Capítulo 1030
Pero las lágrimas, esas no dejaban de caer.
De repente, todo se oscureció para Rosana cuando alguien cubrió sus ojos, intentando evitar que viera lo que ocurría.
Rosana reaccionó mordiendo la mano que la sujetaba, usando toda su fuerza.
-Tranquila, tranquila.
Seguía escuchando su voz suave al oído, y finalmente, se detuvo.
Rosana alzó la vista y por fin pudo ver cómo lucía quien la había salvado.
Era Dionisio, de cuando era joven.
Sus facciones aún eran inocentes, con un toque de angustia, y su ropa estaba manchada de
sangre.
Al ver esa cara familiar, Rosana no pudo evitar extender la mano, pero en ese instante, el sueño
terminó.
Abrió los ojos y la luz brillante la deslumbró.
Se dio cuenta de que estaba en un hospital, con el característico olor a desinfectante invadiendo cada respiración.
¿Era un sueño o la realidad?
Ni ella misma sabía.
-¿Has despertado?
Rosana escuchó una voz cercana y al girar la cabeza, vio a Dionisio. Su rostro ahora era maduro y apuesto, diferente al Dionisio de su adolescencia.
Esta vez, Rosana alzó la mano para tocar su cara.
Dionisio no se movió, dejando que su mano descansara sobre su piel, su palma aún estaba algo fría.
De repente, Rosana rodeó su cuello con los brazos, atrayéndolo hacia ella.
Dionisio no opuso resistencia, acercándose más a su rostro.
-¿Qué quieres decir? -preguntó en un susurro.
Pero Rosana simplemente lo besó en los labios, con un toque de duda y exploración.
Dionisio apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de sentir una mordida suave en su labio.
-Es real.
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Capitulo 1030
Rosana se detuvo, mirando la pequeña herida en la comisura de sus labios.
-Esto no es un sueño.
Dionisio no supo qué responder; se acercó y rozó su boca con la de ella.
-No es un sueño -repitió.
-¿Te duele?
-Un poco.
Rosana sonrió levemente.
-He tenido tantos sueños que ya no sé cuál es real y cuál no.
Dionisio tomó su mano fría entre las suyas.
-Esto es real, no es un sueño, has despertado.
Rosana lo miraba fijamente, como si quisiera decir algo, pero al final no lo hizo.
Recordaba todo lo que había pasado durante el accidente.
Él había sido quien la había salvado.
En ese momento, él aún intentó regresar para salvar a sus padres, pero fue demasiado tarde.
Pero si hubiera regresado antes, también habría muerto en la explosión.
Pensar en eso hacía que Rosana sintiera un nudo en el pecho.
Dionisio le secó las lágrimas de las mejillas.
-¿Por qué lloras? ¿Quién te hizo daño?
Él sabía que había algo con Román que ella nunca había mencionado, y no quería preguntar en ese momento. Al menos no hasta que ella estuviera más recuperada.
Rosana se dio cuenta de que estaba llorando y se sintió algo avergonzada.
Había culpado a Dionisio antes, y había dicho cosas hirientes.
No se sentía cómoda contándole eso.
Desvió la mirada, evitando sus ojos.
-¿Sientes alguna molestia? -preguntó Dionisio.
Rosana negó con la cabeza.
-No, solo quiero agua.
Dionisio inmediatamente le trajo un vaso de agua, la sostuvo en sus brazos y le ayudó a beber.
Después de beber, Rosana se sintió mucho mejor.
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Con la voz aún ronca, preguntó:
-¿En la escuela nadie salió lastimado, verdad?
-No, tú fuiste la que resultó más herida.
Dionisio suspiró al mencionar el tema.
-Podrías haberte ido antes, ¿por qué fuiste tan terca?
-No pensé mucho en eso, era tarde y seguro que algunos no se habían despertado, pero al fin y al cabo estoy bien, ¿no?
-¿Desmayarte es estar bien?
Rosana bajó la mirada, escuchando el latido constante de su pecho.
Respondió en voz baja:
-No me gusta el fuego, ¿no puedo haberme desmayado del susto?
-¿Por el accidente de hace años?
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