Capítulo 373
“Puedo pagarte por el servicio.” Dijo Aurora. Y luego, sin más, se subió al auto con la cara dura.
Isaac, como si hubiera sido gravemente insultado, pisó el acelerador furioso y el vehículo salió disparado.
Salvador, por accidente, fue lanzado hacia adelante, rebotando de vuelta y terminando en el regazo de Aurora. Con los ojos cerrados, gimió: “Me siento muy mal.”
Aurora no lo apartó, sino que extendió la mano para acariciarle el flequillo de la frente. El afecto en su rostro era evidente.
“Salva, deberías beber menos. El alcohol es dañino para la salud.”
Isaac, sin palabras, dijo: “¿Qué tan grande es para que necesites andar fijándote si bebe o no?”
“Me gusta cuidarlo.”
“¿Cuidarlo? También tiene que aceptar que lo cuides, ¿Eh? ¿Crees que este chico es fácil de manejar? Déjame decirte algo, las apariencias engañan, y el mar es insondable. Quién sabe si algún día se dará vuelta, después de todo, con la doble identidad de heredero de las familias Montalbán y Nolan, nadie puede igualar su valor.
Aurora, ¿Crees que podrás manejarlo?”
Al escuchar esas palabras, una sombra de inseguridad cruzó por sus ojos.
En realidad, ella sabía que Salvador, tarde o temprano, estaría en la cima de la pirámide. Los rumores sobre él, diciendo que alcanzaría sus objetivos sin escrúpulos, con ambiciones desmedidas, ya habían comenzado a esparcirse por todas partes.
Ella sabía que con su simplicidad y pureza, sería difícil complacer a ese tirano.
Pero por el momento, mientras él siguiera siendo un joven inocente, Aurora solo quería protegerlo, cuidarlo.
No sería en vano que él la hubiera ayudado a ella y a su madre.
Salvador, que un momento antes parecía medio muerto, se revitalizó al escuchar las provocaciones de Isaac.
“Aurora, él está intentando provocar discordia entre nosotros.”
“Isaac, déjame decirte algo, sin importar en qué me convierta, incluso si me reduzco a cenizas, estaría feliz de que Aurora me cuidara.”
A Aurora no le gustaron esas palabras; ella era seis años mayor que Salvador, y además tenía un solo riñón. En su vida pasada, había muerto justo después de cumplir los treinta. No quería que Salvador tuviera una vida más corta que la suya.
Con eso en mente, comenzó a sentirse un poco agitada y luego comenzó a toser: “Salvador…”
Solo cuando estaba enojada lo llamaba por su nombre completo, algo que rara vez sucedía.
Salvador se sintió extremadamente nervioso, sin saber qué había hecho para molestarla.
“Mi urna funeraria será tu responsabilidad. Debes morir después que yo.”
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Isaac se sintió incómodo.
El amor de Aurora por Salvador era sencillo y sin adornos.
Pero tocaba profundamente el corazón.
“Entonces moriremos el mismo año, el mismo mes, el mismo día.” Dijo Salvador.
Aurora se enfadó: “Eso significaría que vivirías muchos años menos que yo. No estoy de acuerdo, Salvador, tienes que vivir hasta los cien años.”
Isaac, incómodo con la profunda relación fraterna entre ellos, solo quería saltar del auto: “Salvador, tu deseo de morir por amor… supongo que tienes que estar soltero, ¿No? Si Daniela se entera de que le prometiste a otra mujer morir con ella, ¿Crees que te enviaría al Pacífico de una patada?”
“Isaac, deja de difamarnos. Mi relación con el señor Nolan es completamente desinteresada; en mis ojos, él es solo un niño. Tú, con todas tus indecencias, piensas que todos son como tú.” Dijo Aurora.
“Aurora, ¿De verdad no te das cuenta de que los pensamientos de este chico no son para nada puros?”
Salvador: “…”
Aurora no permitía que nadie hablara mal de Salvador, por lo que de inmediato reprendió a Isaac con furia: “No lo he notado.”
Y luego murmuró: “Aunque no sea tan desinteresado, no llega a tu nivel.”
Isaac se quedó sin palabras.