Capítulo 1024
Ahora no es como en su vida pasada, y no piensa cometer los mismos errores.
Sin embargo, Rosana siempre encontraba algo extraño en las palabras de Román, pero cada vez que investigaba, parecía que solo eran ideas suyas.
Rosana regresó directamente a la escuela.
Sara la miró. -¿Cómo te fue en La Cúpula Dorada? Escuché que la madre y la hija de la familia Montes también estuvieron allí. Seguro que recibieron la noticia y no se quedarán de brazos cruzados.
-¿La noticia se propagó tan rápido?
Rosana no esperaba que Sara supiera todo tan pronto.
Sara sonrió. -¿No ves a qué me dedico? Además, siempre tengo a mis amigos vigilando a la familia Montes. Cualquier movimiento y yo me entero.
Era el momento en el que Rosana necesitaba ayuda, y Sara estaba decidida a desempeñar bien su papel de informante.
Rosana abrazó a Sara. -Gracias, de verdad. Aunque la madre y la hija de la familia Montes llegaron al lugar, Samuel las dejó en ridículo y sus guardaespaldas se las llevaron.
Marina soltó una carcajada. -¡Eso sí que da gusto! Esa madre y su hija eran tan arrogantes en el centro comercial esta tarde, y ahora les tocó su merecido. Es el karma.
-Tal cual. Keira era tan altanera por la tarde, y por la noche ya estaba hecha un desastre.
Con un tono burlón, Rosana dijo: -Por eso no se puede depender de nadie, solo de uno mismo. De lo contrario, te pueden desechar en cualquier momento.
Tal como le pasó en su vida pasada.
Sara intervino. La neta, no entiendo por qué Keira hace todo esto. Ahora su reputación está por los suelos y su futuro se ve arruinado.
Rosana negó con la cabeza. -No entiendo lo que pasa por la mente de esa gente.
Quizás ahora todo esto haya llegado a su fin.
Acostada en la cama, Rosana recordó el menú especial que La Cúpula Dorada le había dado. Sorprendentemente, todavía lo tenía.
No pudo evitar abrir la conversación con Dionisio y empezó a deslizar hacia arriba, viendo sus conversaciones pasadas.
Rosana recordó aquellos momentos juntos, sintiendo su corazón lleno de nostalgia.
“¿Debería contarle lo que pasó hoy en La Cúpula Dorada?“, se preguntó Rosana, indecisa sobre qué decir.
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Entonces, notó que el cuadro de diálogo mostraba: “el otro está escribiendo…”
Rosana se sentó de inmediato. ¿Dionisio le estaba por escribir?
Miró el cuadro de diálogo, pero después de mucho esperar, no llegó ningún mensaje y las palabras “el otro está escribiendo” desaparecieron.
Después de que la pantalla se apagara, Rosana la desbloqueó nuevamente y abrió el cuadro de
edición.
Pero tampoco sabía qué escribir.
Al otro lado, Dionisio también vio las palabras “el otro está escribiendo“. Su corazón se detuvo un momento, pensando que estaba alucinando.
Pero él también esperó un buen rato, sin recibir nada.
Dionisio reflexionó un momento frente al cuadro de diálogo y decidió enviarle un regalo virtual.
Cuando Rosana vio el regalo, casi dejó caer el teléfono. Después de tanto esperar, ¿qué
significaba enviar un regalo?
Con cautela, respondió: -¿?
-¿Aún despierta a estas horas?
Rosana contestó: -¿Y tú no estás despierto también?
-Duerme temprano.
Rosana leyó su mensaje, mordiendo su labio. Este tipo le envió un regalo sin razón y no explicó
nada.
Envió un meme en respuesta.
Rosana dejó el teléfono a un lado, sin aceptar el regalo.
Pero esa noche, Rosana soñó que Dionisio le enviaba muchos regalos. El teléfono no dejaba de sonar, y no podía ni contestar las llamadas.
Despertó en medio de la noche al percibir un olor penetrante.
¿Se estaba incendiando algo?
Rápidamente, se bajó de la cama y al llegar al balcón, vio el resplandor del fuego.
Realmente estaba ardiendo.
Rosana gritó con urgencia: -¡Sara, Marina, despierten, hay un incendio!
El fuego era lo que más detestaba en esta vida.
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