá? ¿Con qué cara te atreves a decir semejantes cosas?
-Todo eso lo hizo mi mamá, ¿qué tengo que ver yo?
Keira se sentía inocente, como si todo lo que pasaba no fuera su culpa.
No entendía por qué a ella le iba tan mal, mientras Rosana parecía estar viviendo en el paraíso. Hilario, tan enojado que estuvo a punto de irse a los golpes, fue detenido a tiempo por Dionisio. Dionisio le clavó la mirada a Keira y soltó, con voz cortante:
-A una mujer como tú, ni siquiera quiero verla.
Keira lo miró, incrédula:
-¿Por qué me tratas así?
-¿Que por qué? Mi hermano jamás te hizo caso. Fuiste tú la que no dejaba de perseguirlo. La verdad, mi hermano tuvo la peor suerte del mundo al cruzarse contigo.
Al ver que Hilario estaba a punto de perder el control, Keira se asustó un poco y, sin decir más, se fue a sentar al área de los familiares del acusado, con el coraje atorado en la garganta.
Pero no pudo quedarse callada. Levantó la vista y, con una sonrisa desafiante, miró a Rosana y dijo:
-No importa cuánto se esfuercen. Al final, a mi mamá no la van a condenar a muerte. Ya verán, ella va a salir adelante. No van a salirse con la suya.
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