Capítulo 450
El tiempo se escurría en medio de una atmósfera tensa.
Victor finalmente se dio cuenta de que simplemente mirar a Salvador no ayudaba en nada, por lo que empezó a pensar: “Andrés, ¿Cómo podríamos ayudarlo a superar sus demonios internos?”
“¿Tú? ¿En serio?” Preguntó Andrés mirándolo con desdén.
Víctor se frustró: “¿Qué tiene de malo? Aunque no me sé tantas cosas como tú, tengo muchas ideas.”
“¿Como cuáles?”
“Bueno, no tengo ninguna ahora, pero se me ocurrirá algo.” Respondió rascándose la cabeza.
Entonces, Víctor comenzó a pasear de un lado a otro alrededor de la cama, mareando a Andrés, quien sufría de un trastorno obsesivo–compulsivo.
“Deja de dar vueltas.”
“No te metas.” Respondió Víctor.
“Si tienes que dar vueltas, ¿podrías al menos hacerlo de manera ordenada?”
El joven se quedó boquiabierto, luego se burló de Andrés: “Deberías tratar tu TOC.”
Andrés detuvo a Víctor en su camino y por primera vez hizo una sugerencia constructiva sobre
la vida privada de Salvador: “Déjame decirte algo, sé cómo curar su enfermedad.”
Víctor rodó los ojos: “¿Tú? Mejor deja de decir cosas sin sentido.”
“No yo, Aurora.”
“¿Aurora? ¿Qué es eso? ¿Se come?”
“Podría decirse. Pero si te atreves a tocarla, Salvador te hará picadillo para los perros.”
Víctor tragó saliva: “Entonces, ¿Quién es Aurora?”
“Es el amor de su vida.”
Mírando a Andrés fijamente, dijo: “Después de todo no estás tan loco. ¿Cómo sabes eso? ¿Por qué yo no?”
Andrés explicó: “El otro día lo escuché llamando a Aurora en su borrachera, también en sus sueños. Así que le pregunté. Él me dijo que ella es su amor verdadero.”
Víctor sonrió: “Entonces la cosa es fácil. Usar el amor para curar las heridas que él tiene en su corazón… Seguro que se recuperará.”
Pero de repente, Víctor pensó en algo y su expresión se volvió sombría: “Espera, eso no está bien. Si él ha vivido dos vidas, y Aurora fue su amor en la anterior, ¿Y si ella no renació con él?”
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Andrés golpeándolo en la cabeza, preguntó: “¿Por qué no la buscas y ya?”
Ambos se miraron, y con sigilo, tomaron el celular de Salvador. Luego, cada uno actuó con sus propias ideas pícaras.
“Busca en las redes sociales las palabras ‘te amo‘. Seguro que encuentras a la señorita Aurora.” Dijo Víctor.
Andrés respondió: “Salvador no sería tan cursi como tú.”
“Tienes razón.” Asintió convencido.
Andrés, mirándolo con su inocencia característica, le dijo: “Piensa en algo rápido.”
Víctor volvió a pasearse, pero Andrés lo detuvo.
“Ya sé.” Dijo Víctor, quien con una picardía en su mirada, instruyó a Andrés: “Publica en su Instagram una foto de él enfermo, con una leyenda que diga ‘Tengo fiebre, nadie se ocupa de mí‘. Si Aurora lo ve en ese estado tan desdichado, quizás ella misma venga a visitarlo. Y cuando él vea a su amada, seguramente recuperará sus ánimos.”
Andrés levantó el pulgar, diciendo: “Eres un genio.”
Víctor observó a Andrés seguir sus instrucciones, y no pudo evitar sentirse nervioso por él.
Si algo salía mal, Salvador definitivamente acabaría con él.
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