Capítulo 417
Al pensar en esos viejos tiempos, Aurora solo podía sentir una opresión en la garganta.
¿Valeria la había engañado? ¿Acaso alguien la amaba?
Nunca nadie la había amado.
Ella abrió la ventana, dejando que el oxigeno la golpeara de frente.
El agua de lluvia se filtro y mojó su ropa.
Valeria, mirándola inquieta, le preguntó: “¿Qué te pasa?”
Aurora extendió su mano para detenerla, jadeando pesadamente. Bajo del auto, caminó tambaleante bajo la lluvia hacia adelante, y como frente a ella había unos escalones, tropezó y cayó sentada al suelo, quedando completamente desamparada.
Su mente volvió a aquellos días en Coyoacán cuando era joven y se había caído. Llevaba demasiadas botellas de agua mineral, por lo que caminaba de forma torpe, y siempre terminaba tropezando. Pero sin importar que pasara, elle se levantaba y seguía adelante con
una sonrisa.
Había robado botellas de agua mineral del territorio de otros mendigos, por lo que terminó siendo perseguida. Debido a eso, desarrolló su habilidad para soportar largos recorridos, aunque también se había caído incontables veces.
Siempre fue fuerte, ninguna caída la había hecho llorar.
Sin embargo, había una caída en su memoria que fue especialmente aterradora, desastrosa y
emocionante.
En una oportunidad, se encontró con un niño tan desdichado como ella, el cual había sido secuestrado por traficantes de personas, quienes lo dejaron flaco y hambriento. Luego lo disfrazaron de mendigo y lo dejaron allí tirado.
Ella reconoció de inmediato que el niño no era un verdadero mendigo, ya que sus ojos eran demasiado hermosos. Tan hermosos como el sol de la mañana, el cual incluso en la oscuridad, puede traer luz a los demás.
Entonces, bajo la vigilancia de los traficantes, ella lo rescató y corrió con él a cuestas. Pero como ella también estaba débil, hambrienta y mal vestida, no pudo avanzar mucho antes de caer estrepitosamente.
Sabía que los traficantes la seguirían, así que no se atrevió a detenerse, por lo que corrió por calles y callejones hasta que finalmente los perdió….
La mirada de Aurora se volvió gradualmente perpleja.
En ese momento pareció darse cuenta de algo.
Después de pensar un momento, finalmente lo entendió: Allí fue aquí donde encontró a ese
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Capitulo 417
niño, al cual llamó Álvaro.
Ella lo crio durante un año, el niño era tan hermoso e inteligente que no parecía de este mundo.
Desafortunadamente, un día desapareció de repente.
Ay…
No hay fiesta que no se acabe.
Aurora siempre tuvo una visión pragmática de los encuentros y despedidas. Sin embargo, en lo profundo de su corazón, se preguntaba, ¿Qué tan maravilloso sería si pudiera volver a ver a Álvaro en esta vida?
Al menos, le gustaría saber que le estaba yendo bien.
Con eso en mente, se levantó torpemente…
Valeria se acercó con un paraguas, y una expresión de ansiedad en su rostro.
“Aurora, no estás bien. No te mojes.” Dijo extendiendo el paraguas sobre ella, cubriéndola casi
por completo.
Te lo agradezco.” Aurora estaba conmovida por su bondad.
Luego dijo: “Salva me dio este maravilloso regalo, enviándote a mi lado. Es lo mejor que he
recibido en mi vida…”
Al decir eso, pareció recordar algo, y su expresión se volvió gradualmente rígida.
¿Salva?
¿Álvaro?
Ambos tenían unos ojos increíblemente hermosos.
Ambos dependían de ella incondicionalmente, y confiaban en ella.
Así que, claramente, eran la misma persona.
Aurora tuvo una epifanía, ¿Acaso Salvador era esa persona de la que Valeria hablaba, aquel que vivía por ella, considerando su vida más importante que la suya?
Aurora tropezó de regreso al auto, como si estuviera hechizada. Los recuerdos confusos de su tiempo con Salvador comenzaron a ordenarse en su mente.
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