Capítulo 33
Salvador, con voz fría y distante, proclamó: “Esta es mi casa. Vengo y me voy cuando quiero, y tú no tienes voz ni voto en eso.”
El señor Nolan, furioso hasta el punto de deformar su rostro, replicó: “Esta es mi casa. He vividc aquí desde que era un niño. Y tú, ¿qué? Esta es la primera vez que vienes en dieciséis años.”
Salvador respondió con desdén: “Usurpador hablando de legado, qué descaro.”
El señor Nolan, rojo de ira, espetó: “Soy doce años mayor que tú, tu madre solo vino a aparecerse después para meterse en nuestra familia…”
Salvador ni se inmutó y contestó con sarcasmo: “¿Qué tal si hablamos un poco en leyes? El código civil establece que solo los hijos nacidos de un matrimonio legal, es decir, con acta de matrimonio, son considerados legítimos. Lo que significa que tú, nacido de una relación extramatrimonial de mi padre eres todo menos legítimo.”
El señor Nolan, se quedó hirviendo de furia…
“Ya verás, le diré a padre que te eche de aquí.”
En ese momento, el mayordomo salió del estudio, observó al señor Nolan, descompuesto por la rabia, y luego a Salvador, sereno como el alba. Con una leve sonrisa, se acercó a Salvador y, con todo respeto, le dijo: “Señor, su abuelo lo invita a pasar al estudio.”
Salvador asintió silenciosamente y se dirigió hacia el estudio.
El señor Nolan, con una expresión de sorpresa, se volteó y fue en busca de su padre.
En el estudio.
Florentino Nolan estaba sentado en una silla giratoria de cuero negro, mirando fijamente a Salvador sin expresión alguna.
Salvador lo miraba de vuelta, igual de intenso.
Florentino pensó que el joven no podría contenerse y le compartiría sus penas al verlo. Pero al encontrarse con esa mirada profunda y misteriosa, y ese rostro juvenil pero marcado por la experiencia, se dio cuenta de que no tendría control alguno sobre el joven frente a él.
“Me alegra realmente que hayas vuelto, dijo con un tono cálido.
Salvador respondió: “En realidad, soy afortunado, me sonríe la buena suerte, enfrento adversidades con fortuna y siempre termino contando con el apoyo de personas valiosas. Sin duda, viviré bien y por largo tiempo.”
Florentino suspiró: “He oído sobre lo que pasó en Milán. Tu abuelo se asegurará de encontrar a quienes están detrás de esto y llegaremos al fondo de la situación.”
Salvador, sin embargo, dijo: “Abuelo, no tiene que preocuparse por mí. Me encargaré de ello por mi cuenta.”
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Capítulo 33
Florentino se mostró sorprendido. La compostura, la calma y la reserva de Salvador excedían por mucho lo esperado para su edad.
“Siento mucho lo de tu mamá. Fue por la terquedad de tu abuelo y de tu abuelo materno que se forzó ese matrimonio con tu papá. Tu papá nunca amó a tu mamá, siempre amó a Ivette Suárez. A pesar de los años, tu mamá nunca pudo ganarse el corazón de tu papá, y eligió terminar con su vida de esa manera tan trágica. Espero que puedas entender la decisión de tu mamá y también comprender las dificultades por las que pasó tu papá.”
Salvador, con los puños apretados bajo sus mangas pero con un rostro sereno, dijo: “Todo eso ya pasó.”
Florentino se sintió aliviado: “Salva, los que estamos vivos debemos mirar hacia adelante. Eres el legítimo nieto de la familia Nolan y también nieto de la familia Montalbán. No hay nadie en Ciudad de México con un estatus más alto que el tuyo. Tu potencial es tan grande como tus deseos. Vive con la familia Nolan por un tiempo, aprende todo lo que puedas de nuestro negocio. Tu abuelo espera que puedas tomar las riendas de la empresa pronto.”
Salvador dijo: “Eso haré, abuelo.”
Florentino concluyó: “Puedes retirarte.”
Luego, preguntó al mayordomo: “¿Ya prepararon la habitación para Salvador?”
El mayordomo respondió: “Señor, le he asignado una habitación en el tercer piso, junto con las
señoritas.”
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