Capítulo 390
La actuación de su madrastra había terminado, y ahora era el turno de su padre: “Hijo, soy tu papá, he venido a llevarte a casa“.
Sus ojos se tiñeron levemente de rojo, brillando con lágrimas.
Salvador, ingenuo ante las complejidades del mundo, creyó en la misericordia del amor paterno. Después de todo, hasta los tigres evitan comerse a sus crías.
El pequeño volteó a mirar hacia donde quedaba el barrio pobre, y sus ojos se llenaron de renuencia. Realmente no quería dejar a Mar.
Pero al pensar en los sufrimientos que su hermana había soportado por él, logró contener todo su anhelo y dejó que Guzmán lo llevara de vuelta a casa.
En los días siguientes, se enfrascó en constantes luchas con su malvada madrastra y hermanastro, pero siempre estuvo agradecido con su hermana. Fue ella quien, con un corazón puro y claro, le enseñó cómo sobrevivir en un mundo cruel, lo cual le permitió crecer sin problemas entre las grietas de la familia Nolan.
Ocultando sus verdaderas intenciones, le hizo creer a su madrastra y a su hermanastro que no representaba ninguna amenaza. Mientras tanto, aprovechó su estatus dentro de la familia Nolan para buscar secretamente a sus abuelos maternos… Cuando finalmente se reunió con ellos, la familia Nolan descubrió que también era un preciado nieto de la familia Montalbán. Con los ancianos de la familia Montalbán de su lado, su padre ya no pudo causarle más problemas.
A lo largo de los años, recordó las enseñanzas de su hermana: cuando no eres lo suficientemente fuerte, aprende a ser paciente y a esconder tus verdaderas capacidades.
Nunca imaginaron que al ignorarlo, la familia Nolan asumiría que era alguien sin ambiciones. Así, cuando el negocio de Federico estuvo en su apogeo, Guzmán desvergonzadamente mostró su verdadero rostro, expulsándolo de la familia Nolan.
Qué ironía.
¿Acaso no sabían que él no era alguien a quien pudieran intimidar?
La astucia era su verdadero disfraz.
Durante todos esos años, había utilizado la herencia de su madre para fundar una compañía en el extranjero que ya había salido a bolsa, superando en influencia y poder al Grupo Nolan por
varias veces.
Sin embargo, había adoptado un nuevo nombre para su empresa: “Grupo Nueva Aurora“.
Mientras la lluvia caía cada vez más fuerte, un auto lujoso se detuvo en la entrada.
La puerta del conductor se abrió, y de ella salió Isaac, quien rodeó el vehículo y, con gesto caballeroso, le abrió la puerta del copiloto.
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Capitulo 390
Aurora, sosteniendo su paraguas, alzó la vista solo para encontrarse con Salvador arrinconado en la entrada, junto a su equipaje. Verlo tan desamparado la dejó prácticamente petrificada.
Nunca lo había visto tan deshecho.
“Aurora, ya no tengo hogar.” Dijo Salvador con una voz lastimosa.
Esas palabras le provocaron un dolor indescriptible. No soportaba verlo sufrir.
Pero antes de que pudiera responder, Isaac comenzó a burlarse de él: “Vaya, Salvador, así que tú también tienes tus días. Esto es lo que te mereces por conspirar contra mi madre“.
Salvador ignoró a Isaac, y mirando a Aurora con una expresión de súplica, dijo: “Me da vergüenza pedirlo, pero… ¿Podrías darme refugio por unos días?”
Isaac intervino: “Aurora, no puedes alojarlo. Hombre y mujer bajo el mismo techo, ¿Qué dirán los demás?”
Aurora lo fulminó con la mirada: “Mis asuntos no son de tu incumbencia“.
Pero Isaac la amenazó: “Aurora, él está siendo boicoteado por Federico. Si te asocias con él, Federico también te boicoteará. Tu carrera podría acabarse.”
Aurora, haciendo caso omiso a los consejos de Isaac, se acercó a Salvador y extendió su mano, diciendo con voz suave: “Salva, vayamos a casa“.
Los ojos de Salvador se iluminaron de inmediato con una radiante sonrisa.
Se levantó y le lanzó a Isaac una mirada de triunfo.
Isaac se quedó con el rostro tenso.
Aurora arrastró la maleta de Salvador hacia adentro de la casa, y una vez que él entró, se dispuso a cerrar la puerta. Sin embargo, justo antes de cerrarla, le lanzó una última mirada a Isaac, diciendo: “Jamás abandonaré a mi familia. Isaac, no estamos hechos del mismo barro,”
Luego, con un estruendo, cerró la puerta.