Capítulo 93
La voz que había silenciado los murmullos pertenecía a Marina, aunque pocos la reconocieron de inmediato.
Se había transformado para la ocasión: ondas suaves enmarcando su rostro, labios del color del pecado, y un vestido verde esmeralda que se adhería a sus curvas como una segunda piel.
La elegancia de su figura captaba todas las miradas, mientras las enormes gafas de sol – aparentemente discordantes con su atuendo – ocultaban su verdadera identidad como un velo
de misterio.
“Señor, es ella,” susurró el asistente de Federico, apenas conteniendo su emoción.
Federico quedó cautivado por aquella aparición que combinaba sensualidad y elegancia sin rozar lo vulgar. “Consigue su información,” murmuró a su asistente, sin apartar la vista de la misteriosa mujer.
Marina avanzaba como una pantera: cada paso calculado, cada movimiento una promesa velada. Su presencia era magnética, proyectando una sensualidad refinada que, paradójicamente, conservaba un aire de inocencia intocable.
Al pasar junto a Isaac y Cynthia, se detuvo. El aire entre ellos se cristalizó.
“Controla tu lengua,” siseó Isaac, sus ojos ardiendo de furia.
No toleraría que nadie cuestionara su relación con Cynthia, acostumbrado como estaba a que todos miraran hacia otro lado por respeto o temor.
“El noble presidente Córdoba,” Marina destilaba veneno dulce, “tan valiente para mantener un romance con su propia cuñada, tan cobarde para enfrentar la verdad…”
Isaac alzó el puño, temblando de rabia. “Silencio, o tendré que olvidar que eres mujer.”
“Ah,” Marina elevó el mentón con desdén, “ahora muestra su verdadera naturaleza.”
“Siempre he sido considerado con las mujeres,” protestó Isaac, desconcertado. “Debes estar
mal informada.”
“¿Considerado?” Marina sonrió con frialdad. “¿También con su esposa?”
Algo oscuro atravesó la mirada de Isaac.
El sonido de la bofetada de Cynthia resonó como un latigazo. “¿Quién te crees para difamarnos?”
Marina, con la mejilla ardiendo, sonrió con más intensidad. “El príncipe engañó a su esposa para conseguir un riñón, la sometió a violencia psicológica, se negó a cumplir sus deberes conyugales… ¿A esto llama consideración?”
Cada palabra era un dardo envenenado que daba en el blanco.
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Capitulo 93
“¡Mentiras!” rugió Isaac. “¡Seguridad!”
Pero los guardias permanecieron inmóviles.
Isaac, enfurecido, exigió: “¿Qué esperan? ¡Sáquenla de aquí!”
“Señor Córdoba,” el jefe de seguridad se aclaró la garganta, incómodo, “es una invitada VIP del
evento.”
Isaac se quedó atónito. Federico intentó mediar la situación: “Isaac, no vale la pena alterarse por una desconocida.”
Mientras se retiraban, Isaac murmuró: “Alguien la envió para destruirme. Investiga quién es.”
Federico dudó antes de responder: “Isaac… ¿no reconoces esa voz? Suena exactamente como
Marina.”
El color abandonó el rostro de Isaac. Cada acusación resonaba ahora con nuevo significado en
su mente.
Si era Marina, ¿cuánto odio debía albergar para exponerlo así? ¿Y cuánta razón tenía en cada una de sus palabras?