Capítulo 475
Quién lo diría, pero Salvador se negó rotundamente: “Lo siento, señorita Hidalgo, ella tiene mamá.”
Daniela se quedó boquiabierta.
De repente, se sintió inquieta.
Parecía que Salvador conocía muy bien el pasado de la niña.
Ella no sabía si Salvador estaba interesado en la niña debido a una relación extraordinaria con la madre de esta, o si simplemente le gustaba la niña y por eso se había informado sobre sus padres.
“Salva, ¿hace mucho que te interesas por ella?” Daniela preguntó con nerviosismo.
“Uh–huh.”
“¿Acaso conoces a sus padres?”
Salvador vaciló un momento antes de responder: “¿Te refieres a sus padres biológicos? No, no los conozco.”
Daniela suspiró aliviada en silencio. Ese mismo día, Salvador llevó a la niña a casa.
Cuando aparecieron en la puerta de la villa, Víctor y los demás se quedaron boquiabiertos.
Especialmente Víctor, que siempre había sido un fanático de las criaturas adorables. No podía dejar de mimar a la pequeña.
“Señor, ¿de quién es esta preciosa princesita?”
Salvador, con firmeza, dijo: “Es mía.”
Valeria, Víctor y Andrés quedaron pasmados, mirándolo fijamente.
“Señor, ¿pero usted aún no se ha casado?” Víctor exclamó sorprendido.
Andrés dijo: “¿Será esta una hija no reconocida del patrón?”
Valeria comentó: “Amo, si la señora se entera de que tiene una hija tan grande, se sentirá muy decepcionada.”
La niñita se escondió temerosa detrás de Salvador.
“¿Papi, no les caigo bien?” Los ojos de la niña se llenaron de lágrimas, luciendo muy triste.
Salvador suavemente le acarició la cabeza: “Nina, ellos seguro que te querrán.”
Levantó a Nina con un brazo, desbordando amor paternal.
Luego, con el rostro serio, reprendió a los tres: “Asustaron a Nina. Vayan a aceptar su castigo.”
Víctor se rascó la nuca: “Señor, no importa que nos castigue. Lo que me preocupa es que la
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señora lo castigue a usted después.”
Salvador preguntó: “¿Dónde está Aurora?”
Valeria bajó la voz: “La señora está adentro.”
Salvador caminó hacia adentro con Nina en brazos.
Valeria intentó detenerlo: “Señor, ninguna mujer estaría feliz de que el hombre que le gusta críe a una hija no reconocida.”
Víctor, ansioso, dijo: “Señor, esta vez realmente se pasó. Acaba de comprometerse con la señora, y le trae un regalo así sin considerar sus sentimientos. Seguro que ella se enojará.”
Andrés se puso delante de Salvador, bloqueándole el paso: “Señor, mejor esconda a Nina por ahora. Cuando haya convencido a la señora y ella acepte a Nina, entonces puede presentarla.”
Sin embargo, Salvador dijo con una sonrisa: “Este es el regalo de compromiso que le doy a Aurora. Seguro que le encantará.”
Víctor y Andrés casi caen de espaldas ante su confianza.
Valeria corrió hacia dentro, mientras Víctor y Andrés intentaban detener a Salvador en la puerta.
“Señora.”
Valeria irrumpió en la habitación de Aurora, asustándola con su entrada apresurada.
“¿Por qué tanta prisa?” Aurora preguntó confundida.
Valeria, con el rostro lleno de pánico, la agarró: “Señora, tengo que contarle algo. Por favor, prepárese mentalmente.”
Aurora se puso seria: “¿Qué pasa?”
“El amo…” Valeria se detuvo, luchando por hablar, “él trajo a una niña a casa.”
La expresión de Aurora se suavizó: “A él le gustan los animales y también los niños. No es nada extraño.”
Valeria dijo: “Pero el amo dijo que la niña es su hija.”
El vaso que Aurora sostenía se le escapó de las manos y se estrelló contra el suelo, haciéndose añicos.
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