Capítulo 314
Por suerte, la gran puerta de la mansión estaba abierta. Así, Aurora, arrastrando su enorme maleta, se paró en la entrada.
Cuando el relámpago iluminó la escena, la silueta de Aurora contra la luz parecía un espectro, asustando a Fabiola Galante, quien se había levantado a media noche para ir al baño, haciendo que soltara un grito aterrado.
“¡Ahhhh!”
“Soy yo.” Dijo Aurora con voz tranquila.
La voz de Fabiola se detuvo de golpe.
La joven encendió la lámpara de pared, solo para encontrarse con la mirada horrorizada y acusadora de Fabiola: “¿Cómo llegaste aquí?”
“He venido a cobrar una deuda.”
El rostro de la mujer palideció. Luego, la siguió empujando su silla de ruedas: “Escuché que Salvador resultó gravemente herido tratando de salvarte. Florentino está furioso contigo, seguro te ordenó alejarte de Salvador. Así que ahora, sin tener a dónde ir, has vuelto a la familia Chávez, ¿Verdad?”
“Pero Aurora, sabes que no eres hija de la familia Chávez. Este no es tu hogar, no tienes derecho a quedarte aquí. ¿Por qué no te vas?”
Aurora la ignoró y, cargando su maleta, subió directamente por la escalera de caracol.
Fabiola, atada a su silla de ruedas, incapaz de seguir por las escaleras, tuvo que tomar el elevador al segundo piso.
Cuando Aurora salió de la escalera de caracol, Fabiola apareció desde la puerta del elevador, insistiendo: “¿Por qué no me respondes cuando te hablo?”
Aurora llegó directamente a la habitación donde había vivido brevemente antes. Abrió su maleta, y sacando la ropa pieza por pieza, la colgó en el armario.
Solo entonces respondió perezosamente: “Es cierto, no soy hija de la familia Chávez. ¿Pero se atreverían a anunciar eso públicamente?”
Fabiola se quedó atónita, pero en realidad, ella no entendió el verdadero significado detrás de las palabras de Aurora, quien continuó explicando: “No se atreven a declarar que no soy hija de la familia Chávez porque eso confirmaría su pecado de haber engañado a una menor para que donara su riñón.”
El rostro de Fabiola se tornó pálido, sus labios se movieron, pero no pudo decir nada.
Aurora agregó: “Ya que se beneficiaron al declararme como hija de la familia Chávez, entonces debo disfrutar los privilegios de serlo. ¿No es así?”
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Capitulo 314
Fabiola, con voz seca, dijo: “Si no causas problemas, este lugar no es tan pequeño como para no poderte albergar.”
Aurora le devolvió una sonrisa maliciosa.
“Vete, necesito dormir.”
Fabiola se fue tambaleante.
Al cerrar la puerta de su habitación, Aurora se deslizó hasta el suelo.
Ese lugar, estaba cargado de sus más dolorosos recuerdos.
Cuando Gabriel la llevó a casa con falsas promesas, brindándole un cuidado “meticuloso” por un tiempo, dejó que la siempre desamorada Aurora se hundiera completamente en ese falso amor paternal.
Entonces, ella accedió de buena gana a donarle su riñón a Cynthia.
Esa habitación, fue el infierno donde fue engañada y destruida.
Aurora regresó con un solo propósito: destruir lo que una vez la destruyó.
Fabiola regresó a su habitación principal, y Gabriel, paralítico en la cama, al darse cuenta de algo, le preguntó: “¿Nuestra hija ha vuelto a casa?”
Sus ojos destellaron con un brillo de amor paternal.
Fabiola lo miró y asintió con la cabeza.
“Sí. Nuestra hija ha vuelto.”
Solo que no era la hija que él esperaba.
Fabiola, temiendo que él se enojara o se alterara, no le reveló la verdad.
Con esa ilusión, el hombre pudo dormir tranquilamente.
En las primeras horas de la madrugada, la inquieta Fabiola finalmente llamó a Cynthia en busca de ayuda.
“¿Qué sucede?” Del otro lado, Cynthia sonó muy impaciente.
Fabiola se detuvo un momento, la decepción se asomó en sus ojos, pero su amor por Cynthia
era tan grande que su indulgencia se había convertido en hábito.
Ella, con timidez, buscó complacerla: “Ella ha vuelto.”
“¿Quién?”
“Marina.”
Cynthia se quedó pasmada.
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