Capítulo 1020
Keira fue empujada, casi perdiendo el equilibrio.
Se apoyó en la mesa, con la espalda encorvada, temblando ligeramente.
-Sal de aquí -soltó Samuel con tono cortante.
El rostro de Keira se tornó en una expresión de desamparo. Levantó la mirada hacia Rosana, con los ojos enrojecidos y llenos de odio.
Rosana, al encontrarse con esa mirada de rencor, mantuvo una expresión indiferente.
Keira, visiblemente afectada, exclamó: -¿Rosana, ni así me vas a dejar en paz?
Al escuchar la acusación, Rosana levantó la mirada.
-¿Fui yo quien te puso en esta situación? ¿Olvidas lo altanera que estabas esta tarde en el centro comercial?
No entendia cómo la gente de la familia Montes podía tergiversar tanto las cosas.
-¿Y no lo es? He hecho tanto, he dado tanto, y justo cuando estaba a punto de lograrlo, vienes tú y lo arruinas todo -dijo Keira, con la voz afilada y llena de frustración.
Rosana levantó la mano y le arrojó el vino: -Aclárate, fue tu mamá quien cometió el crimen. Tú querías destruir las pruebas de lo que hizo, ¿no hice bien en detenerte?
-¡Pero tus padres ya están muertos! Han pasado tantos años, ¿no puedes dejar a la familia Montes en paz?
Keira se sentía atrapada en una vida que consideraba trágica.
Todo había marchado bien, sin problemas, pero desde que Rosana apareció, todo cambió. -¡Vengan, saquen a esta mujer de aquí! No queremos que arruine nuestra cena -Samuel alzó
la voz.
-¡Suéltenme, no me voy! No me iré hasta que no aclaremos todo -clamó Keira, resistiéndose.
Sin embargo, finalmente Keira fue llevada fuera del lugar.
El salón pronto quedó en silencio.
Rosana pensó en el estado frenético de Keira hace un momento. ¿De qué le sirvió tanto esfuerzo, si al final no obtuvo nada?
“Me recuerda a mi vida pasada, cuando lo di todo por mis hermanos y terminé igual de mal“, reflexionó Rosana.
Samuel se dirigió rápidamente hacia Rosana: -Srta. Lines, como podrá ver, me encargué de esa mujer. No volverá a interferir debido a la familia Montes. Puede estar tranquila.
Rosana asintió:
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-Está bien.
Dado que Samuel lo había dicho, sin importar si era cierto o no, ella debía seguir jugando su papel.
Román miró a Rosana:
-No te preocupes, hermanita. La venganza por papá y mamá se llevará a cabo, no dejaremos que el culpable se salga con la suya.
Rosana no estaba acostumbrada a la actitud gentil de Román, así que desvió la mirada sin responder.
Samuel observó a Román y comentó:
-Sr. Lines, ya he cumplido con lo que acordamos. ¿No me darán un cupo a cambio?
Román respondió con calma:
-No hay problema, pero eso será después de que el juicio concluya. Solo entonces podremos proceder.
El mensaje de Román era claro: había desconfianza hacia la familia Páez y sus posibles traiciones.
Samuel asintió rápidamente:
-Claro, no hay problema. Puede confiar en mí. Y, Srta. Lines, pida lo que quiera, está en su
casa.
En ese momento, un gerente se acercó, mostrando respeto ante Rosana:
-Srta. Lines, hemos renovado nuestro menú de comida tradicional. Le invitamos a probar nuestros nuevos platillos.
Rosana ojeó el menú y asintió:
-Está bien.
Samuel, sorprendido, comentó:
-¿Cómo es que no vi ese menú de comida tradicional antes?
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gerente, manteniendo la cortesía, explicó:
-Este menú fue preparado exclusivamente para la Srta. Lines. No está disponible al público. Mis disculpas.
Esa respuesta dejó el salón en un silencio considerable.
Samuel, tanteando el terreno, dijo:
-Srta. Lines, quién lo diría, resultó que tenía un as bajo la manga para que La Cúpula Dorada le hiciera un menú solo a usted.
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Román miró a Rosana con curiosidad:
-¿De qué se trata esto?
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