Capítulo 392
Esa noche, sentados uno frente al otro, charlaron por un buen rato.
En los ojos de Aurora, Salvador probablemente solo era un joven ingenuo. Le preocupaba que no pudiera soportar el dolor de ser traicionado por sus seres queridos, le preocupaba las dificultades que enfrentaría en su fuga… Desde advertirle que debía ser cauteloso con sus amistades hasta consejos sobre su vestimenta, alimentación y alojamiento, no dejó detalle sin mencionar, abarcando todos los aspectos.
Y Salvador, como oyente, se mostró fascinado.
Aurora, dándose cuenta de que estaba llevando a cabo un monólogo, sonrió con timidez y dijo: “Salva, quizás ya estoy vieja. Por eso me extiendo tanto.”
“Me encanta escucharte hablar. Sigue.” Dijo tomándola de la mano.
En este mundo, la única que podría impartirle tales enseñanzas era Aurora.
¿Cómo podría no apreciar esa rara oportunidad?
En muchas ocasiones…
La mirada de Salvador era compleja, parecía querer interrumpirla, pero al final no tuvo el corazón para hacerlo.
Al amanecer, el cielo se iluminó completamente.
Salvador, cargando su equipaje, se preparó para partir, y Aurora insistió en acompañarlo.
Él no rechazó su oferta como solía hacerlo, sino que la dejó acompañarlo.
Entonces, Aurora condujo su auto para llevar a Salvador al aeropuerto. Durante el camino, él parecía estar preocupado, abrió la boca varias veces como si quisiera decir algo, pero se detuvo.
Al llegar al estacionamiento del aeropuerto, Salvador tardó en bajar del auto.
Mirándola fijamente, finalmente dijo: “Aurora…”
Aurora se sorprendió… Cuando estaban a solas, Salvador siempre la llamaba hermana, ¿Por qué de repente empezó a llamarla por su nombre?
“No te pases de la raya.” Aunque parecía regañarlo, sus palabras eran suaves y llenas de afecto.
“¿Qué pasa?” Le preguntó.
Salvador, quien parecía un poco incómodo, dijo: “Dejé un diario en tu cajón. Cuídalo por mí…”
Aurora se quedó atónita: “¿Cómo es que no sabía que tenías la costumbre de escribir un diario?”
1/2
Capitulo 392
El rubor se extendió por las orejas de Salvador: “Eh… registra mi crecimiento desde que era consciente hasta ahora.”
“¿Puedo leerlo?”
“Si te interesa, siéntete libre de hacerlo.”
Aurora sonrió: “Eso es tu privacidad, no lo leeré.”
Salvador miró su reloj, diciendo: “Es hora de embarcar, debo irme.”
Aurora lo acompañó a bajar del auto, y justo cuando llegó al aeropuerto, se anunció la última llamada para abordar.
“Salva, tienes que irte.” De repente, Aurora sintió un fuerte sentimiento de tristeza y sus ojos se enrojecieron de inmediato.
Con gran pesar, le entregó su equipaje a Salvador: “Salva, cuídate mucho. Te estaré esperando.” Salvador, quien parecía hipnotizado, se quedó mirándola fijamente.
En ese momento, sus ojos de águila brillaban con una luz compleja y entrelazada.
Luego de esa partida, al volver, lo que más temía era que todo hubiera cambiado.
No se atrevía a imaginar, si Aurora y él tomaran caminos separados en la vida, ¿Cuál sería el sentido de luchar por un futuro?
Con eso en mente, Salvador de repente tomó una decisión: luchar por una oportunidad para su futuro juntos.
Mientras Aurora estaba distraída, de repente sintió que una figura imponente se inclinaba sobre ella, bloqueando toda la luz frente a ella. Al siguiente segundo, sus labios fueron sellados con un cálido y húmedo beso.
“Espera a que vuelva, cuando lo haga, me casaré contigo.” La voz encantadora de Salvador casi perforó su mente.
Aurora se quedó absolutamente atónita.
Salvador la soltó y se alejó con pasos decididos.
Ella notó que sus orejas estaban tan rojas como la sangre.
¿Acaso pensaba irse sin asumir la responsabilidad de sus actos?
Una vez que Salvador desapareció de su vista, finalmente recuperó su compostura.
Estaba completamente incrédula: ¿Así que los sentimientos de Salvador por ella realmente no eran tan simples como ella se imaginaba?
212