Capítulo 75
Isaac mostraba un rostro tan frío como el hielo.
Era por vergüenza.
Una humillación descomunal.
Una mendiga sin nada a su nombre, prefería dejarlo todo atrás antes que seguir a su lado.
Isaac sintió como si la sangre le hirviera hasta el tope de su cabeza.
“Marina, no estoy de acuerdo con el divorcio“, dijo Isaac, furioso al colgar el teléfono.
Marina, tras un fallido intento de negociación, se sumió en una profunda tristeza.
Se acurrucó en un rincón del sofá y empezó a buscar ayuda en foros con su celular: las palabras tecleadas con desesperación desbordaban un foro online: “Mi esposo me engaña, quiero el divorcio, ¡pero él se niega! ¿Qué hago?”
Las respuestas no tardaron en llegar.
Aunque había opiniones de todo tipo, algunas eran verdaderamente astutas. Un comentario resaltaba entre los demás: “Si a ese sinvergüenza le gusta su otra, entonces la situación es más manejable. Solo tienes que aguantar el asco y fingir amor con él. Te aseguro que ella no podrá soportarlo y empezará a provocar problemas. De esa manera, podrías hacer que él mismo quiera divorciarse. ¿No sería eso genial?”
“Y si sigue sin querer divorciarse, entonces transfórmate en detective. Necesitas acercarte a él para obtener pruebas de su infidelidad y amenazarlo con el divorcio. Con todo lo que tiene, no podrá negarse a firmar los papeles.”
Las palabras se grabaron en su mente como un hierro al rojo vivo.
Esa noche, mientras empacaba lo esencial en una maleta, cada prenda de ropa era un paso más en su plan.
La mansión de los Córdoba la recibió con su imponente fachada. Isaac abrió la puerta, y la sorpresa inicial en su rostro se transformó rápidamente en ira.
“Marina, ¿a qué has vuelto?”
Con indiferencia, Marina respondió: “Si no quieres el divorcio, entonces todavía somos esposos legalmente. ¿No deberíamos vivir juntos?”
Isaac se quedó pasmado.
Tras observarla detenidamente por un momento, no pudo evitar burlarse: “Vaya, Marina, ahora también juegas sucio. Admiraba tu coraje al pedir el divorcio, pero veo que era solo otra de tus estrategias.”
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Capitulo 75
“La oferta del divorcio sigue en pie,” respondió ella, pasando a su lado como si fuera un mueble más.
El desdén de Isaac hacia ella era profundo, pero él, cegado por su ego, solo veía sus acciones como tácticas para atraerlo.
Marina arrastró su equipaje a una habitación en el tercer piso, pequeña y con poca luz, originalmente destinada a los sirvientes o como habitación de huéspedes. Sin embargo, a Isaac le gustaba la tranquilidad, así que muchas habitaciones en ese piso estaban vacías.
Isaac la siguió hasta la habitación.
“¿Qué intentas? ¿Vivir separados?” preguntó Isaac, visiblemente confundido.
Marina, con destreza, comenzó a desempacar su maleta y acomodar su ropa en el armario, respondiendo despreocupadamente: “¿De verdad quieres que comparta habitación contigo?”
En los ojos de Isaac brilló una luz complicada y confusa. No entendía por qué, si Marina se acercaba, él se resentía; pero si ella lo rechazaba, se sentía incómodo.
“Podrías vivir en la habitación de al lado. Es más amplia y luminosa“, sugirió.
El gesto de Marina se congeló. Al subir había pasado por la habitación contigua, decorada como un castillo rosa, con telas flotantes y un ambiente cargado de romanticismo, claramente preparada por Isaac para Cynthia.
Con una sonrisa, Marina dijo: “Ese estilo de decoración es demasiado llamativo para mi gusto. ¿Puedo redecorarlo?”
Isaac fue tajante: “No.”
“Entonces, me quedo aquí.”
“Como quieras.” Isaac la dejó sola y se marchó.
Marina no planeaba quedarse mucho tiempo en la casa Córdoba, por lo que había llevado lo mínimo indispensable. Pronto terminó de desempacar y se sentó en la cama, sumida en sus pensamientos.
Necesitaba encontrar pruebas de la infidelidad de Isaac para tener una base sólida en las negociaciones del divorcio.
Sin embargo, Isaac era un idealista en el amor; a pesar de su apasionado y condenable afecto por Cynthia, Marina nunca había presenciado nada indecoroso entre ellos.
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