Capítulo 299
Penélope lanzó un ultimátum con furia: “Tienes que divorciarte de esa calamidad. Ella es un mal augurio, una desgracia. No permitiré que sigas viéndote con ella. Si no te divorcias, moriré frente a tus ojos.” Gritó a todo pulmón.
Isaac, sujetándola por los hombros, dijo: “Mamá, cálmate. Lo que me ha pasado no tiene nada que ver con Cynthia. De hecho, para empezar, papá nunca me quiso. Solo me usó para allanarle el camino a su hijo ilegítimo… Aunque no me divorcie, buscará cualquier excusa para echarme del Grupo Córdoba. Eso lo escuché con mis propios oídos…”
Penélope quedó atónita.
“¿Qué has dicho?” La mujer no podía creer que el hombre con quien había compartido su vida fuera capaz de tal frialdad hacia ella y su hijo.
Los ojos antes coléricos de Penélope, en ese momento se mostraron vacíos. Isaac se dio cuenta del daño que había hecho, pero sus palabras ya no tenían vuelta atrás.
“Mamá, confía en mí, recuperaré lo que me pertenece.”
De repente, los ojos de la mujer destellaron odio. Apretó los puños, y con rabia, dijo: “Tu padre me engañó miserablemente. Dijo que el divorcio era para salvar a el Grupo Córdoba y que, una vez pasada la tormenta, te lo entregaría intacto… Resultó ser que su plan era dejarme sin nada… ¿Cómo pudo engañarme de esa forma?”
Luego, Penélope se soltó del agarre de su hijo y corrió hacia donde se celebraba el banquete.
En la pista de baile, reinaba la música suave y armoniosa.
Al finalizar una canción, la música que comenzó a sonar fue aún más emotiva. La melodía sentimental invitaba a muchas parejas a bailar.
El presidente Córdoba abrazaba a su futura señora, bailando un baile íntimo en el centro de la pista.
Salvador miró de reojo a Aurora, quien estaba sentada sin participar.
Al verla tan solitaria abrió la boca, intentando persuadirla una vez más para que bailara con él, pero en ese momento, Daniela apareció de la nada, y mirándolo con ilusión, le preguntó: “Salva, ¿Bailarías conmigo?”
Salvador, sin ganas de bailar con alguien que no le interesaba, se excusó: “Lo siento, no sé bailar.”
Daniela insistió: “¿Y la próxima canción?”
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“Lo siento, la próxima tampoco sé cómo bailarla.”
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Capitulo 299
En ese momento, Federico se acercó vistiendo un traje blanco con toques dorados que lo hacían destacar.
Con elegancia, extendió su mano hacia Aurora: “Señorita Aurora, ¿Me concede este baile?”
Aurora echó un vistazo a Daniela y Salvador, sin desear ser la tercera en discordia, y con gran naturalidad, se puso de pie.
Salvador, con un gesto rápido, se interpuso entre ellos.
“Lo siento, Aurora no sabe bailar.” Su tono posesivo fue evidente.
Federico, indignado, protestó: “Salvador, la señorita Aurora no me ha rechazado, ¿Qué derecho tienes de decidir por ella? Además, ¿Desde cuándo ella es de tu propiedad?”
Salvador miró a Aurora con intensidad y una expresión seria: “Aurora, en la vida es suficiente tropezar con un patán una vez. Mejor mantente lejos de esos hombres que por fuera parecen oro, pero por dentro son puro relleno.”
Federico, furioso, replicó: “Salvador, ¿A quién llamas patán?”
Salvador, temiendo que Aurora cayera en las garras de Federico, exageró al denigrarlo: “A ti. Eres un Casanova notorio que cada dos por tres lleva una nueva conquista a casa. Aurora es de esencia tradicional, no es alguien con quien deberías andar.”
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