Capítulo 362
Isaac se quedó paralizado por un momento, pero finalmente asintió.
Cuando él llegó a la casa de Cynthia para decirle que la niña tenía que volver con su madre biológica, nunca imaginó que ella rompería en llanto desconsoladamente.
Con voz llena de agravio, le dijo a Isaac: “Isaac, he criado a esta niña por mucho tiempo, ya le tengo cariño. Ahora que de repente me la quieres quitar, realmente me duele mucho. ¿Qué voy a hacer? No quiero separarme de ella.”
Isaac se tensó, sin entender: ¿Por qué las mujeres sienten un deseo tan intenso de poseer a los niños?
Y él, siendo el padre biológico, solo sentía que la niña era algo que podía tener o no.
Al mirar a la bebé en sus brazos, Isaac se quedó sin palabras.
La niña, que había nacido siendo muy poco agraciada, ahora se había transformado en un encanto. Sus grandes ojos redondos eran idénticos a los de Marina.
En su corazón endurecido, surgió un sentimiento de ternura.
Se acercó a la niña y la levantó con cuidado, pensando más de una vez: “¿Así que esta es mi hija?”
“¡Eres mi hija!”
En ese instante, su instinto paterno se despertó.
Al ver esa mirada de adoración en Isaac, el corazón de Cynthia se hundió.
Sabía que él se sentiría atraído por la niña, por lo que no podía permitir que Marina se la quitara.
“Isaac, ¿Qué tal si voy a tu casa y hago de niñera?” Sugirió Cynthia.
Isaac la miró sorprendido.
“De esa forma, mi hermana podrá ver a la niña y yo podré cuidarla bien, sin que tengas que preocuparte.”
“Eso estaría bien.”
Así, Isaac llevó a su hija a casa. Pero detrás de él, venía una invitada no deseada, Cynthia.
Al verla, los ojos de Marina destellaron frialdad.
“¿Por qué la trajiste?” Preguntó.
Sin esperar a que Isaac explicara, Cynthia se abalanzó a tomar la mano de su hermana: “Hermana, eres una mamá primeriza sin experiencia en cuidar niños. Puedo ayudarte. Una vez que puedas cuidar bien de la niña, te prometo que me iré.”
Capítulo 362
“¿Qué, acaso has tenido hijos?” Preguntó Marina mirándola con incredulidad.
El rostro de Cynthia se tornó rojo y luego pálido: “Mar, soy tu hermana, ¿Cómo puedes manchar mi reputación de esa forma?”
“Si nunca has tenido hijos, ¿Cómo puedes decir que tienes experiencia?”
Cynthia, llorando, dijo: “Isaac, mira cómo me trata…”
Isaac, furioso, no pudo evitar reprenderla: “Marina, ¿Cómo puedes ser tan ingrata? Además, modera tu lenguaje, no querrás darle un mal ejemplo a la niña.”
Marina tomó a la niña de los brazos de Isaac y subió las escaleras, ignorándolos.
Isaac, en un arrebato de ira, pateó una silla al suelo. Esa noche, mientras Marina acunaba a la niña arriba, Isaac y Cynthia charlaron y bebieron en la planta baja.
Marina lo veía claro como el agua: Cynthia solo fue para acercarse a Isaac.
Pero a ella no le interesaba competir por Isaac, ya que un matrimonio sin amor solo era una tumba. Solo quería usar los recursos de la familia Córdoba para criar bien a su hija.
El día en que su hija no necesitara a la familia Córdoba, sería el día en el que ella se marcharía. Pero lo que ella no sabía, era que su decisión pondría en peligro a su hija.
Ella aguantó varios años en la familia Córdoba, y cuando su hija cumplió tres años, ya era una pequeña hada con cabello flotante.
No solo era hermosa, sino que también, sus palabras estaban llenas de dulzura. En su fiesta de cumpleaños de tres años, su interpretación con el violín dejó a todos asombrados.
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