Capítulo 55
Valeria lo miró burlona: “Así que el señor Córdoba finalmente se acordó de que tiene esposa, ¿eh?”
Isaac, con los ojos rojos de ira, rugió: “¿Con quién está ella allí dentro?”
Valeria echó un vistazo a Cynthia, quien estaba nerviosa a un lado, y dijo: “Señor Córdoba, mejor cuide de la señorita Cynthia. Aurora no necesita tu preocupación, ella tiene quien la
mime.”
“Soy su esposo“, gritó con furia. “Soy el único que tiene derecho a preocuparse por ella.”
Valeria, indignada, replicó: ” Perdiste ese derecho cuando la lastimaste.”
Cynthia intervino: “Chiquita, lo de Marina e Isaac no se puede explicar en dos palabras. Mi cuñado salvó la vida de mi hermana, su relación es complicada, nosotros no podemos entenderla del todo. Lo que dice mi hermana de no quererlo, es solo porque está dolida y actúa por orgullo.”
Valeria, aún joven e inexperta, mostró una chispa de confusión antes de gritar: “Aurora, tu esposo ha venido.”
Antes de que terminara de hablar, la puerta se abrió y salió un hombre alto y delgado. Llevaba una gorra de béisbol, lentes de sol y una bufanda que Marina le había tejido, emitiendo una presión asfixiante.
Habló con una voz profunda y autoritaria, cargada de una dignidad intimidante.
“¿A quién le llamas cuñado? Si vuelves a llamarlo así, ¿crees que no te tiraré al mar para alimentar a los tiburones?”
Valeria se encogió, murmurando: “jefe, ¿pero él no es el esposo de Aurora?”
“Esposo, solo si está con ella. ¿Pero quién es la que realmente tiene su atención? ¿La mujer que lastimó a su propia hermana? Él no merece ser llamado de esa manera.”
“Valeria, tu mente debe ser tan ágil como tus manos.”
Valeria, avergonzada, admitió: “Me equivoqué. Perdón, amo.”
El rostro de Cynthia palideció, acostumbrada a ser el centro de atención y elogiada por su belleza y bondad, nunca imaginó que se convertiría en la villana de alguien más.
Su fachada se derrumbó.
Isaac, con una mirada fija en el hombre frente a él, sintió una presión que nunca antes había experimentado en Ciudad de México.
“¿Quién eres?” Isaac preguntó, conteniendo su ira.
No has ganado el derecho a saberlo, respondió con una voz fría como el infierno.
20.01
Capitulo 55
“Marina“, gruñó Isaac, “deberías cuidar mejor tus amistades. Podrían venderte y aun así les ayudarías a contar el dinero.”
Una risa amarga escapó de los labios de Marina. “¿Como tú que ya me vendiste?”
Isaac sabía que ella se refería al asunto de su riñón, y se sintió culpable por no haber actuado de manera honorable, debiéndole a Marina.
“Mar, ¿qué necesitas que haga para que me perdones?”
Marina apretó los puños…
¿Perdonar?
¿Cómo podría perdonar?
En el pasado, él aprovechó su inocencia prometiéndole un futuro brillante. Ella, ingenuamente, lo siguió. Le ofreció una pequeña habitación y un tazón de caldo caliente, y ella saltaba de alegría.
“Señor Córdoba“, había susurrado entonces, aferrándose a su brazo, “gracias por este hogar tan cálido. Haré cualquier cosa para pagárselo.”
Y cumplió su palabra. Durante esos años en la familia Córdoba, lo cuidó meticulosamente. Cuando tenía problemas de estómago, aprendió a preparar toda clase de sopas para él y siempre recalentaba la comida, solo para asegurarse de que estuviera a la temperatura perfecta para cuando regresara.
Si tan solo hubiera sido honesto desde el principio, si le hubiera confesado su amor por Cynthia, si le hubiera explicado su desesperación por el riñón… Ella habría aceptado sin dudarlo. En aquellos días, habría dado su vida por Isaac sin pensarlo dos veces.
su bebe ت ل بذاته بالا