Capítulo 483
Cynthia estaba que echaba chispas: “¿Cómo que las tratan así y no han denunciado?”
Fabiola bajó la cabeza, secándose las lágrimas. “Nos dijeron que a las que les va bien es porque le han dado un ‘extra‘ a los cuidadores, y así les hacen caso. A nosotras, que no tenemos familiares que nos visiten ni damos regalitos, nos toca este trato.”
Cynthia, furiosa, replicó: “¿Qué estás insinuando? ¿Que es culpa mía por no venir a verlas seguido? ¿Por no haberles dado dinero para las relaciones‘?”
Al pensar en la actitud desafiante de Isaac, Cynthia comenzó a rugir con un sentimiento de injusticia: “No sabes lo afortunada que eres. ¿Tienes idea de cuánto tengo que pagar al mes para que estén en este asilo?”
Fabiola, con la cabeza gacha, murmuró: “Pero ahora eres la señora de los Córdoba, ¿acaso ese dinero te hace falta?”
Cynthia gritó: “Los Córdoba están al borde de la quiebra. Isaac ya no quiere gastar en mantenerlas.”
Fabiola tembló, mostrando una cara de abandono.
“¿Pero Isaac no te adoraba? ¿No le importa hacerte enojar tratándonos así?”
Cynthia, desanimada, respondió: “Eso era antes. Nuestra relación ahora está muy mal. Quizás pronto sea la ex–señora Córdoba.”
De repente, Gabriel, con un esfuerzo tremendo, levantó la mano y con una voz ronca dijo: “Esto… es… nuestro… castigo.”
Cynthia, impactada, lo miró fijamente: “Papá, ¿te das cuenta de lo que estás diciendo?”
Gabriel añadió: “Le hicimos tanto daño a Marina, y ahora estamos pagando por ello.” Se le cayó la mano, agotado.
Cynthia, frustrada con los dos ancianos, sintió una soledad profunda al no sentirse reconocida por su familia.
“Papá, lo siento, pero ya no podemos pagar este asilo. Tenemos que irnos,” dijo Cynthia.
Gabriel cerró los ojos en señal de desesperanza.
Quizás sintiendo que su final estaba cerca, Gabriel añadió con bondad: “Cynthia, mi tiempo está por acabar, cuídala bien a tu mamá. No te cargues con más culpa.”
Cynthia, con los ojos llorosos, asintió a regañadientes.
“Está bien. Voy a tramitar el alta.”
Después de completar el alta, todas las atenciones especiales que Gabriel recibía en el asilo se detuvieron abruptamente. Como la oxigenoterapia, los chequeos de glucosa en sangre, las
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Capitulo 483
pruebas de función respiratoria…
Fabiola, viendo a Gabriel claramente con dificultades para respirar, no pudo contener las lágrimas. “Cynthia, tu papá no puede vivir sin estos aparatos. Te lo suplico, no lo traslades.”
Cynthia, con los ojos enrojecidos, respondió con furia: “Hablas como si fuera fácil. ¿Quién va a pagar esa enorme suma si no se da de alta? ¿Tú?”
Fabiola no tenía ni un centavo; todo dependía de la caridad de Cynthia.
Solo pudo bajar la cabeza en humillación. De repente, el sonido de unos tacones altos y firmes resonó en el pasillo. Fabiola levantó la vista y vio a Aurora acercándose, iluminando todo a su
paso.
Ella giró su silla de ruedas hacia Aurora.
“Aurora, por favor, tu corazón es grande, salva a tu papá.”
Cynthia lanzó una mirada fulminante: “Mi papá está así por su culpa, ¿y a ella le pides ayuda?” reprochó a Fabiola con ira.
Sin embargo, su mirada se cruzó accidentalmente con la de Aurora, y Cynthia se quedó petrificada por la transformación en el aura de Aurora.