Capítulo 448
La indomable compostura de Salvador dejó a Guzmán profundamente impactado. Este pensó para sí que, aunque el chico apenas pasaba de los veinte, su manera de hablar y actuar ya denotaba el porte de un gran líder, algo que Federico, con su carácter frívolo y quejumbroso, no podría igualar jamás.
Por un instante, Guzmán sintió una pérdida inexplicable. ¿Cómo era posible que su hijo más inteligente y sereno, no fuera el hijo de su esposa más querida, sino su hijo menos amado, Salvador?
Guzmán, con el rostro tenso, le advirtió: “Salvador, deja el contrato aquí. De lo contrario, no me culpes si soy duro contigo.”
Salvador lo observó tranquilamente, con una serenidad que solo aquellos que han vivido y visto mucho podrían tener, manteniéndose imperturbable ante la adulación o el desprecio.
Frente a las fluctuaciones emocionales de Guzmán, Salvador destacaba aún más por su elegancia y buenos modales.
En ese momento, Guzmán se sintió avergonzado sin razón.
Quizás sintiéndose aún más humillado por la compostura de su hijo, frustrado, ordenó: “¿Qué están esperando? ¡Arrebátenle el contrato!”
Los guardias de seguridad del Grupo Nolan se lanzaron al ataque.
Pero antes de que pudieran acercarse a Salvador, vieron cómo dos figuras detrás de él saltaron al aire, como mariposas desplegando sus alas en el cielo, y al aterrizar, derribaron a los guardias que se acercaban a Salvador.
Guzmán ni siquiera tuvo tiempo de ver claramente cómo se movieron; solo supo que sus manos y pies se movieron rápidos como el rayo, y en un abrir y cerrar de ojos, habían derribado a una docena de guardias del Grupo Nolan, dejándolos lamentándose en el suelo.
Guzmán se quedó atónito, y mirando a Salvador con incredulidad, se preguntaba ¿Cómo había reunido a ese grupo de élite en solo dos años?
Esto demostraba que su fuerza no era algo que se pudiera subestimar.
Salvador, con una sonrisa burlona, miró a Guzmán: “Es hora de que renueves a estos incompetentes que tienes por guardias.”
El hombre, con una claridad repentina, preguntó: “Salvador, viniste preparado. Dime la verdad, ¿El contrato tiene alguna trampa?”
Salvador asintió, y habló sinceramente: “No hay ninguna trampa en el contrato, pero el producto que deben entregar requiere un chip de alta especificación. Y ese chip es una patente exclusiva de Grupo Impulsa 21, de su propiedad.”
Guzmán, con el rostro oscuro, aseguró: “No te preocupes, si el contrato especifica que nuestros
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componentes deben ser de la más alta calidad, cumpliré al pie de la letra. Aunque los chips de Impulsa 21 sean caros, tengo mis maneras de conseguirlos…”
Victor no pudo contener la risa: “Presidente Nolan, olvidé mencionarte, Impulsa 21 también pertenece a nuestro señor.”
Guzmán, asombrado, miró fijamente a Salvador, incrédulo ante la revelación de que ese joven de solo veinte años fuera el fundador del famoso Impulsa 21.
Pero tras la sorpresa, Guzmán comenzó a preocuparse.
Si Salvador era el fundador de Impulsa 21 y decidía cortarles el suministro de chips o ponerles trabas, entonces el Grupo Nolan no podría cumplir con las entregas del contrato a tiempo, por lo que se enfrentaría a una compensación económica considerable…
Finalmente, Guzmán sintió miedo.
“Salva, no tratarías así a tu hermano mayor, ¿Verdad?”
Salvador, con voz helada, replicó: “Papá, cuando me expulsaste de la familia, también pensé que no serías capaz de tratarme así.”
El hombre se defendió: “Salva, yo estaba atrapado sin salida. Tú y Federico son mis hijos, los quiero a ambos por igual. Pero siendo hermanastros, su relación es complicada, temía que por competir por la herencia, terminaran haciéndose daño el uno al otro. Por eso, tras consultarlo con tu abuelo, ideamos un plan: poner a prueba sus capacidades. Quien logre superar esa prueba será el heredero de la compañía.”