Capítulo 1064
Julio, al ver a Román, no tardó en contarle sobre el embarazo de Leonor. Sabía que si alguien podía guardar un secreto, ese era Román.
Román frunció el ceño y preguntó: -¿Por qué lo has aguantado hasta ahora?
-Porque no podemos permitir que surjan problemas con el padre de Leonor. Para que el juicio se desarrolle sin contratiempos, no hay otra opción -respondió Julio.
El rostro de Román se oscureció, como si pudiera Ilover de un momento a otro: -Esos tipos son un estorbo. Si hubiera regresado antes…
No hubieran quedado vivos ni uno solo.
Julio observó a Román con el ceño fruncido, una sensación extraña lo invadía nuevamente.
Le dio una palmada en el hombro a Román: -Román, lo correcto es usar la ley para castigar a la familia Montes. Es la única manera de clavarlos en el muro de la deshonra, para que nunca se recuperen.
-Pero las penas de muerte son raras, tal vez solo los condenen a cadena perpetua. ¿Qué derecho tienen a seguir vivos? Deberían estar en el infierno acompañando a nuestros padres.
El tono de Román era tajante, y su mirada desprendía una amenaza palpable.
Julio se estremeció al escucharlo: -Román, debes saber que pensar así es muy peligroso.
Román volvió en sí: -Por supuesto, solo lo pienso. Después de todo, nos engañaron durante años, ¿no quieres que paguen por eso?
-Por supuesto que estoy furioso, pero hay que dejar que la justicia haga su trabajo. Si tomamos la justicia por nuestra mano, ¿en qué nos diferenciamos de ellos? Podríamos acabar en prisión, y eso no es lo que nuestros padres querrían.
Román bajó la mirada: -No dejes que Leonor vuelva del hospital.
Julio asintió: -Lo sé, me encargaré de que los doctores la mantengan allí para que cuide su embarazo.
Después de lo que Leonor había hecho para molestar a Rosana, no sabían qué más podría hacer en el futuro. Lo mejor era mantenerla alejada de Rosana.
Cuando Julio se marchó, Román se quedó solo, mostrando una expresión de desprecio: -¿Qué importa si mueren algunos? Todos ellos lo merecen.
Julio podía hablar con tanta ligereza porque nunca había sentido la desesperación del arrepentimiento.
Cuando Rosana salió en su carro, se dirigió directamente al hospital. Quería saber cómo iba la
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investigación.
Al llegar, solo encontró a Hilario.
-Escuché que estás enfrentándote a la empresa de la familia Montes. ¿Qué dice la señora Jurado? -preguntó Rosana.
-Mi mamá no ha dicho nada, pero supongo que lo sabe.
Con tantas noticias en internet, Flora debía estar al tanto. Tal vez incluso había recibido llamadas de la familia Montes.
Hilario estaba claramente enojado, con un semblante serio, muy diferente del chico despreocupado que solía ser.
-¿Te parece que la gente puede ser aterradora? -comentó Rosana.
Hilario asintió: -Sí, no tienes idea. Mi mamá siempre fue muy buena con la familia Montes.
-La mayoría de las personas son normales, pero la familia Montes es la excepción. La señora Jurado simplemente tuvo mala suerte de cruzarse con personas tan malvadas y egoístas.
Hilario bajó la mirada, sin decir nada.
Rosana cambió de tema: -¿No piensas volver a entrenar con el equipo?
Hilario negó con la cabeza: -No tengo tiempo, además estoy pensando en retirarme.
Rosana se mostró sorprendida: -¿Por qué?
-Creo que es hora de ayudar a Alonso con algunas cosas. En el tiempo que estuve en el equipo, cumplí mi sueño. No tengo nada de qué arrepentirme.
Hilario tenía claro lo que quería. Miró a Rosana: -Pero tú puedes seguir adelante. Espero verte ganar el campeonato nacional y unirte al equipo nacional algún día.
Rosana sonrió: -¿Puedo preguntarte algo? ¿Tu hermano dejó el equipo por el accidente?
Justo en ese momento, Dionisio salió del elevador y escuchó la pregunta.

