Capítulo 397 

Isaac se quedó pasmado un momento, contemplando a Aurora como si le rondara algo por la 

mente. 

Viéndola tan arreglada ese día, fuera de lo común, las dudas de Cynthia no carecían de fundamento. 

Aurora, por su parte, había aprendido a replicar con la hipocresía de su hermana hasta alcanzar la perfección, por lo que defendiéndose con orgullo, dijo: “No te preocupes, los buenos caballos no vuelven a pastar donde ya estuvieron. Isaac no es más que unos viejos tenis que ya usé, solo tú lo ves como un tesoro, pero en mi caso, preferiría casarme con perros o gatos antes que con él. No voy a tropezar con la misma piedra dos veces.” 

Isaac se quedó de piedra. 

Aurora estaba pisoteando su dignidad sin miramientos. 

Pero él no quería enfrentarse a ella. Era mejor dejar que lo insultara para desahogarse, pensó, como si le debiera algo. 

El silencio de Isaac solo logró enfurecer más a Cynthia, quien, entre sollozos, le reclamó: “Isaac, ella te está humillando ¿Cómo puedes mantenerte tan tranquilo?” 

“Un verdadero hombre no pelea con mujeres.” 

Cynthia se quedó sin palabras 

La mirada enigmática de Aurora iba y venia entre Isaac y Cynthia, percibiendo que entre esa pareja, al parecer, había más distancia que cercanía. 

Cynthia, molesta por dentro, tenia un semblante terrible. 

Isaac, cambiando de tema, dijo: “Cynthia, voy a hablar con tu médico para ver cómo va tu 

tratamiento.” 

Después de que Isaac se fue, la atmósfera en la habitación se tensó como si una chispa 

hubiera encendido un incendio 

La guerra entre las dos mujeres había alcanzado su punto álgido. 

El rostro de Cynthia estaba cubierto de hielo, sus ojos brillaban con un odio que parecía querer alcanzar el cielo, Aurora, deja de fingir que eres pura e inocente. Ese sabor a bebida de moda que llevas, podrá engañar a Isaac, ese desechable, pero a mí no me engañas.” 

Aurora, con suavidad pero firmeza, respondió con una sonrisa educada: “Hermana, ¿Acaso no aprendi esta habilidad para mezclar bebidas de ti?” 

Cynthia estalló de ira: ‘Si no te gusta Isaac, ¿Por qué te esfuerzas tanto en acercarte a él?” 

Aurora no se guardó nada. Hermana, parece que tienes mala memoria. Ya te lo dije, lo que es mis, lo recuperaré Sea Isaac o un niñón. Aunque lo que otros han usado sea sucio, prefiero 

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dejarlo en la basura antes que contigo.” 

Cynthia se enfureció tanto que apenas podía respirar: “Aurora, te sobreestimas demasiado. ¿De dónde sacas la confianza para pensar que Isaac se podría enamorar de ti? Déjame dejarte algo en claro, Isaac nunca te ha amado, ni lo hará en el futuro.” 

Aurora, cubriéndose la boca, se río de manera provocativa: “Hermana, ¿Quién querría el amor de un hombre así? Solo tú.” 

De repente, Aurora bajó la voz a un susurro audible solo para ellas dos: “Acercarme a Isaac solo es parte de mi plan para quitarte a tus seres queridos uno por uno. Mira, con solo darle una migaja de atención, viene a mi moviendo la cola. Hoy me llevará a casa, otro día me regaló flores, y lo más importante, me invitó a ser su acompañante…. Hermana, con él mostrándose tan atento conmigo, ¿No temes que te sea infiel?” 

Cynthia tembló de rabia. 

“Ah, casi olvido que eres como una planta parásita. Si tu huésped te abandona, ¿qué harás? Tal vez terminarás viviendo en un tugurio con tus pobres y enfermos padres.” 

La sola idea de caer tan bajo aterrorizaba a Cynthia, quien, con menos convicción, miró a Aurora: “Te decepcionará saber que Isaac nunca me dejará. Él me ama demasiado.”