Capítulo 86
La inocencia en el rostro de Salvador hizo que Marina se avergonzara de sus propios pensamientos.
Por un momento, había proyectado en él la sombra de aquel hombre de su vida pasada, olvidando que ahora era apenas un joven buscando el refugio de una familia.
“Claro que siempre seremos los más cercanos,” sonrió Marina con ternura, pellizcando suavemente su mejilla.
Decidió enterrar los recuerdos de aquella otra vida. Aquí y ahora, Salvador era simplemente su
adorado hermano menor.
“¿Es cierto que volviste a la mansión Córdoba?” La voz.de Salvador se tornó fría de repente, como si una nube hubiera ocultado la luna.
Marina habló para sí misma: “Sí. Soy la señora Córdoba, no tendría sentido no regresar a la familia Córdoba“.
“Durante dos años, mientras estuviste fuera, Isaac y Cynthia paseaban su romance sin pudor,” murmuró Salvador. “Los Córdoba ni siquiera reconocían tu existencia. Temo que al volver solo encuentres humillación.”
Marina contempló la noche con ojos serenos como un océano en calma.
¿Qué más podía esperar?
Penélope jamás la había considerado digna de sentarse a su mesa, siempre lanzando pullas sobre la campesina que pretendía ser fénix, prohibiéndole incluso mencionar su título de señora Córdoba en público.
¿Y qué decir de Isaac?
Como esposo, se limitaba a fruncir el ceño ante los maltratos de su madre. Si Marina se quejaba, la despachaba con un impaciente “aprende a ser tolerante“.
Incluso dormían separados, escudándose en la noble excusa de no querer interrumpir su descanso con sus horarios tardíos.
En la mansión Córdoba, la trataban como una muñeca sin sentimientos, obligada a digerir su dolor en soledad.
El largo silencio de Marina hizo que Salvador frunciera el ceño descontento.
“Si regresar a la familia Córdoba te hace tan infeliz, entonces no regreses.” Sus manos agarraron firmemente sus frágiles hombros, diciendo emocionado.
Los ojos de Marina se empañaron. “Tengo que hacerlo, Salva…““¿Todavía lo amas?” La pregunta cortó el aire como un cuchillo.
Los ojos de Marina se llenaron de un fuerte rechazo y odio. Sacudió la cabeza con fuerza:”
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Capitulo 86
“¿Cómo podría seguir amándolo?”
En su vida pasada, él causó la muerte trágica de ella y su hija; deseaba vengarse de este hombre despreciable, ¿cómo podría tener aún sentimientos por él?
El rostro de Salvador se iluminó con alivio. “Entonces me siento más tranquilo. Si lastimarlo no te hiere, puedo ocuparme de ese miserable sin remordimientos.” Sus ojos brillaron con determinación. “Te ayudaré a librarte de él.”
Marina lo miró atónita, sintiendo que con Salvador a su lado, esta vida podría tener un final muy diferente.
Marina dijo: “Salva, lo conozco demasiado bien. Él puede parecer extremadamente bondadoso por fuera, pero detrás de escena, es todo cálculos y falsedad. Ten mucho cuidado al tratar con
él.”
“Espera buenas noticias,” prometió Salvador con una sonrisa enigmática.
La villa de los Córdoba la recibió envuelta en sombras. Al encender la luz del salón, Marina se
sobresaltó al encontrar a Isaac sentado en el sofá, su rostro tan frío como una estatua de mármol en la penumbra.